Bacterias más resistentes y la pandemia que se viene: por qué "la historia se repite" y no termina tras el COVID

A la resistencia de las bacterias a los antibióticos se le suma el hallazgo de una nueva cepa de la gripe aviar. Qué evalúan los expertos que coinciden en que "no se trata de preguntarse si sucederá, sino cuándo".

20 de marzo, 2025 | 00.05
Bacterias más resistentes y la pandemia que se viene: por qué "la historia se repite" y no termina tras el COVID Bacterias más resistentes y la pandemia que se viene: por qué "la historia se repite" y no termina tras el COVID

Con el recuerdo de la pandemia de COVID-19 aún fresco, otra crisis sanitaria se gesta en silencio, amenazando con desestabilizar los sistemas de salud del mundo: la resistencia a los antibióticos. Este fenómeno, acelerado por el uso excesivo de estos medicamentos, podría adelantar lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) proyectaba para 2050: que las muertes por infecciones resistentes superen a las causadas por el cáncer. A su vez, en el radar de la comunidad científica, los virus de la influenza aviar de alta patogenicidad, como el H5N1 y el H5N7, aparecen como amenazas concretas.

Cada vez que un nuevo antibiótico llega al mercado, surge una carrera contra el tiempo. Las bacterias, con una capacidad asombrosa para adaptarse, comienzan a desarrollar mecanismos de resistencia casi al mismo tiempo que esa droga sale al mercado. Desde que se descubrió la primera enzima capaz de destruir la penicilina, más de 7.000 variantes de resistencia han sido identificadas. Este fenómeno, impulsado por el uso excesivo e indiscriminado de estos fármacos, ha convertido la resistencia antimicrobiana en una de las mayores amenazas para la salud a nivel mundial. 

La crisis del COVID-19 no solo evidenció las debilidades de los sistemas sanitarios, sino que también exacerbó el problema de la resistencia a los antibióticos. El abuso de antibióticos durante este período disparó mecanismos de resistencia, reduciendo aún más las opciones terapéuticas disponibles.

Hablar de una nueva pandemia no es una cuestión hipotética. Los expertos coinciden en que no se trata de preguntarse si sucederá, sino cuándo. Detrás de ese escenario inminente, hay al menos dos grandes fuerzas que impulsan la aparición de nuevas enfermedades: por un lado, la capacidad de los virus zoonóticos para mutar y adaptarse al ser humano; por otro, el ritmo vertiginoso de los desplazamientos humanos en un mundo hiperconectado. Ambos factores son piezas clave en el rompecabezas de las pandemias del futuro.

“La OMS proyecta que, para 2050, las muertes por infecciones resistentes a los antibióticos equipararán e incluso superarán a las causadas por el cáncer. Ahora, es probable que para 2030 ya enfrentemos una crisis sin precedentes”, alerta Power, profesor adjunto de Microbiología en la FFyB e investigador independiente del CONICET. El costo económico para los sistemas de salud será millonario, ya que cada fármaco que pierde efectividad representa una pérdida enorme de recursos.

“Casi el 90% de los pacientes hospitalizados recibieron tratamiento con antibióticos, a pesar de que muchas de las infecciones asociadas al virus eran de origen viral, no bacteriano. La pandemia adelantó lo que esperábamos para 2050. Ahora, es probable que para 2030 ya enfrentemos una crisis sin precedentes”, afirma Pablo Power.

Uno de los mayores problemas es el uso de antibióticos para tratar infecciones virales, como gripes o resfriados. “En estos casos, el paciente se cura al mismo tiempo sin antibióticos, porque estos fármacos no actúan sobre los virus”, explica Power. Sin embargo, su uso innecesario acelera la resistencia, dejando a la humanidad cada vez más vulnerable frente a infecciones que antes eran tratables.

En Argentina, la cultura de la automedicación agrava el problema. Somos una sociedad que exige comprar el medicamento que quiere, no el que el médico receta”, señala Power. Este comportamiento, sumado a la venta irregular de antibióticos sin receta, contribuye a la propagación de bacterias resistentes. “Los farmacéuticos y los profesionales de la salud tienen una responsabilidad clave: deben negarse a vender antibióticos sin prescripción y educar a los pacientes sobre los riesgos de su uso indebido”, destaca el especialista.

