“Capaz de acá no salgo”: el recuerdo de 3 sobrevivientes a 20 años de la tragedia de Cromañón

Tres sobrevivientes de Cromañón dialogaron con El Destape y recordaron esa fatídica noche a 20 años de que sucediera. 

29 de diciembre, 2024 | 20.00

Rememorar el 30 de diciembre de 2004 tiene una connotación diferente para cada persona, como suele suceder con hechos que marcaron a la sociedad. Si tenías una edad considerable, es probable que recuerdes exactamente en dónde estabas y qué estabas haciendo cuando te enteraste que murieron 194 jóvenes y hubo más de 1400 personas que resultaron heridas durante un recital de Callejeros en República de Cromañón. Quienes sobrevivieron, ¿cómo recuerdan ese día? ¿Qué expectativas tenían de ese show y cómo fue lo que vivieron en realidad? 

Salir de ahí era suerte. Cuando entrás a un lugar que es una trampa mortal y tenía todas las irregularidades que tenía Cromañón, salir es suerte, nada más”, afirmó Diego Cocuzza, presidente de la organización No nos cuenten Cromañón a El Destape en la previa de que se cumplan 20 años de la masacre de Cromañón.

Qué pasó en Cromañón: el recuerdo de sobrevivientes

Ese 30 de diciembre era el último de los tres shows de Callejeros en Cromañón, en el que presentaría su último disco, Roncanroles sin Destino, y con el que despediría el año. "¿Se van a portar bien?, ¿¡Se van a portar bien!? Estamos en condiciones de avanzar, estimado baterola (baterista)”, expresó Pato Fontanet, cantante de Callejeros, después de los retos de Omar Chabán, gerente de Cromañón, al público por el uso de pirotecnia.

“Me acuerdo que hubo un pogo con Ji Ji Ji entre Ojos Locos (banda telonera) y Callejeros, y que ahí alguien prendió una pirotecnia y salió Chabán a decir que nos íbamos a prender fuego como Paraguay”, recordó Sofía González, sobreviviente e integrante de Coordinadora Cromañón. Chabán se refería al incendio que se produjo en un supermercado de Asunción meses antes, en el que murieron más de 300 personas.

Gonzalo Caneda, sobreviviente que integra la misma organización, vio cómo se provocó el incendio delante de sus ojos. “Justo encima mío veo que una candela, que es un tipo de pirotecnia que es un tubo que dispara luces rojas y verdes cada vez más altas, empieza a rozar la media sombra que recubría el techo y uno de esos roces genera que se prenda. Inmediatamente empieza a salir humo y el show se corta casi al instante”, relató.

Lo que vino después de eso fue una odisea, un esfuerzo superlativo de cada una de las más de 4000 personas que estaban allí esa noche para lograr salir de esa trampa con vida. Sin luz, sin salidas de emergencia habilitadas y con un humo negro que no los dejaba respirar.

“Me empezó a costar respirar entre el apretamiento, los gritos y demás. Ahí se me cruzaron sensaciones de muerte”, agregó Gonzalo. “Imaginate cuando tomás café caliente que te quema acá en el pecho. Bueno, eso multiplicado por mil. Era como respirar fuego”, detalló Diego. “Me paralicé, me dio mucho mucho miedo y me quedé sin poder moverme. Sí recuerdo el momento exacto en el que dije: 'Che, no estoy pudiendo respirar, no veo nada, la puerta no se abre, capaz de acá no salgo'”, sumó Sofía.

A la vez, muchos jóvenes ingresaban una y otra vez a Cromañón para rescatar personas, conocidas o desconocidas. “Yo en Cromañón, como muchísimos otros, salvé vidas. Esa noche hubo héroes que salvaron vidas, no esa inconsciencia colectiva que se quiso instalar durante 20 años en los medios masivos. Quisimos salvarle la vida a todos. No pudimos, no era nuestra responsabilidad hacerlo tampoco”, afirmó Diego.

20 años de Cromañón: la lucha por la memoria sigue vigente

El post Cromañón fue distinto para cada sobreviviente y familiar de víctimas. Un tema que suscitó mucho debate fue las diferencias sustanciales a la hora de definir quiénes eran los verdaderos culpables de la masacre. Si el Gobierno de la Ciudad, Omar Chabán, los músicos de Callejeros o hasta, incluso, el público que se presentó esa noche a escuchar el recital de la banda que le gustaba.

“Durante mucho tiempo nos quisieron hacer sentir culpa por estar vivos”, contó Diego, quien hoy en día elige no acercarse a Cromañón ni al barrio de Once porque lo define como “un lugar horrible”.


 
Gonzalo le puso nombre a una de los afecciones que más se extiende entre los sobrevivientes de la masacre de Cromañón: estrés postraumático. “Profesionales nos han dicho que nos va a acompañar hasta el último día de nuestras vidas. Vos no sabés en qué momento te puede agarrar nerviosismo o esta cuestión de tener de repente un flashback y quedarte congelado en el lugar”, afirmó.

Al día de hoy, muchos de ellos llevan adelante un tratamiento terapéutico especial y sufren consecuencias que les afectan en actividades que pueden parecer sencillas: temor a viajar en subte, en tren, a dormir con la luz apagada o a estar en lugares con mucho amontonamiento de gente. Se estima que 19 sobrevivientes decidieron quitarse la vida luego de aquella fatídica noche de diciembre.

“Tiene que haber una conciencia social de que Cromañón sucedió porque las cosas estaban mal hechas. Hay que velar por la salud de los pibes que no salieron bien de la cabeza, que existen, van a seguir existiendo, y es nuestro deber ayudarlos. Teniendo 19 suicidados en 20 años es urgente y es ahora hablar de Cromañón”, cerró Sofía.

En 2023, Cromañón y el Santuario y Paseo de los Pibes de Cromañón fueron declarados Monumento Histórico Nacional. Y hoy, a 20 años de la masacre, la lucha por una ley de reparación integral que repare realmente a los sobrevivientes, que vele por su salud y los abarque a todos, continúa.