Aunque todavía quedan quienes niegan el calentamiento global, las evidencias no solo apuntan en la misma dirección sino que incluso estamos empezando a atravesar horizontes que se nos hacían lejanos. Uno de ellos ya es oficial: después de más de una década de escuchar las advertencias de los climatólogos de que es imperioso no exceder el grado y medio de aumento de la temperatura global por encima de los niveles preindustriales, el Servicio de Cambio Climático Copernicus, de la Unión Europea, confirmó que 2024 fue el más cálido en el planeta Tierra desde que se llevan registros y la temperatura media mundial superó en 1,5° C los niveles preindustriales. La cifra es significativa porque señala la frontera establecida por la comunidad científica y los gobiernos para evitar ingresar en un escenario en el que los impactos del calentamiento global se harán aún más frecuentes e intensos.
Si bien es una estadística de un solo caso, porque incluye el año pasado, confirma las predicciones y se suma a otras mediciones que indican que estamos avanzando hacia un despeñadero de consecuencias incalculables sobre nuestra salud, nuestros sistemas alimentarios e incluso nuestras posesiones materiales, como ilustran los incendios incontrolables de estos días en los Estados Unidos. “Es un recordatorio de que el mundo se está adentrando en un territorio peligroso y tal vez más rápido de lo que se pensaba”, destaca Jeff Tollefson en la revista Nature (doi: https://doi.org/10.1038/d41586-025-00010-9). “Es tanto una realidad física como un shock simbólico”, le dice Gail Whiteman, científico social de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido.
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Esta medición supera la de 2023, que también marcó un récord de temperatura, pero todavía no puede establecerse si fue una variación azarosa o indica que el ritmo del calentamiento global se está haciendo más rápido. “El límite de 1.5° C se debería mantener por varios años para que realmente se ‘cierre’ la ventana de oportunidad, pero es claramente la manifestación de que se sigue acelerando el calentamiento”, opina la investigadora argentina Matilde Rusticucci, doctora en Ciencias de la Atmósfera, profesora y meteoróloga, autora y coordinadora de reportes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
“La confirmación de que 2024 fue el primer año en el que se superó el incremento promedio de un grado y medio de temperatura global desde que existen los registros, considerando todo el proceso desde la Revolución Industrial en adelante, corrobora lo que la ciencia venía señalando en los últimos años –afirma el biólogo Sergio Federovisky, exviceministro de Ambiente–. Esto, además, se ve verificado en el hecho de que cada año de los últimos 25 supera casi sin excepción las temperaturas del inmediatamente anterior. Estamos frente a un creciente incremento de las temperaturas, por lo que lógicamente debía llegarse a ese aumento de un grado y medio promedio que el propio IPCC había establecido como el fatídico punto de no retorno, ni más ni menos que el umbral tras el cual las condiciones ya no son previsibles y seguramente se inicie un proceso de búsqueda de un nuevo equilibrio del sistema climático mundial tocando los extremos. Esto supone que las condiciones climáticas dejan de ser previsibles”.
De acuerdo con el especialista, este aumento explica inesperados y recurrentes episodios de altísima gravedad, como sequías extremas, incendios colosales, huracanes de mayor intensidad y otros fenómenos cada vez más violentos. “Todo esto es, ni más ni menos, lo que la ciencia estimaba que iba a ocurrir –subraya Federovisky–. Lo vino señalando reiteradamente y la diplomacia internacional, los gobiernos, los Estados, a pesar de haber puesto esta temática en agenda durante los últimos 30 años, no consiguieron diseñar políticas eficaces para revertir esta situación. La gran pregunta que viene ahora es si habiéndose atravesado el punto de no retorno, es reversible. Y la respuesta tiende a ser que no, que ya no sabemos cuál va a ser el clima futuro. Al mismo tiempo, la vulnerabilidad de la sociedad mundial es creciente y el impacto de esos desastres naturales es cada vez mayor. No hace falta más que ver los incendios en California, casi fuera de temporada, en pleno invierno del hemisferio norte, para entender que estamos frente a eventos de una magnitud casi imposible de cuantificar y muy difíciles de enfrentar. La gran paradoja, el gran contrasentido, es que esto se da en medio del florecimiento del negacionismo climático. Y que muy probablemente (esta es una opinión personal) tiene posibilidades de prosperar en buena parte de la población porque los resultados de las políticas que se proclamaron en diversos foros y acuerdos (entre ellos, el Acuerdo de París) fracasaron”.
El mencionado pacto de la Ciudad Luz fue firmado en 2015 por alrededor de 200 países, y estableció que no se excedería el límite que acabamos de atravesar. Pero a pesar de las buenas intenciones, de las nuevas tecnologías y de las sucesivas “cumbres por el clima” que se realizaron en distintas partes del mundo para facilitar la transición energética, las emisiones de gases de efecto invernadero continuaron creciendo.
El umbral del grado y medio de aumento de la temperatura global fue una meta incluída entre otras razones porque se consideró que si se alcanzan los dos grados de calentamiento no se podrá proteger a los países más vulnerables; entre ellos, a las naciones isleñas. Sin embargo, diversos científicos destacan que haberla alcanzado antes de lo esperado no necesariamente implica el fracaso total, ya que muchos de los escenarios de emisiones analizados por el IPCC contemplan que las temperaturas eventualmente atraviesen ese límite, pero que luego se pueda descender (hacia fines de siglo) y evitar eventos catastróficos cuando se pueda extraer dióxido de carbono de la atmósfera.
Consultados por el Science Media Centre (SMC), especialistas europeos reflexionaron sobre el significado de haber alcanzado este límite. “Este récord tiene que ser un baño de realidad. El clima se está calentando hasta niveles que llevamos años intentando evitar porque los países siguen quemando enormes cantidades de petróleo, gas y carbón”, opinó Friederike Otto, profesora titular del Centro de Política Medioambiental del Imperial College de Londres.
“Un solo año con temperaturas de 1,5° C por encima de los niveles preindustriales no significa que nos mantengamos allí, pero sí que nos estamos acercando peligrosamente (…) Cada fracción de grado conlleva más daños para las personas y los ecosistemas, lo que subraya la necesidad permanente de recortes ambiciosos de las emisiones”, agregó Joeri Rogelj, director de Investigación del Instituto Grantham de Cambio Climático y Medio Ambiente del Imperial College de Londres
Para que esta evidencia no lleve al desencanto y el abandono de los esfuerzos en marcha, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, declaró en un documento que acompañó el anuncio: “Que superemos el límite fijado en años individuales no significa que la meta de largo plazo sea inalcanzable, sino que tenemos que pelear con más energía (…) Los líderes deben actuar. Ya”.