Pese a todas las diferencias, la política comparte algo. El análisis que indica que el armado electoral puede encarar para cualquier lado. Ya sea con acuerdos o con competencias en soledad. También coincide en otra cuestión para nada menor, la necesidad de evitar traiciones en el futuro. Llenarse de puros, de dirigentes que defiendan los ideales del partido o coalición por el que fueron electos. Pero, a su vez, quiere sobrevivir. La Ciudad se convirtió en el terreno más disputado, por su peso simbólico. Chicanas a Jorge Macri por la larretización de su discurso y la apuesta por la polarización para robarle la Capital Federal a Mauricio Macri.
Esta semana, Macri logró hacer pública la repetida conversación con Javier Milei en favor de un acuerdo, sin ningún tipo de avances. Ahora, quienes siguen la novela M&M saben que el PRO avanzó, ejecutó el llamado presidencial y la Casa Rosada, mediante notas periodísticas, dilató su conformación.
Se trata, en definitiva, de una batalla para ver quién es el responsable del fracaso de la alianza o, en el peor de los escenarios, de una victoria del kirchnerismo. Este tipo de peleas ya existió y, hasta el momento, quedó demostrado que no son de fácil resolución. Sin ir más lejos, en el PRO ni Patricia Bullrich ni Horacio Rodríguez Larreta rompieron con el partido pese a no compartir nada con Macri. “Que nos echen”, suele decirse en el bando de la ministra. Las elecciones terminarán de acomodar eso.
En el interior, cómodos, los gobernadores amarillos no tienen inconvenientes para avanzar con las alianzas, lapicera en mano. Serán ellos los que definan todo, los que se queden con el podio de las listas. En las intendencias se espera algo similar. ¿Qué pasará en las provincias en las que no gobierna el macrismo ni Juntos por el Cambio? Será una complejidad aparte para la que, en caso de no llegar a una síntesis con los libertarios, la bajada de línea nacional podría ordenar el panorama. Incluso, hay distritos en los que el propio JxC nunca logró una unificación de candidaturas, como La Pampa, yendo siempre a las PASO.
La CABA plantea un escenario diferente, pero sumamente complejo. Esta semana, Jorge Macri le declaró la guerra a La Libertad Avanza con un discurso dedicado a confrontar, aunque todavía queda lugar para el milagro de un acercamiento con la Casa Rosada.
El jefe de Gobierno eligió apuntar contra el gobierno nacional y diferenciar al PRO porteño de La Libertad Avanza con una defensa muy particular, la del Estado. Jorge Macri defendió la presencia estatal, una jugada impensada pero que encuentra sustento en las encuestas. El porteño quiere salud y educación públicas de calidad y un espacio público cuidado. El macrismo lo sabe.
La oposición de derecha porteña no tembló por el miedo ante esta proclama amarilla. Se remarcó que el discurso de Jorge, en el acto por los 20 años del PRO, fue contradictorio con la postura planteada por el propio Jorge en campaña, dejando un mensaje ambiguo para los porteños.
Alguien dijo, al ver las imágenes del acto en Villa Pueyrredón, que el PRO se quedó en el 2005 y desde el bullrichismo se coincidió con esta línea: “Discurso antiguo” sin “desafíos” para la Ciudad. La proclama de un Estado fuerte fue entendida como una chicana mediocre (“no es lo que decía en campaña”) y la puesta en escena, una intención por defender “la quintita”.
“Se larretizó”, bromeó un dirigente sobre la posición de Jorge Macri que, en su discurso, habló de su amor por la gestión. Este es el punto más cuestionado desde el PRO violeta que quiere arrebatarle la Ciudad al PRO amarillo de Mauricio.
El futuro de la CABA es incierto, como también lo son las posibles alianzas. Al anuncio de la candidatura de Mauricio, hecho por Jorge Macri en ese evento, se le suman las expectativas y temores de quienes fueron sus aliados.
El PRO violeta cree que volverá a formarse un Juntos por el Cambio que, de hecho, todavía existe en la gestión porteña aunque muy diluido. Eso implicaría, como viene contando El Destape, la resucitación de un acuerdo entre el macrismo, la Coalición Cívica y la UCR, entre otros. La dirigencia capitalina pareciera tener la intención de avanzar hacia este horizonte, aunque todavía persisten algunas dudas.
Por ejemplo, Elisa Carrió no se lleva para nada bien con los principales exponentes de esos partidos. Ni con Macri, ni con los radicales Emiliano Yacobitti y Daniel Angelici. Para arreglar una alianza, debería tragarse al menos esos tres sapos y, después, preguntarse si le cierra o no le cierra acordar con quienes criticó en este último tiempo.
Lo cierto es que las encuestas parecieran darle más sobrevida a un Juntos por el Cambio que a competencias divididas. Jugará un papel importante la polarización, a la que se cree que se encamina el escenario. Este es un factor que llena de tranquilidad a quienes están identificados con el color violeta. De elegirse a favor o en contra de Milei, incluso la alianza de JxC podría quedar complicada. Salvo que efectivamente Mauricio sea candidato. Otro cantar.
La otra opción, también viable y sobre la mesa de negociación, es que cada uno de los espacios decida jugar desde la posición ideológica que mejor le quede para perder, pero sosteniendo una identidad que permita llegar con un mejor armado al 2027. En especial si estos partidos quedan por fuera de la lógica de la polarización.