Ecuador elige presidenta o presidente en un contexto de gran debilidad democrática. A partir de 2017, cuando Rafael Correa traspasó el mando a su ex vicepresidente y triunfador en las urnas, Lenin Moreno, la democracia ecuatoriana fue sistemáticamente desmantelada –persecución a opositores, corrupción en las más altas esferas del ejecutivo, asesinatos políticos, violación de la Carta Magna- hasta llegar hoy a un proceso electoral cargado de sospechas e irregularidades.
Aunque hay 16 postulantes que aspiran a presidir el país los próximos cuatro años (2025-2029), solo dos tienen chances reales de llegar: el actual presidente Daniel Noboa (37) de la coalición derechista Acción Democrática Nacional (ADN) y Luisa González (47), del movimiento correísta Revolución Ciudadana (RC).
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Pueden votar 13,7 millones de ecuatorianos de un total de casi 19 millones de habitantes. Según la Constitución, será presidente quien obtenga más del 50% de los votos o el 40% con una diferencia de 10 puntos respecto al segundo. Caso contrario se llamará a una segunda vuelta el próximo 13 de abril. Este domingo se eligen también 151 legisladores de la Asamblea Nacional y cinco parlamentarios andinos.
Es estéril informar lo que publican las distintas empresas encuestadoras. Hay quienes dan ganador al actual presidente en primera vuelta, hay quienes ponen en primer lugar a la candidata progresista y quienes hablan de un “voto tapado o sorpresa”. Más del 25% del electorado está indeciso. La mayoría coincide en que el escenario más probable es el balotaje.
Nacido en Miami, hijo del hombre más rico de Ecuador, formado académicamente en Estados Unidos, Daniel Noboa centró su campaña en las políticas de seguridad, combate al narcotráfico y al crimen organizado. En una palabra: militarización y mano dura.
De 2017 en adelante la violencia criminal se disparó en forma proporcional al desmantelamiento de la democracia. Ese año, al terminar el ciclo de Correa, Ecuador era el segundo país más seguro de América latina, según los parámetros internacionales. Este 2025, en enero, se registraron no sólo las cifras más altas de homicidios en la historia del país sino unas de las más terroríficas de la región y el mundo: un crimen cada 25 minutos, 751 personas asesinadas en un mes.
La descomposición de las instituciones policiales y militares ha llegado a tal extremo que en diciembre pasado el ejército hizo desaparecer cuatro niños afroecuatorianos, cuyos cuerpos fueron incinerados y encontrados días más tarde dejando al desnudo la violación de los derechos humanos justificada por la supuesta lucha contra el narco.
El caso de Jorge Glas (ex vicepresidente de Correa y de Moreno) no es menos escandaloso. Fue víctima del lawfare y torturado en la cárcel. En 2024, al quedar libre según el Derecho Penal ecuatoriano, la Justicia reactivó una vieja causa para poder encerrarlo nuevamente. Se exilió en la embajada de México, pero, violando la Convención de Viena, la policía de Noboa lo secuestró de la sede diplomática y lo encerró en una prisión de alta seguridad.
Aún así, Noboa -que cuenta con el respaldo de los grandes medios, el poder real ecuatoriano y la Casa Blanca- busca seguir ocupando el Palacio Carondelet. Cabe señalar que no se trata de una reelección ya que está completando el período de Guillermo Lasso (sucesor de Lenin Moreno) quien gobernó solo dos años (2021-2023). Lasso fue tan corrupto y su administración tan ineficiente que se vio obligado a renunciar y llamar a nuevas elecciones ejecutivas y legislativas, apelando a la “muerte cruzada” figura permitida en la Constitución de Ecuador.
En agosto de 2023, hubo comicios para ver elegir quién terminaría el período de Lasso. Compitieron también Noboa y Luisa González. Ganó el multimillonario en segunda vuelta. Una semana antes del ballotage fue asesinado un dirigente de derecha, Fernando Villavicencio. Una inmediata operación mediático judicial vinculó -sin pruebas- el crimen del político al correísmo, lo que afectó sin dudas a la candidata de ese partido.
Una elección polarizada
Luisa González se recibió de abogada en la Universidad Internacional de Ecuador y se especializó en Economía y Desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid. Creció en el campo. Tiene fama de mujer aguerrida. Participó en varios cargos relevantes durante el gobierno de Correa.
Su propuesta de gobierno también se centra en el combate a la inseguridad, pero además propone devolverles a los ecuatorianos el bienestar (sobre todo en salud y educación) y los derechos que gozaban durante el gobierno antineoliberal de Correa. Si gana, su tarea no será fácil. La primera semana de febrero se conocieron los datos anuales del Banco Central y del Instituto de Estadísticas y Censos (INEC) y la realidad social es catastrófica. En 2024 la pobreza creció 2 puntos y la pobreza extrema 3. En una economía dolarizada hay 5,2 millones de ecuatorianos que viven con ingresos inferiores a 91,43 dólares mensuales y cerca de 2,4 millones de personas que sobreviven con menos de 51,53 al mes.
La campaña de Luisa González apuntó no sólo a denunciar la mala administración de su contrincante (recesión, pobreza, crímenes, etc) sino que también apeló a la nula identificación que el pueblo ecuatoriano tiene con el multimillonario. Daniel Noboa es hijo del “rey del banano” ya que la empresa de su familia es la mayor exportadora de esa fruta. Su padre además de ser la persona más rica de Ecuador es el mayor evasor, el que más dinero le debe al fisco.
Acostumbrado a manejarse con la impunidad que da el poder, el actual presidente apartó a su vicepresidenta (elegida en las urnas), María Verónica Abad. desde el inicio de su mandato. El pasado 7 de febrero la Justicia le ordenó permitir el ingreso de Abad a la sede de la Vicepresidencia, pero el dictamen no se cumplió y el lugar continúa militarizado.
En reemplazo de Abad, Noboa nombró por decreto 500 y 505 a Cynthia Gellibert (no elegida en las urnas) como “vicepresidenta encargada”. El jueves 6 de febrero, la Corte Constitucional declaró esos decretos inconstitucionales. A esto se sumó otra irregularidad: según la Carta Magna, Noboa debería pedir licencia para poder hacer campaña proselitista, pero el presidente no lo ha hecho.
Frente a este escenario reaccionaron la mayoría de los candidatos rivales. Muchos de ellos dudan de la transparencia del proceso electoral e, incluso, temen que si Noboa pierde este 9 de febrero no reconozca su derrota. Uno de ellos es el líder indígena e ingeniero ambiental, Leónidas Iza, miembro del pueblo quechua-panzale que se presenta en estas elecciones con su formación Pachakutik. Iza tiene cerca de un 3% de preferencia electoral según las encuestas.
La Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, sacó esta semana un duro comunicado titulado “Fraude a la democracia” en el que acusa a Noboa de “pisotear la Constitución a su antojo”. “Nos mantendremos vigilantes y movilizados ante cualquier intención de alterar el proceso democrático”, dice el comunicado.