José Iglesias, padre de Pedro y líder de la querella en los juicios: "El rock no digirió Cromañón"

El abogado, padre de una víctima de la masacre de Cromañón, dialogó con El Destape sobre los procesos judiciales después del incendio, su relación con el rock, su dolor, el calvario que fue encontrar el cuerpo de Pedro, su hijo, y la búsqueda de justicia.

29 de diciembre, 2024 | 20.00

Cuando se evoca el nombre de José Iglesias, padre de Pedro -fallecido en la masacre de Cromañón en el 2004- y líder de la querella en los juicios por el incendio en Once, la primera imagen que se cruza por la mente es la de un hombre corpulento, con barba, serio e implacable. En el presente, su sonrisa bonachona y amable, que aparece de a ratos, se funde con la firmeza y la seguridad de sus reflexiones tanto legales como filosóficas e históricas.

Pese a que la música atravesó uno de los momentos más dolorosos de su vida, Iglesias reconoce que lo sucedido en República de Cromañón el 30 de diciembre del 2004 no significó para él "una crisis con la música". Un tocadiscos, imágenes de músicos y bailarines, y centenas de CD's, así lo grafican en el comedor de la casa de Caballito en la que el abogado recibe a El Destape en una calurosa tarde de diciembre, casi 20 años después de que muriera Pedro, uno de sus hijos, en el boliche de Once cuando fue a ver a Callejeros.

"Me gusta mucho la música, particularmente la ópera. Desde Cromañón, la primera vez que pude volver a escuchar las óperas que escuchaba, habrá sido hace 4 años atrás. ¿Por qué? Porque yo la música la siento. Aquellas partituras que me conmocionaban, no las podía escuchar. Pero es un problema que tiene que ver con la sensibilidad, con lo que me trae escuchar esa música", detalla el papá de Pedro, quien insiste que no tuvo una crisis con la música, ni con el rock por el incendio en el que murieron 194 personas y miles resultaron heridos. Aunque respecto a esto último, reconoce: "El rock tiene un problema con Cromañón. Algunas bandas no han digerido lo que pasó, salvo algunas chicas, o en su momento Los Piojos. Los demás no han digerido Cromañón. Digerido qué quiere decir, hacerse cargo de que murió parte del público de las bandas de rock".

El derrotero para encontrar a Pedro

Al dolor por la muerte de Pedro le siguió el calvario que vivió la familia Iglesias, como también le ocurrió a otras, por encontrar el cuerpo. "Narrar los recuerdos que tengo de esa noche es hacer una película. Puedo pasarme una hora hablando, porque no me olvidé casi nada", adelanta el abogado antes de resumir en unas pocas palabras lo que fueron horas, hasta días, de angustia. Después de buscarlo, la siguiente estación de ese calvario fue encontrarlo en la morgue del Hospital Rivadavia, en la que lo hallaron tras visitar "muchas morgues en muchos hospitales", y reconocerlo. A eso se le sumó que, cuando la morguera se llevó el cuerpo con la policía, lo volvieron a perder.

"Después de ahí, estar buscando un NN durante toda la tarde y parte de la noche, y volver a la madrugada a Chacarita a seguir buscando. Encontrarlo en una bolsa, ir a buscarlo a la morgue de Chacarita, dar un número de la cucheta donde debería estar y viene un señor y me dice 'no está'. Perdido todo el día, perdido toda la noche", continúa recordando José. El final de esa estación del calvario llegó a las 3 de la mañana con una imagen desgarradora: "Lo encontramos tirado en una habitación junto con 20 bolsas más con chicos adentro. Y ahí estaba Pedro, tirado en el piso".

José Iglesias con la imagen de su hijo Pedro, víctima de la masacre de Cromañón.

La decisión de ser querellante en la causa por la masacre de Cromañón

En los juicios orales de Argentina existe la figura de "querella", mediante la cual una persona, o varias en este caso, inicia una acción penal y se vuelve parte del proceso de investigación y juzgamiento. Quien lideró la querella en los juicios penales por la masacre de Cromañón fue precisamente José Iglesias, que desde entonces se convirtió en una de las voces más reconocibles mediáticamente sobre el tema.

"La decisión de constituirme en querellante, junto con todas las otras decisiones que tomé, se fueron cocinando la misma noche después de haber encontrado el cuerpo de Pedro en la morgue", repasa José Iglesias en su casa de Caballito, en diálogo con El Destape. "Después de que hicimos el velatorio de Pedro, hicimos el acto de cremación en Chacarita y ahí hay un momento de reflexión, habrá sido el 3 de enero, donde hice una lista de lo que iba a hacer. Ahí estaba, entre otras cosas, la querella", agrega el abogado, haciendo memoria.

La razón en medio de tanto dolor

Recientemente, Amazon Prime Video lanzó un documental con imágenes inéditas de lo que fue el primer juicio oral en el 2005 por la masacre de Cromañón. Además de poder observarse los testimonios de expertos y sobrevivientes, uno de los momentos más resonantes es cuando José Iglesias se dirige al tribunal y deja en claro que nada del trabajo que habían llevado adelante con la querella estaba fundado en el dolor.

