El luthier argentino Damián Guttlein es considerado uno de los mejores afinadores de bandoneón del mundo y el motivo particular es que lleva ese sonido melancólico en el oído gracias a la enseñanza de dos históricos del oficio. Muchos artistas del tango, pero también de otros géneros, de nuestro país y del exterior, lo visitan en su taller ubicado en San Martín, para pulir sus instrumentos.
El talento único de Guttlein le permite preservar una tradición de los luthiers originales del país, de aquellos que ayudaron a popularizar el bandoneón en las orquestas de tango hace casi un siglo. El taller del arreglador de estos instrumentos se convirtió así una visita obligatoria para los intérpretes de ese elemento musical. En caso contrario, el luthier se embarca a distintos lugares del mundo con sus herramientas.
Además del clásico tango, en los últimos tiempos, el sonido característico del bandoneón se está incorporando cada vez más a grabaciones y actuaciones en directo de artistas argentinos de géneros modernos como el rock, el pop e incluso el trap. Guttlein destacó, durante una entrevista, una actuación del DJ Bizarrap y la cantante colombiana Shakira en los Premios Grammy Latinos 2023.
Del mismo modo, se grabó un Tiny Desk de NPR inspirado en el jazz de la cantante Nicki Nicole con un bandoneón, mientras que una grabación de un concierto del grupo de rock Conociendo Rusia también los sumó. Todos esos bandoneones fueron afinados por Guttlein, quien asegura que “estos instrumentos están volviendo a la vida”, en una nota para National Geographic.
Cabe recordar que el bandoneón fue creado en la década de 1820 por un luthier alemán llamado Heinrich Band con el fin de que sea utilizado para musicalizar procesiones eclesiásticas, casi como un órgano de mano. Sin embargo, los inmigrantes alemanes e italianos lo trajeron a los barrios obreros del puerto de Buenos Aires a principios del siglo XX y se convirtió en la pieza central del apasionado y popular tango.
Por ejemplo, se puede señalar que algunos de los más destacados directores de orquesta de tango fueron bandoneonistas, como Astor Piazzolla, Aníbal Troilo y Rodolfo Mederos. Durante la época dorada del tango, en la década de 1940, los discos de todos ellos catapultaron el instrumento a la fama internacional. Un secreto de la mayoría de estos artistas tangueros era que sus instrumentos eran afinados por los mismos dos luthiers: los italianos Ricardo Romualdi y Fabio Fabiani, conocidos como “Los Tanos”.
La historia de Damián y “Los Tanos”, emblemas del bandoneón y el tango
Como bien repasa el medio citado, Romualdi era vecino de infancia de Guttlein y cuando crecía, observaba con curiosidad al luthier y cuando cumplió veinte años lo llevó por primera vez al taller de Los Tanos. “Es un trabajo que solo se aprende observando y escuchando”, explicó el artesano y remarcó sobre la dupla que le heredó el oficio: “Fueron muy generosos conmigo”.
De esta manera, Romualdi y Fabiani empezaron a confiar a Guttlein algunos de sus propios clientes y trabajó con ellos desde finales de 1990 hasta 2005, cuando los veteranos se retiraron de su taller y siguieron afinando esporádicamente desde casa. “Ricardo trabajó hasta su último día”, rememoró Guttlein y destacó: “Le encantaba lo que hacía”.
Finalmente, cabe mencionar que un bandoneón solo necesita afinarse una vez cada 8 o 10 años, pero el proceso puede llevar hasta un mes. “Hay que afinar mal un bandoneón para que suene bien”, bromeó Guttlein y describió que es un sonido “perfectamente imperfecto”. Los bandoneones más nuevos, según explicó, tienen interiores más precisos que los que se fabricaron en el siglo pasado: “Su sonido es fuerte, pero no es el sonido del pasado”.