A contramano de lo que sucede en el mundo a raíz del incremento de aranceles para las importaciones que lleguen a los Estados Unidos, la administración Milei decidió dejar sin defensas a vastos sectores de la economía local especializados en generar mano de obra intensiva. El Gobierno celebró a lo pirro la imposición del 10% de aranceles para los productos locales - en vez de un 25% como a otras naciones - como si tal decisión trumpista fuese una victoria para el país. Una mirada miope. Las importaciones del sudeste asiático y de otros países que no puedan ingresar en los Estados Unidos encontrarán en la apertura comercial de la Argentina un salvoconducto que podría dejar un tendal de pymes destruidas, conjuntamente con otros cientos de miles de puestos de trabajo destruidos.
La suba de aranceles a la importación impuesta por los Estados Unidos como parte de su guerra comercial contra el mundo entero hace plausible suponer una suerte de aluvión de productos fabricados en distintas partes del mundo - como el sudeste asiático- que buscarán colarse por las fronteras de aquellos países que carezcan de medidas proteccionistas. La Argentina parece llevarse todos los números.
Por ejemplo, la reducción de aranceles para el sector textil comenzó a regir hace una semana con el Decreto 236/2025 publicado en el Boletín Oficial. Dicha normativa establece que los aranceles de ropa y calzado pasarán del 35 % al 20 %; los de telas del 26 % al 18 %; y los distintos tipos de hilados del 18 % a entre el 12 % y el 16 %, volviendo a los aranceles previos a 2007. En épocas de delirio trumpista, toda una invitación para la pauperización de los sectores industriales del país.
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Desregulación en épocas de guerra comercial
Según el Observatorio Pyme, la economía vernácula transita un sendero de desregulación del comercio exterior - que convive con los cambios geopolíticos y regulatorios de los Estados Unidos- que podría tener impactos ambiguos sobre la producción. “Mientras simplifica ciertas operatorias que favorecen el acceso a insumos, componentes y tecnología, avanza en una apertura comercial que incentiva la entrada de productos terminados, así como la sustitución de proveedores locales por externos”, puede leerse en su informe “Amenaza importadora en las pymes”.
Bajo este contexto de guerra comercial, una encuesta del Observatorio Pyme determinó que el 40% de las empresas PyME industriales se siente amenazada por las importaciones en las ventas al mercado interno. Dicho valor sería similar a la proporción verificada en 2018 (40%), 2016 (39%), 2009 (36%) y 2008 (37%). Además, el 56% de las pequeñas y medianas empresas industriales que identificaron a las importaciones como una amenaza también avizoran una caída de su participación en el mercado interno (23% del total).
Los principales sectores afectados serían la industria textil, de prendas de vestir, productos de cuero y calzado (67% de PyME bajo amenaza) y en la metalmecánica (54%), mientras que seguido por el sector de sustancias y productos químicos (40%).
Si se pone la lupa sobre la industria del calzado se observa que abarca a unas 1200 fábricas, principalmente micro, pequeñas y medianas empresas que ocupan a más de 50.000 personas en forma directa e indirecta (se encuentra entre los de mayor participación asalariada en el ingreso con un 42%), además de a unas 40 cooperativas registradas en el INAES. La cadena de valor involucra a los fabricantes de calzado, a proveedores de la industria, curtiembres, proveedores de textiles y sintéticos, proveedores de avíos, y a la cadena de comercialización, y geográficamente está concentrada principalmente en la provincia de Buenos Aires, con el 55% del empleo, seguido por CABA y Santa Fe, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Córdoba y Misiones. La amenaza industrial como consecuencia de la apertura importadora mileista - en el contexto de la guerra comercial de los Estados Unidos contra el mundo - es muy fuerte.
De acuerdo al Observatorio Pyme, los orígenes de la amenaza importadora ubican a China con el 68%, seguido por Brasil con el 17%.
“Esta liberalización del comercio importador relaja las medidas de prevención de maniobras ilícitas en esta materia, amplificando las posibilidades de subfacturación y contrabando, que ya encienden luces de alarma. Además, hay una agenda explícita de reducción de aranceles que, en un contexto como el actual, alienta la importación sin terminar de brindar incentivos análogos a la producción”, concluyó el informe del Observatorio.
El escenario es por demás complejo, teniendo en cuenta que muchas pymes locales ya desarmaron sus propios entramados productivos para reemplazarlos por importaciones chinas a partir de la política desreguladora de la administración Milei, según indicó Marcelo Fernández, titular de la CGERA, en diálogo con El Destape.