En estos días de confusión deliberada de voceros mediáticos oficialistas y de ignorancia promovida por funcionarios del equipo económico en relación con la negociación con el FMI, la siguiente guía ayuda a despejar la bruma liberal-libertaria:
¿Cuándo un país necesita la asistencia financiera de miles de millones de dólares del Fondo Monetario Internacional?
Cuando está quebrado, no tiene ninguna otra fuente alternativa de financiamiento externo y está desesperado por conseguir dólares para satisfacer la demanda creciente de divisas, con reservas internacionales que disminuyen a ritmo acelerado.
¿Qué exige el FMI a cualquier país que solicita un préstamo para cubrir el déficit de las cuentas externas, o sea la escasez de divisas?
La devaluación de la moneda nacional. La promueve, según su tradicional marco teórico, como una herramienta para corregir los desequilibrios externos (encarecer las importaciones y hacer más competitivas las exportaciones) y reducir así la necesidad de financiamiento externo.
¿Cuáles son las consecuencias iniciales de un acuerdo con el FMI?
Aumento de la tasa de inflación con la consiguiente reducción del poder adquisitivo de los sectores con ingresos fijos, y caída de la actividad económica.
¿La asistencia financiera del Fondo puede frenar la corriente de desconfianza (corrida cambiaria) en un gobierno y su plan económico?
Depende, es una moneda al aire, aunque la experiencia argentina enseña que es muy difícil recuperar la confianza.
¿Cuál es el escenario positivo para mejorar las perspectivas de un gobierno necesitado de un acuerdo con desembolsos del FMI?
Los dólares del FMI buscan evitar el default y contienen el impulso desenfrenado de la corrida cambiaria, puesto que esas divisas permiten a los inversores huir del riesgo local (bonos y acciones) y cerrar las posiciones especulativas en el denominado carry trade. El discurso conservador publicita que un acuerdo con el FMI brinda un sello de garantía sobre el plan económico de ajuste, generando las condiciones para atraer inversiones y mejorar el acceso a crédito en el futuro.
¿Cuál es el escenario negativo?
Las medidas de austeridad arrojan a la economía a una recesión de corto plazo, que genera incertidumbre en empresas e inversores. Además, aparecen las dudas acerca de la capacidad política del gobierno para implementar las reformas exigidas en el acuerdo por la resistencia social al ajuste regresivo. El préstamo del FMI entonces se termina interpretando como una señal de debilidad en lugar de confianza.
La primer gran corrida cambiaria con Milei
Esta guía brinda el contexto para identificar el motivo del comienzo de la primera gran corrida cambiaria en el gobierno de Javier Milei. En las últimas tres jornadas hábiles (viernes, lunes y martes), el Banco Central regaló 747 millones de dólares a una paridad cambiaria que, según la opinión generalizada, será más elevada luego de la firma de un nuevo programa con el Fondo.
Al despilfarro de estas divisas de un Banco Central que tiene reservas netas negativas se agrega la insólita impericia del equipo económico al anunciar un acuerdo con el FMI cuando todavía no está cerrado. Esto no significa que no vaya a concretarse, pero se sabe que no se informa el final de una negociación con la tecnoburocracia del Fondo cuando todavía faltan definir los aspectos más relevantes, entre ellos el régimen cambiario.
Desde el discurso del presidente Javier Milei en el Congreso, donde inauguró las sesiones ordinarias e informó el inminente acuerdo con el FMI, han pasado casi veinte días, un período extenso para inversores jugando en el paño de la burbuja especulativa diseñada por los socios mesadineristas Luis Caputo (ministro de Economía) y Santiago Bausilli (presidente del Banco Central).
El costo de anunciar un acuerdo con el FMI que todavía no está cerrado
La dupla Milei-Caputo hizo el anuncio de un acuerdo sin mostrar lo importante:
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El monto del préstamo.
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La proporción de dólares de libre disponibilidad para intervenir en el mercado.
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Las condiciones fiscales, monetarias y de acumulación de reservas del acuerdo.
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Cuál será el régimen cambiario (devaluación directa, crawling peg, sistema de bandas, flotación del tipo de cambio).
Este martes, Caputo se presentó en dos canales oficialistas, antes de la apertura de los mercados, con el objetivo de enviar señales de tranquilidad. El saldo fue pésimo: no entregó ninguna de estas precisiones básicas del acuerdo con el FMI, acelerando entonces la corrida.
El economista Christian Buteler ofreció la siguiente sentencia sobre esta conducta: “Si vas a salir a calmar a los mercados, debes estar seguro de tener un mensaje que calme a los mercados. Caso contrario, mejor no salir”.
La devaluación es un drama para los sectores populares
La reacción de bancos y fondos de inversión, bastante demorada ante semejante nivel de improvisación -o desesperación-, fue comenzar a desarmar sus posiciones en pesos para comprar dólares.
El economista Gabriel Caamaño, de Outlier, informó que este lunes hubo una salida de fondos netos de aproximadamente 400.000 millones de pesos de Fondos Comunes de Inversión de renta fija y money market (perfil conservador de corto plazo), equivalente a unos 330 millones de dólares.
¿No era que no podía haber una corrida cambiaria porque no había exceso de pesos en la economía? Esta falacia fue repetida por el equipo económico y Milei, amplificada por algunos consultores de la city.
Otra señal de la huida de capitales especulativos fue el descontrol de los contratos de dólar futuro. Algunos habrán especulado con una próxima devaluación, aunque sin saber la magnitud y cuál sería el nuevo sistema cambiario, pero la mayoría de las operaciones fueron realizadas por inversores de carry trade para garantizarse el precio de salida con las ganancias acumuladas en estos meses de festín especulativo entregado por la dupla Milei-Caputo.
La inminente devaluación es un drama para trabajadores y jubilados. A diferencia de eventos traumáticos similares, en este caso, Milei es el principal responsable del actual desquicio económico, financiero y cambiario que lo arrojó desesperadamente a los brazos del Fondo Monetario Internacional, cuyo desenlace será un nuevo mazazo sobre el poder adquisitivo de la población.