Riesgos de la próxima pandemia: la gripe aviar, entre virus emergentes y sistemas de salud debilitados

El riesgo de una nueva pandemia no es una cuestión de “si” ocurrirá, sino de “cuándo”. Los especialistas advierten que hay dos factores clave que favorecen la aparición de estos eventos: la mutación de virus zoonóticos y la aceleración de los desplazamientos humanos a nivel global. "Los virus de transmisión animal generan mutaciones constantes, y cuando una de ellas permite una mayor transmisión entre humanos, el riesgo de pandemia se vuelve real", explica el Dr. Daniel Stecher, Consultor de Infectología y Vacunatorio del Hospital de Clínicas, Director de la Carrera de especialista en Infectología de la UBA y Miembro de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología. La globalización, con viajes internacionales que ocurren en cuestión de horas, hace que los virus se propaguen mucho más rápido que en pandemias anteriores, como la gripe española de 1918.

En el radar de la comunidad científica, los virus de la influenza aviar de alta patogenicidad, como el H5N1 y el H5N7, aparecen como amenazas concretas. Recientemente, una variante inédita del virus H5N1, con mutaciones que le permiten infectar ganado lechero, ha sido detectada en Estados Unidos y ya causó contagios en humanos y una muerte. El brote, registrado en Nevada, marca un preocupante salto evolutivo de la cepa, que hasta ahora afectaba principalmente a aves. Denominada D1.1, muestra una expansión inusual y ha sido vinculada a infecciones en casi 70 trabajadores rurales, con un caso fatal en Canadá. La propagación del virus a mamíferos es una señal de alerta para epidemiólogos y autoridades sanitarias que advierten sobre una posible pandemia: "Es fundamental que los países coordinen estrategias de prevención y manejo ante posibles brotes", afirmó el Stecher en otra nota a El Destape.

También preocupa el SARS-CoV-2, especialmente si las tasas de vacunación continúan cayendo. A esto se suma un factor poco mencionado pero fundamental: el impacto del cambio climático y la deforestación. "La destrucción del hábitat moviliza animales e insectos hacia nuevas regiones, lo que facilita la propagación de enfermedades. En Argentina, un ejemplo claro es la expansión del Aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue, que ha llegado a provincias del centro del país donde antes no se lo encontraba", señala el Dr. Stecher.

A diferencia de lo que se cree, la resistencia a los antibióticos no es un desencadenante de pandemias, ya que estas suelen ser de origen viral. Sin embargo, la falta de antibióticos efectivos puede aumentar la mortalidad al dificultar el tratamiento de infecciones bacterianas secundarias. La falta de inversión en el desarrollo de nuevos antimicrobianos agrava aún más el panorama: "Las farmacéuticas prefieren invertir en medicamentos más rentables, ya que los antibióticos suelen perder eficacia rápidamente por la aparición de resistencia", advierte el Dr. Stecher.

A pesar de los aprendizajes que dejó el COVID-19, el mundo se encuentra hoy en una situación de mayor vulnerabilidad. La salida de Estados Unidos y Argentina de la OMS debilita las estrategias globales de coordinación para futuras crisis sanitarias. En nuestro país, el desmantelamiento del Ministerio de Salud y la pérdida de recursos humanos clave en áreas como inmunización o enfermedades infecciosas están dejando consecuencias inmediatas. "El brote de sarampión en la Ciudad de Buenos Aires es una señal de alerta", advierte el Dr. Stecher. Si el Estado se retira de su rol en la salud pública, la capacidad de respuesta ante una nueva pandemia será limitada, poniendo en riesgo a toda la población.

Frente a este escenario, la investigación y la educación se vuelven urgentes. Es fundamental estudiar cómo las bacterias desarrollan resistencia, diseñar nuevos fármacos y capacitar al personal de salud. “Descubrir y desarrollar un antibiótico efectivo es un proceso largo y costoso. Debemos cuidar los que tenemos y usarlos de manera responsable”, enfatiza Power. Pero la solución no solo está en los laboratorios. Campañas de prevención, políticas de control y una comunicación clara con la sociedad son esenciales para frenar esta “pandemia silenciosa”. Como concluye Power: “La gente moría por infecciones que hoy nos parecen imposibles. No podemos permitir que la historia se repita”.