La familia detrás del primer colectivo, que hace más de 100 años recorre el conurbano y no deja morir la tradición de sus fundadores

Los Velayos están detrás de la primera empresa en obtener la concesión de un recorrido, en 1923. Sus actuales dueños crecieron entre choferes y mecánicos, en Lomas de Zamora. "Jugábamos con los tubitos para guardar las monedas", aseguran quienes hoy tienen a cargo 6 líneas y 13 ramales. 

30 de octubre, 2024 | 00.05

Una línea municipal, la 543 de Lomas de Zamora, ocupa un lugar de privilegio en la historia del colectivo argentino por pasado y por presente: fue la primera empresa en el país en obtener la concesión de un recorrido, y en la actualidad, sigue adelante bajo la dirección de la familia fundadora.

En 1923, el inmigrante español Teófilo Velayos consiguió la habilitación del municipio para transportar pasajeros. “Lomas sólo estaba poblado hasta donde hoy es la calle Alvear. Así que el viaje arrancaba desde ahí y hacía unas diez cuadras hasta la estación de trenes por Laprida”, explica Sergio Velayos, uno de los cuatro nietos que hoy están a cargo de la empresa. “Con el crecimiento de la población, al poco tiempo, el recorrido se extendió otras diez cuadras hasta Santa Fe”, completa su hermana Celina, también al frente de la compañía.

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Con el correr del siglo de historia, la Línea 543 acompañó las oleadas de urbanización del distrito y extendió su trayecto hasta los límites con el vecino partido de Esteban Echeverría en el Camino de Cintura.

Una empresa familiar

En charla con El Destape, Sergio y Celina aseguran haber nacido entre colectivos. “La terminal estaba en pleno centro de Lomas, ahí nomás del municipio, en Sáenz y San Martín. Nosotros vivíamos en un departamento que papá había construido arriba. Es decir, nos levantábamos, bajábamos y ya nos encontrábamos entre bondis, choferes y mecánicos”, grafica divertido Sergio.

“Para nosotros todo era un juego. Ya para cuando éramos chicos la empresa tenía unos veinte vehículos, con más o menos 60 empleados. Jugábamos con los tubitos para guardar las monedas. Andábamos de acá para allá”, recuerda Celina.

Esa indiferenciación típica de comercio de barrio entre vivienda y lugar de trabajo fue el ámbito en que ya en la adolescencia los cuatro hermanos se encontraron con sus primeras responsabilidades en la Línea. “Por ahí faltaba algún empleado administrativo y papá me retiraba del colegio para que hiciera la caja. Ponía como excusa que me tenía que llevar al médico y cosas por el estilo y me llevaba a laburar”, apunta Celina. “Explotación infantil”, sentencia entre cómplice y en broma Sergio.

Papá Jorge también se crió entre colectivos. El abuelo había construido su casa al fondo del galpón en el que estuvo la primera terminal, en Manuel Castro 160. Hoy allí funciona un estacionamiento”, asocia Celina.

Los comienzos

Hasta 1922, Teófilo Velayos junto a algunos primos, manejaban taxis. Pero ese año ideó el salto a un vehículo que permitiera transportar más pasajeros y empezó las gestiones en la Municipalidad de Lomas de Zamora

“Antes de los taxis el abuelo tenía registro como cochero de carruajes porque trabajaba para lo que hoy es la Facultad de Agrarias de Lomas de Zamora y hacía las diligencias a caballo”, historiza Celina.  “Después a ese mismo registro le completaron con un sello que podía manejar automóviles”, apunta Sergio.

En febrero de 1923, con vehículos con carrocería de madera, estribo de lapacho, bancos de costado enfrentados entre sí y con unas lonas contra el frío y la lluvia, empezó la historia.

“Se registró como Compañía Hispano Americana. Se lo denominaba servicio de ómnibus por entonces. Además del chofer, había un chico que cobraba y guardaba la plata en una bolsa de cuero”, aclara Celina.

“Con el tiempo se reconvirtió en Línea 10 y después como 543”, agrega Sergio, quien marca posición en la polémica histórica. “La nuestra fue la primera concesión legal del país. El día de Colectivero se fija en función de la primera línea en capital, que fue recién en 1928, cinco años después. El proceso fue parecido: gente que tenía taxi, que se reconvirtió en empresa de colectivo”, desarrolla. 

“En el mismo período que arrancó nuestro abuelo, también había colectivos en San Fernando y Tigre. No sé con exactitud cuál empezó antes. Pero lo que sí es seguro es que no tenían la concesión. Desde ese ángulo es que somos los primeros que anduvimos con habilitación”, redondea Celina.

Una empresa local

Celina, Sergio y sus dos hermanos Jorge y Carina se hicieron cargo de la empresa en los noventa una vez que se retiró su padre. Por entonces, además de la Línea 543, estaban al frente también de la 544. “No hubo margen en este negocio para avanzar en recorridos provinciales o que entren a la ciudad de Buenos Aires, por lo que nos fuimos especializando como línea municipal”, admite Sergio.

“En estos años, hubo empresas que para nosotros eran monstruos, que las veíamos como si fueran multinacionales, como la Cañuelas, que manejaba la 51, que hoy no están. Así que estamos más que agradecidos con el lugar que tenemos”, profundiza Celina.

Ya bajo la figura de Yitos SA, en el siglo XXI compraron otras líneas municipales como la 541, la 561, 562 y 549. Entre las 6 líneas, acercan gente desde los barrios del oeste del distrito no sólo a la estación Lomas de Zamora sino a las otras de la comuna como la de Banfield, Temperley, Turdera y Lllavallol.

Cada nueva calle asfaltada, cada nuevo barrio, obliga a actualizar recorridos. “Hay dos ramales a los que les pusimos letras con las iniciales de los vecinos que se movieron para que llegáramos, que hicieron viajes a La Plata para hacer las gestiones como la P, por Pato y la L, por Luisa, una señora grande, de más de 70 años”, destaca Celina.

“Cada avance genera nuevas tareas. Por ejemplo, alquilar baños para que los choferes tengan adonde higienizarse en donde finaliza el recorrido”, ejemplifica Sergio.

Con 6 líneas y 13 ramales, la empresa familiar empezó a manejar volúmenes que obligaron a una profesionalización. “Tenemos tres terminales, tres estaciones de servicio propias. Hoy la mecánica exige enchufar computadoras para diagnosticar problemas y arreglarlos”, añade Celina.

Junto a los cuatro nietos del fundador, hoy trabaja también una cuarta generación de una empresa familiar y municipal con historia.