2024: el año más sanguinario del siglo

Hay dos escenarios probables para 2025. Uno es el fin de la guerra en Ucrania (iniciada en 2022), algo que equivaldría a un importante cambio del panorama europeo. El otro, la continuidad, el aumento y, quizás, el descontrol, de las distintas batallas en Medio Oriente.

29 de diciembre, 2024 | 00.05

Una alta exposición de muerte y torturas; la violación impune de las reglas internacionales más básicas; el desenfreno y la barbarie son las marcas distintivas del 2024, el año más sanguinario del siglo.

El genocidio de palestinos en Gaza logra oscurecer cualquier otra noticia. Incluso las buenas como la liberación de Julian Assange, o las que abren puertas y buenas perspectivas como la ampliación de BRICS. 

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Assange –genio en computación, investigador periodístico y militante sin fronteras por los derechos humanos- fue encarcelado por denunciar y dar pruebas fehacientes de los crímenes cometidos por Estados Unidos y sus seguidores. El fundador de Wikileaks corrió riesgos serios de ser extraditado a EEUU y allí –como castigo ejemplar para todos los periodistas que defienden la paz- ser sentenciado a pena de muerte o prisión perpetua. El planeta se movilizó en su defensa. El 24 de junio fue liberado tras llegar a un acuerdo con EEUU sobre su declaración de culpabilidad.

Como estaba programado, el 1º de enero de 2024, en Moscú, la pujante organización integrada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, se expandió e incluyó a Irán, Emiratos Arabes Unidos, Egipto y Etiopía. También a Arabia Saudita, pero como país invitado. En síntesis, se sumaron tres grandes productores de petróleo y gas de Asia y dos naciones claves para reforzar la representación africana. Argentina estaba en la lista, pero lamentablemente la pulsión autodestructiva del presidente Javier Milei canceló el ingreso.

El 2024 trajo la constatación de que el nuevo orden multipolar ha acelerado su marcha y que su proceso es irreversible. Un dato lo corrobora: BRICS Plus compite y gana al hiperconcentrado G7 (grupo que supo ser el de los “siete países más industrializados del mundo”). 

Si antes de la ampliación, BRICS ya movía el 30% de la economía global; tenía un mercado posible del 42% de la población mundial; estaba conformado por 4 de los 7 países más extensos del planeta y algunos de sus miembros lideraban la tabla de desarrollo armamentístico y tecnología, ahora, con la incorporación de estos países ricos en hidrocarburos, su poder de influencia no tiene discusión. Las estimaciones más conservadoras indican que BRICS + controlará el 40% de la producción de gas y 45% de la de petróleo a nivel mundial. 

En octubre, en la cumbre de Kazan (Rusia), BRICS+ planteó establecer “un orden global armónico” y acordó incrementar la posibilidad de intercambio comercial entre sus países con moneda nacionales, entre otras propuestas. No se habló de desdolarización. Nadie quiere agitar la ira del imperio (ya hubo amenazas del presidente electo Donald Trump de futuros castigos para quien ose desafiar al dólar). Otra iniciativa aprobada fue la de sumar países como “Estados asociados”. Están en la lista Bolivia, Cuba en América latina y en la estratégica zona de Asia Pacífico: Indonesia, Malasia y Tailandia.
Lo que dijeron las urnas

En 2024 hubo también muchas e importantes elecciones para renovar los máximos cargos en el poder. Sólo señalaremos algunas. En la India, el primer ministro ultraderechista, Narendra Modi, logró renovar su mandato por un margen de votos muy ajustado. Vladimir Putin, en cambio, fue reelegido como presidente de Rusia por el 87% del electorado.

En Irán, país petrolero, muy involucrado en Oriente Medio (sobre todo con la ocupación y genocidio israelí en la Franja de Gaza) y de gran peso en la reconfiguración multipolar, las elecciones fueron imprevistas. En mayo falleció en un accidente de helicóptero el entonces presidente Ebrahim Raisi (línea ortodoxa). 

En el mes de julio, por 53,6 % de votos, fue elegido Masud Pezeshkian, médico y político de la línea reformista, inclinado a un mayor diálogo y aproximación con Occidente. Sin embargo, Pezeshkian fue duramente provocado por Israel. Horas después de su asunción fue asesinado en Teherán, Ismail Haniyeh, importante líder de Hamas, quien estaba allí como invitado especial del nuevo mandatario persa.

En América del Sur, caben destacar las elecciones del 28 de julio en Venezuela enmarcadas en un ambiente desestabilizador. En las semanas previas a los comicios se agitó la idea de un supuesto fraude electoral. El clima recordaba mucho al escenario previo a las votaciones bolivianas de 2019, que terminaron con un golpe de Estado contra Evo Morales. La noche de la votación en Venezuela hubo un ataque cibernético que retrasó el conteo. Finalmente, el Consejo Nacional Electoral dio el triunfo a Nicolás Maduro con un 52% de sufragios. El mandatario deberá reasumir el 10 de enero.

