Cada fin de año, entre brindis, uvas y deseos, reaparece un ritual tan curioso como popular: meterse debajo de la mesa apenas empieza el Año Nuevo. Para algunos es una broma entre amigos; para otros, una tradición que se repite con la esperanza de atraer algo puntual en los meses que vienen. Pero ¿de dónde sale este ritual y cómo se supone que hay que hacerlo “bien”?
Como sucede con otros rituales de fin de año, las 12 uvas, la valija, la ropa interior de colores, su fuerza no está en una garantía de resultados, sino en la intención y el significado personal. Marcan un cierre y un comienzo, un momento para pensar qué se quiere atraer y qué se está dispuesto a cambiar.
Meterse debajo de la mesa puede parecer una superstición sin sentido o un juego simpático, pero también funciona como excusa para formular un deseo concreto. Y en un momento tan cargado de expectativas como el inicio del año, eso no es poca cosa.
Meterse debajo de la mesa: un ritual que mezcla juego, creencia y deseo
La costumbre de meterse debajo de la mesa en Año Nuevo circula desde hace años en distintos países de América Latina, sobre todo asociada a los rituales del amor. La idea es simple: esconderse simbólicamente para “invocar” una pareja, fortalecer vínculos o atraer una relación nueva durante el año que comienza.
Como ocurre con muchos rituales populares, no tiene un origen documentado único, sino que se transmite de boca en boca, en reuniones familiares y cenas con amigos. Parte de su éxito está justamente en eso: es fácil, no requiere objetos especiales y se hace en un momento cargado de energía simbólica.
Cómo hacer el ritual debajo de la mesa
Quienes creen en este ritual aseguran que hay algunos pasos básicos para potenciar su intención:
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El momento clave es apenas pasan las 12, cuando comienza el Año Nuevo.
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Hay que meterse debajo de la mesa del brindis, aunque sea por unos segundos.
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Mientras se está debajo, se recomienda pensar con claridad el deseo: una pareja estable, un nuevo amor, reconciliación o mayor conexión emocional.
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Algunas versiones indican permanecer todo el primer brindis, otras dicen que alcanza con unos instantes.
No se trata de hacerlo en silencio absoluto ni con solemnidad extrema: para muchos, el ritual convive con risas, complicidad y clima festivo.
Qué se dice que atrae
Según la tradición popular, meterse debajo de la mesa puede atraer un nuevo amor durante el año, mayor estabilidad afectiva, reconciliaciones o vínculos más profundos, o bien una apertura emocional para conocer a alguien.
Más allá de la creencia literal, muchas personas lo interpretan como un gesto simbólico: empezar el año conectando con un deseo personal y poniéndolo en primer plano.
