Detrás de Persiana Americana hay un artista “maldito” que la compuso con Cerati: la historia que empezó en un concurso radial y terminó con un tema ícono de Soda Estéreo

Jorge Daffunchio se define como artista plástico, pero sus poemas lo llevaron al éxito. Trabajó en la primera versión del tema ícono de Soda Stereo que luego Gustavo Cerati terminó de darle forma. "Me cambió la vida", asegura.

24 de octubre, 2024 | 00.05

Una calurosa noche de 1985, Jorge Daffunchio volvía de dar clases en la Escuela de Arte de Luján con su Renault 6 y encendió la radio. Desde ese entonces, si bien el artista plástico no lo sabía, su vida cambiaría para siempre. El azar quiso que en el dial se encontrara con el programa Submarino Amarillo, cuyo conductor Tom Lupo contaba que comenzaba un concurso de letras para que GIT o Soda Stereo lo musicalicen para grabarlo en su próximo disco. Su texto no ganó, pero le gustó a Gustavo Cerati y -pese a varios infortunios de por medio- se transformó en Persiana Americana, uno de los himnos del rock latinoamericano.  

"Yo soy básicamente artista plástico, aunque siempre escribí algunas cosas y justo días atrás había hecho unos poemas, entonces los mandé. Recuerdo que la convocatoria se extendió 3 meses desde que la escuché y en ese lapso de tiempo escribí a full, el concurso fue como un gran disparador para mí", rememora Daffunchio en la charla con El Destape

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Y continuó; "Bueno, llegó la noche del resultado y comentaron que Soda se bajaba del concurso, aunque luego aclararon que Gustavo Cerati había elegido un tema llamado Cine Negro y que el autor era yo y que no sabía cómo ponerle música. No lo podía creer". 

"Luego invitaron a los ganadores, a mi también. Yo pensé que iban a ir los representantes de los grupos y los grupos, no fue nadie y pasó que nos hicieron leer las letras al aire. Y en un momento, me llama aparte Tom Lupo, me cuenta que de las 1200 letras, él consideraba que la mía era la mejor, para mí fue tremendo: Primero Cerati y después Tom Lupo", contó aún casi sorprendido. 

Creo que nunca lo podré saber

Lo que continuó luego fue un derrotero de peripecias, ansiedades y situaciones propias de un mundo todavía analógico, sin la velocidad actual cibernética para acelerar los trámites. De hecho, Daffunchio le pidió el número de teléfono (fijo) de Gustavo Cerati a Tom Lupo, quien a su vez le dio el de su representante. "El representante nada, solo me recomendó ir a Sumo porque me decía que el guitarrista se llamaba igual que yo, aunque no tenemos nada que ver con Germán", aclaró el artista.  

"Me mandé igual a hablar con ellos para mostrarles mis ilustraciones para la portada de un disco y me aceptaron algo para Llegando a los monos, pero también quedó en la nada. Pasaron dos meses y Salvador Melita, un gran amigo mío que es director de fotografía de cine, me dice que se va a filmar Cuando pase el temblor con Soda a Tilcara. Le pasé un sobre con un montón de letras y mi amigo me comentó que la banda quedó enloquecida con ellas y que nos íbamos a encontrar en su próximo show", agregó. 

El dato que exacerbaba la ansiedad de Jorge, al punto de creer que nunca se produciría el encuentro, era que Soda no estaba tocando en vivo. De hecho, el trío más mentado se encontraba de gira promocional por España. "Me estaba volviendo loco porque pensaba que me quedaba afuera", admitió ante El Destape

Entonces, llamó de vuelta a Cerati y le dejó un mensaje en su contestador, en el que dejó el número de su vecina: una costumbre de entonces ya que en esa época no abundaban los teléfonos. Para su suerte, el cantante le devolvió el llamado y combinaron para encontrarse en su departamento, situado en Barrio Norte. 

"Me dice: 'Mirá, tengo solo las bases de los temas, no hay melodías así que escribí lo quieras. Me gusta lo que hacés'. Luego me da un papel en el que había 15 disparadores de ideas. De hecho, de esas 15 palabras, 8 fueron los títulos de Signos", recordó el docente. 