En América Central, la situación más grave durante este año la vivió Haití: se incrementaron las acciones de las bandas armadas y se extendió la hambruna entre la población.  Los grupos criminales que dominan el 85% de Puerto Príncipe exigieron, en marzo, la renuncia de Ariel Henry, hasta entonces primer ministro y presidente de facto. Luego de varios sucesores transitorios, asumió, en noviembre, como premier interino el empresario Alix Didier Fils-Aime quien aún hoy preside Haití. Ni la presencia de una Misión Multinacional de Seguridad de la ONU ha logrado reducir la violencia ni estabilizar el país que se encuentra francamente abandonado, ex profeso, por las potencias occidentales.

En América del Norte hubo dos importantes comicios: México y EEUU. Claudia Sheinbaum, la primera presidenta mujer de México, asumió en octubre con el honor de ser la más votada en la historia de su país (60%). “Después de 200 años de la República y 300 años de la Colonia, es decir, después de al menos 503 años, por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo llegamos, porque no llego sola, llegamos todas”, dijo al asumir.

Sheinbaum tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso y su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), gobierna 24 de los 32 estados del país. Ha prometido al pueblo bienestar, políticas antineoliberales y de combate a la corrupción, entre otras.

El triunfo del estadounidense Donald Trump, en noviembre, conmovió al mundo. Además de la silla en la Casa Blanca, obtuvo mayoría en ambas cámaras del Congreso. Asumirá el 20 de enero de 2025, pero ya prometió varias acciones: poner fin a la guerra que Rusia y la OTAN libran en Ucrania; escalar el asedio comercial contra China; aumentar la mano dura con los inmigrantes; castigar con suba de aranceles a la Unión Europea si no le compra más gas y petróleo a EEUU; imponer mayores tarifas impositivas a sus vecinos Canadá y México; comprar Groenlandia; readueñarse del Canal de Panamá y un 100% de impuestos a los BRICS si crean una moneda propia que desafíe al dólar, entre otras amenazas.

Los exabruptos y palabras violentas no llegan solos. Trump ha poblado de halcones a su gabinete. Busca evitar el declive del liderazgo estadounidense a como dé lugar y neutralizar (o derrotar) a su rival chino. El contexto de guerras y violencia en Oriente Medio agrava aún más el escenario global.
La guerra infinita

Hay dos escenarios probables para 2025. Uno es el fin de la guerra en Ucrania (iniciada en 2022), algo que equivaldría a un importante cambio del panorama europeo. El otro, la continuidad, el aumento y, quizás, el descontrol, de las distintas batallas en Oriente Medio. 

Las embestidas contra Gaza, Cisjordania, Líbano, Irán, Yemen y ahora también Siria revelan que el plan israelí de conformar el “Gran Israel” no era apenas una teoría conspirativa. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu (sobre quien pesan varios delitos) y su gabinete de extrema derecha, hace más de un año que vienen violando todas las leyes internacionales y los valores humanitarios básicos. Son impunes. Ni las protestas de la ciudadanía global (muchas de ellas reprimidas en EEUU y Europa), ni las declaraciones del máximo tribunal de Naciones Unidas (la Corte Internacional de Justicia) los detienen. Israel cuentan con el aval y la luz verde de Estados Unidos para rediseñar Oriente Medio.

En Palestina, el ejército israelí (como represalia por el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 que tomó a 251 rehenes y mató 1.200 personas) ha asesinado más de 50 mil civiles (cifras oficiales absurdamente bajas si se tiene en cuenta que bombardean constantemente edificios, escuelas, hospitales y matan de hambre a la población). La mayoría de las víctimas son mujeres y niños. En su plan de guerra, Israel ha descabezado también las organizaciones pro palestinas Hamas y Hezbollah, matando a sus principales líderes. 

Ahora la mirada está focalizada en Siria. El pasado 8 de diciembre el grupo extremista musulmán Hayat Tahrir al Sham (HTS) tomó el poder en  Damasco. El entonces presidente Bashar al Assad huyó a Rusia. Este escenario, aún en desarrollo, es favorable a los planes estadounidenses (de perpetuar un orden unipolar bajo su mando) e israelíes de expandirse y ocupar todos los territorios que –según dicen ellos- les están asignados por la Biblia.

A partir del 20 de enero de 2025 con la asunción de Trump, se verán cambios sorprendentes que obligarán a tomar decisiones rápidas y fundamentales. Nuestra región será una de las más vigiladas, pero también una a la que se le abrirán oportunidades. Lograr la integración regional debe ser uno de nuestros primeros objetivos. Luchemos para conseguirla.