"Esto es lo que hacen todos los padres y madres de fallecidos, no es que yo solo lo haya hecho", agrega en la actualidad, antes de poner como ejemplo a las Madres de Plaza de Mayo. "No hicieron nada motivadas por el dolor, no lincharon a nadie. Hicieron una prolija lucha, muy cerebral, pensando cuál es el paso siguiente y de qué manera simbólica enfatizamos lo que estamos buscando. AMIA lo mismo. No es usual que el padre o la madre de un fallecido agarre una escopeta y mate", analiza Iglesias.

¿Le costó separar su rol de padre del de líder de la querella durante los juicios?

- Cuando ocurren estas cosas, uno escucha mucho la frase "bueno, está atravesado por el dolor". Es la mejor manera de decir "no puede hablar, está dolorido". Entonces yo traté de enfatizar lo contrario. Si piensan que no pienso porque tengo dolor, respétenme. Estoy pensando, el dolor no me obnubila. En todo caso lo canalizo. Yo hoy tengo dolor, pero vivo con el dolor. Es eso lo que traté de enfatizar en un lugar, en un momento que quizás es la quintaesencia de la racionalidad, que es un juicio oral. ¿Hay emociones? Sí. ¿Hay bronca? Sí. Ahora, no se puede perder la razón ahí. Uno tiene que estructurar una acusación, se tiene que bancar la presencia de quienes tienen que ver con la muerte del ser querido. Entonces hay que hacerlo de esa manera.

José Iglesias durante uno de los juicios por la masacre de Cromañón.

Un lugar común que suele escucharse cuando suceden esta clase de hechos es que marcó "un antes y un después" en la sociedad. Pero si algo ha mostrado nuestra historia es que en muchas ocasiones no fue así. E Iglesias lamenta que la masacre de Cromañón no implicara un cambio rotundo para la noche y la música argentina: "Siempre quisimos que la Masacre de Cromañón fuera un punto de inflexión. Que después no hubiese sido igual. Y no fue así".

A 20 años del incendio de Cromañón, ¿fue un hito para la sociedad?

- Lamentablemente se agregó a la lista que la Argentina tiene masacres vergonzosas, dolorosas y terribles. Ninguna de ellas fruto de la tragedia o el destino: Rio Tercero, ARA San Juan, que está bastante cerca y la gente ya lo ha borrado, AMIA, LAPA, Puerta 12, los bombardeos de Plaza de Mayo. La gran cantidad de eventos ferroviarios con muertos, hasta el último en Once. Los muertos de Villa Devoto con colchones y demás. Hay una lista enorme. Todos ellos debieron haber sido un punto de inflexión, un NUNCA MÁS. Sin embargo no, y es grave.

¿Por qué es grave?

- Significa que como sociedad no le damos ningún valor a la vida de los jóvenes, porque en general son las víctimas de todas estas cosas. Los despreciamos. Entonces pasan estas cosas y no hay punto de inflexión, pase el que sigue. Nuestra primera reunión fue en la primera semana de enero del 2005, éramos 11 personas y la idea era convocar a más que quisieran venir. Inventamos una dirección de mail y decía que no se repita, ya desde ahí. Ese era el propósito, no lo logramos.

¿Se hizo justicia?

- Para lo que estamos acostumbrados los argentinos, Cromañón fue un lujo. Tuvimos un juicio oral, el primero, en el 2008; tuvimos los siguientes 3 juicios orales posteriores directos de Cromañón, más o menos inmediatamente; hubo si mal no recuerdo, 3 de bomberos. Tuvimos un sumario administrativo, luego cajoneado y en el 2013/2014 con una resolución con 40 cesantías. Tuvimos el juicio de la Emergencia, el de la morgue. No terminaron bien pero se hicieron. Frente a lo que les pasa a los demás, la verdad privilegiados absolutos. AMIA no tuvo eso; ARA San Juan no tiene eso; LAPA tuvo un juicio oral porque nosotros empezamos y por vergüenza los jueces del tribunal oral, todavía con los cachetes colorados, hicieron su juicio. En Cromañón no hubo justicia, pero tuvimos mucho más que lo que tienen otras víctimas. Se condenó a algunos, no a todos los que debían ser, algunos zafaron. Hay alguno que zafó y si bien no tuvo una condena, por lo menos es un muerto político. Hablo de Ibarra. En relación a otros estamos mejor, no por mérito del sistema.

¿Qué faltaría para que se haga justicia? ¿Es tarde?

- Para cualquiera de nosotros solo hubiese habido justicia si se hubiesen dado las condiciones para que un hecho así no se repita. A nosotros el juicio no nos dio nada, no nos da nada. Nuestros hijos están enterrados, los casi 5 mil sobrevivientes están lesionados, gravemente muchos de ellos. Han pasado cosas horribles, terribles, e incluso ni siquiera se los ha reparado dignamente en los juicios civiles. Los juicios son para la sociedad, en realidad. Cuando uno hace un juicio frente a un hecho de este tipo, la búsqueda es que no se repita, yo a Pedro ya no lo tengo. Tengo otros hijos y me gustaría que no pase lo mismo, pero si no los tuviera igual hubiese hecho lo mismo. Pero eso es para que no se repita. Y no, no funcionó.