El pianista y director de orquestas de tango Osvaldo Pugliese fue un destacado músico de la historia argentina, pero también se convirtió en un símbolo de todos los artistas que buscan la buena suerte y “anular la mufa”. En el ambiente musical los rituales y las cábalas tienen un lugar especial, más cuando los nervios de los shows amenazan con arruinar alguna presentación. Sin embargo, allí entra en escena el trabajador del 2x4 que se volvió en santo.
El mito de invocar a Osvaldo Pugliese es algo mágico que está muy fuertemente arraigado en la cultura popular de nuestro país entre los músicos y cantantes. Hay un viejo dicho que pone al gran maestro del piano y de la composición del tango como método “antimufa”, que continúa firme en la actualidad. Quienes lo defienden, aseguran que hay evidencias de que la imagen del gran tanguero realmente trae suerte.
Según cuentan los que saben, todo lo divino alrededor de Pugliese empezó con Charly García, quien tuvo un curioso episodio que fundó el origen de la antimufa en los espectáculos musicales. Un rito del rock que trascendió los años y que se sigue utilizando en los distintos géneros musicales. Antes de empezar uno de sus recitales, el equipo técnico dejó de funcionar y la ansiedad inundó el ambiente.
Había que arrancar el show y todo fallaba, hasta algo cambió todo por completo cuando uno de los integrantes del equipo técnico decidió probar el sonido con un disco de Pugliese. Allí, como si fuera un acto divino, de magia, suerte o casualidad, todo volvió a funcionar como si nada hubiese pasado. Desde ese instante, su nombre se convirtió en una eminencia de la buena suerte y solo hay que repetir su nombre tres veces: “Pugliese, Pugliese, Pugliese”.
El culto al pianista, que grabó más de 600 canciones de tango y es referente indiscutido en el ambiente, no se queda solo en la repetición de su apellido. En los camarines de los músicos de todos los géneros, es común encontrar una foto del maestro. Incluso hay estampitas de su rostro, junto a una oración humorística que refuerza esta devoción.
“Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos dejes en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”.
Osvaldo Pugliese, el trabajador del tango que se convirtió en santo
Cabe recordar que Osvaldo Pugliese nació el 2 de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo. Aunque aprendió a tocar el violín, el instrumento que lo acompañó toda su vida fue el piano. Estudió con reconocidos maestros de la música nacional, como Vicente Scaramuzza, y a los 15 años debutó en un trío de tango en el Café de la Chancha, ubicado en el mismo barrio que lo vio crecer.
Con los años, su talento lo llevó a trabajar con figuras emblemáticas y a formar su propia orquesta en 1939, un proyecto que mantuvo vivo durante más de 50 años con un estilo que cambió el tango para siempre. Fue autor de más de 150 canciones, entre ellas “La Yumba”, “Recuerdos”, “La Beba”, “Negracha” o “Malandraca” y, como se mencionó, grabó más de 600 piezas de otros músicos y autores.
“Nunca me considero un maestro, sino un laburante de la música. Y un laburante bastante cómodo, porque trabajar, trabajan los de las fábricas, el puerto. Pero digo que siempre me sentí uno más”, se definía en una entrevista televisiva, fiel a su ideología marxista. Esa postura política hacía que su orquesta de tango funcionara como una cooperativa y todos sus integrantes se repartieran las ganancias.
En ese sentido, Pugliese fue reconocido por su compromiso con los derechos de los artistas. Así impulsó la creación del Sindicato Argentino de Músicos para promover el trabajo en la música desde la dignidad personal. Si bien la orquesta de Osvaldo Pugliese estuvo prohibida para la radiodifusión, como medida de censura política, ello no logró mermar su popularidad, ni la admiración del público y menos el respeto de sus colegas.
Entre las innumerables distinciones que recibió se encuentra la medalla “Alejo Carpentier”, máxima distinción otorgada por Cuba; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L'Ordre des Arts et Letters; en Buenos Aires fue declarado Ciudadano Ilustre y la Academia Nacional del Tango le concedió el título de Académico Honorario.
El maestro Pugliese tuvo su merecido reconocimiento en vida, al tocar el 26 de diciembre de 1985 en el prestigioso Teatro Colón a los pocos días de haber cumplido 80 años, junto a los cantores Adrián Guida y Abel Córdoba y la orquesta integrada por Roberto Álvarez, Alejandro Prevignano y Fabio Lapinta (bandoneones); Osvaldo Monterde, Fernando Rodríguez, Diego Lerendegui y Gabriel Rivas (violines); Merei Brain, (viola) y Amílcar Tolosa (contrabajo).
Otro capítulo particular de su vida fue cuando a finales de los 80, el “Suplemento SI” del Diario Clarín reunió al mítico y querido músico de tango con el rockero del momento, Fito Páez. Un encuentro generacional en las calles de Buenos Aires, que fue retratado por el fotógrafo Carlos Sarraf con producción de Javier Febre.
Osvaldo Pugliese falleció el 25 de julio de 1995 en la Ciudad de Buenos Aires, a los 89 años. Sus restos descansan en un mausoleo construido con el aporte de los amantes del tango, en el cementerio del porteño barrio de Chacarita. Su música y su historia siguen intactas en todos los músicos. Además, su hija Beba y su nieta Carla, ambas pianistas, mantienen en pie el legado de este trabajador que impuso su estilo en la cultura popular argentina.