La estrategia de confusión, mentiras y exageraciones es la marca registrada del gobierno de Milei. El argumento oficial para pedir más dólares al Fondo Monetario Internacional es ridículo. Dice que servirán para cancelar una deuda no exigible del Banco Central al Tesoro y que no habrá incremento de la deuda bruta.
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Son ignorantes, piensan que la gente es tonta y/o se creen dogmas como si fueran una secta. Es la presentación política más absurda de la extensa historia de préstamos del FMI a la Argentina.
Milei corre desesperado a los brazos del Fondo porque el Banco Central es un colador de las reservas, las presiones sobre un tipo de cambio atrasado son cada vez más intensas, y los especuladores que acumularon ganancias con la bicicleta financiera (carry trade, en jerga de la city) quieren los dólares, que son cada vez más escasos en manos del Banco Central.
Es un horror para las finanzas públicas
La idea grotesca de pedir dólares para saldar deuda intra sector público es una distracción liberal-libertaria para no hablar de lo importante: el desproporcionado e impagable monto del préstamo con el FMI será aumentado.
Si el crédito de 57.000 millones de dólares recibido por el gobierno de Mauricio Macri, de los cuales se desembolsaron 44.500, fue un escándalo, incrementarlo sería un horror en términos económicos, financieros, sociales y de sustentabilidad de la deuda pública.
El costo inmenso para la economía argentina de profundizar la relación de deudor eterno del FMI es difícil de desestimar, aunque existen economistas y analistas oficialistas desinhibidos que afirman que es una operación financiera conveniente.
¿El FMI entregará más dólares a la Argentina?
La insensatez de gobiernos solicitando acuerdos financieros de sometimiento con el FMI se reitera. La corresponsabilidad del Fondo en los sucesivos fracasos de programas de ajuste es innegable.
El aspecto desconcertante en esta oportunidad es que, con un fiasco monumental tan cercano, como fue el préstamo entregado a la administración macrista, la tecnoburocracia y el directorio del FMI estén dispuestos a hacer el papelón más grande de la historia del organismo.
Están preparando la entrega de más dólares a un deudor insolvente e incumplidor serial de los acuerdos, que utilizará las nuevas divisas para facilitar la salida de capitales, montado en la extraordinaria bicicleta financiera diseñada por los socios mesadineristas Luis Caputo (ministro de Economía) y Santiago Bausili (presidente del Banco Central).
Georgieva y Gopinath van a ser cómplices
Con criterios básicos de administración eficiente de carteras crediticias, el pésimo resultado del acuerdo con Macri, las irregularidades procesales y ejecutivas de ese préstamo, cometidas en Washington y Buenos Aires, el carácter impagable del actual crédito en relación con las reservas y las previsiones mediocres de ingresos de dólares del comercio exterior, con la inestabilidad económica y política derivadas, se arriba a la conclusión de que es imposible la ampliación de la asistencia financiera del FMI.
Pero no. El Fondo hundirá más dólares en la economía argentina, aprendiendo nada de la sucesión de sus fracasos. Hoy, la Argentina representa casi el 40% de la cartera crediticia del FMI, seguido por Ucrania con el 10%, y Egipto con el 8%.
En agosto de 2024, los préstamos totales ascendían a 112.000 millones de dólares, con acuerdos vigentes para 90 países. Si gira más dólares a la Argentina (de 10.000 a 15.000 millones), la participación subiría a casi la mitad.
Con la rubrica del acuerdo con el gobierno de Milei, Kristalina Georgieva y Gita Gopinath, número 1 y 2 del FMI, sumarán a sus currículums haber participado del probable desenlace desastroso de la economía argentina.
Los nuevos dólares no serán para Milei, quien espera, de este modo, pasar sin sobresaltos cambiarios hasta la elección de medio término, sino que el verdadero destino de estos billetes verdes será para grandes fondos de inversión ansiosos de abandonar la fenomenal burbuja especulativa liberal-libertaria.
Los dólares del FMI siempre van al Banco Central
El FMI participa en forma activa en la estrategia de confusión del gobierno de Milei. El aumento de la deuda externa con la ampliación del crédito del Fondo Monetario es traficado como parte de la política antiinflacionaria. El economista y exdirector del Banco Central Jorge Carrera explicó en su cuenta en la red X que “me parece que buscan que discutamos esto para no discutir lo importante”.
Advierte que el gobierno quiere hacer un pasaje contable (el Tesoro cancela deuda con el Banco Central) para gastar los dólares en intervenciones en el mercado vía la entidad monetaria
Menciona que si la intervención fuera con subastas del Tesoro (como se hizo con Macri), esos dólares se los quedaba el Tesoro “depositados” en el Banco Central. Carrera aclara lo que se sabe: “Los DEG (la moneda del FMI) o dólares siempre los recibe el Tesoro y siempre van al Banco Central y forman parte del activo” de la entidad monetaria.
Agrega que “el punto es que todo este humo sobre detalles contables nos saca de la discusión importante, que es que se aumenta la deuda externa del sector público”, para concluir que “el problema es que faltan dólares propios en las reservas”.
El auditor principal de los acreedores
Con el antecedente de casi 30 programas en 67 años, ya se debería incorporar como una variable clave en el análisis del vínculo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional, que todo acuerdo termina en fracaso y, fundamentalmente, que se trata de un plan político de condicionamientos.
Es bastante probable que en el inminente a rubricar no se vayan a cumplir algunas de las metas, tal como se enuncian al inicio, y, por lo tanto, habrá un largo ciclo de negociaciones –tensiones- permanentes en la relación con este organismo.
El FMI consolida, de esta forma, el papel de auditor de las políticas económicas en función de garantizar, fundamentalmente, el pago de intereses y capital de la deuda externa.
En esta tarea, a la vez, condiciona a la economía por dos vías: la financiera y la económica, definiendo exigencias que brindan negocios a bancos (reforma previsional), mejoran la tasa de rentabilidad de las empresas (flexibilización laboral) y entregan áreas estatales privilegiadas a multinacionales de servicios estadounidenses y europeas (privatizaciones).
El FMI tiene otro rol, que no es muy considerado en los análisis habituales, que consiste en ser una pieza relevante en el ordenamiento de la cuestión geopolítica de Estados Unidos, como brazo económico de intervención en áreas que la potencia económica considera como estratégicas para sus intereses.
Así se empieza a entender la despreocupación de la tecnoburocracia y del directorio del FMI de pasar a ser protagonistas del papelón más grande de la historia de la institución, por el insólito -por la magnitud- e irresponsable -por la insolvencia- préstamo que definirá en el nuevo acuerdo con Argentina.