Nace un hit

De aquel encuentro, Daffunchio regresó en el tren Sarmiento hacia su casa de Moreno. Mientras leía una y otra vez los disparadores que les dejó el cantante de Soda, en principio, le llamó la atención Persiana Americana. "Yo leía mucha novela negra y me representó a un detective privado, en un oficina de la mala muerte, en la que abundaba el humo del cigarrillo y había una persiana americana de fondo", agregó. 

"Me puse a trabajar en una primera versión que contaba la historia de alguien que esperaba a una persona, no se sabía si era hombre o mujer, pero que miraba expectante a través de la persiana americana. Además escribí 9 temas más", precisó el también músico.

Gustavo Cerati eligió sin dudar Persiana Americana, aunque le pidió a Jorge que la reescriba con algo más de romanticismo porque era su idea para las letras del disco Signos. "Yo en ese momento apelaba muy a lo visual porque venía de ese palo y se me ocurrieron imágenes de películas como Vestida para matar o Doble de cuerpo: pensaba en la idea de un voyeaur", añadió. 

La entregó y otra vez se repitió la espera que ya conformaba un derrotero propio de un Proceso kafkiano. Finalmente, luego de tres meses, lo llamó Gustavo Adrián. "'Estamos acá en la oficina de Ohanián (productor de Soda), tenemos el disco para que lo escuches', me dice. Estaban los tres, Gustavo me lleva a una cabinita y me lo hace escuchar. Al final, me pregunta que me parecía, no sabía que decir", admite Daffunchio.

El frontman del trío más mentado de Sudamérica le hizo algunos retoques, porque Jorge la escribió sin las melodías y tuvo que adaptarla a la métrica de la canción, por eso es coautor de la letra y no el autor.  

El antes y después de Persiana

Persiana Americana, junto a Prófugos y Signos, fue uno de los cortes promocionales del tercer disco de Soda Stereo. El material llevó al trío a deplegar una exitosa gira por Latinoamérica que quedó registrada en el posterior trabajo discográfico: Ruido Blanco. 

Asimismo, Signos fue certificado con platino en Argentina, Chile, Perú y México. En el mismo sentido, la creación de Daffunchio ostenta unos números actuales elevados: de hecho, hasta comienzos de octubre, superaba las 422 millones de reproducciones en Spotify. En consecuencia, la pregunta es cómo cambió la posición económica de "Daffi", tal su apodo, por los derechos de autor.

"Me aseguré como una especie de jubilación: es una tranquildad porque es un ingreso extra asegurado, pero no me llené de guita como bromeaba Tom Lupo en su momento. Yo pensaba: ´¡Me está mandando a los chorros!´" (se ríe)", le respondió Daffunchio a este medio.

El impacto insoslayable lo tuvo más en términos emocionales, personales y profesionales. "Me ha pasado de ir a ver a Soda a estadios y escuchar a todo el mundo cantando mi canción, es una cosa que conmociona. Persiana Americana me cambió la vida, claramente, porque amplió el espectro de mi alcance como artista: encontré un lugar más donde expresarme. Ya tenía la plástica, luego las letras y después hasta empecé a tener bandas. Y también ese tipo de escritura me llevó a otro tipo de prosa como la poesía, la narración", reflexionó Jorge. 

De hecho, luego formó Los incómodos, Trebién, Lenin Pop, No tan cursis, Un relámpago ahí; trabajó para la banda Autobús y con Miguel Gabbanelli que estaba allí y formó luego Los Rancheros; continuó en su rol como docente y artista plástico; y hasta fue director de arte de la película Corralón de Eduardo Pinto. 

Un artista maldito, como todos los artistas 

Daffunchio, quien nació en la ciudad canadiense de Halifax, cuenta por qué su álter ego es Maldito Artista. "Cortázar decía que el verdadero artista es un eterno perseguidor de un objeto que nunca termina de alcanzar. Esa es la maldición", sintetiza.  

"En realidad es una idea que proviene de El Perseguidor, cuyo protagonista está basado en el famoso saxofonista Charlie Parker. También se expresa el mismo concepto en un libro de Luis Felipe Noé que se llama Antiestética, Y lo que yo agregué es que esto es de alguna manera es como una maldición, entonces todos los artistas somos malditos" concluye.