Es diseñadora y con sus amigos ayudó a salvar un bosque clave durante los incendios de la Patagonia: "Te parte el corazón"

Cuando con sus amigos vieron que El Bolsón se estaba incendiando, no dudaron en viajar desde Bariloche para ayudar. Gracias a su aporte, contuvieron el fuego y participaron de donaciones clave. La historia de Ana y su red, impulsados por la solidaridad.

18 de marzo, 2025 | 00.05
Es diseñadora y con sus amigos ayudó a salvar un bosque clave durante los incendios de la Patagonia: "Te parte el corazón" Es diseñadora y con sus amigos ayudó a salvar un bosque clave durante los incendios de la Patagonia: "Te parte el corazón"

“Ahora ya van como 80 días desde que todo comenzó. En este momento varios de los focos grandes de la zona del Parque Nacional Nahuel Huapi se encuentran en estado de circunscripto o controlado. Lo que no quita que si el clima cambia, fuertes vientos o altas temperaturas, puedan reavivarlo. Por suerte, la temperatura bajó y llovió en varios sectores, lo que ayuda al trabajo manual de las cuadrillas.” cuenta Ana Escobar a El Destape. Su historia fue clave para lograr contener el fuego en Los Pozones, ya que junto con amigos y vecinos, formaron una red de asistencia que logró conseguir 4 motobombas, motosierras, cadenas de motosierras, acoples y casi 150 metros de manga, entre otras colectas y trabajo de campo realizadas en El Bolsón.

Ana vive en la Patagonia hace 8 años, se divide entre Bariloche y El Chaltén, pero La Comarca la siente como su casa. Trabaja en diseño y comunicación de forma freelance. Estudió Turismo y luego de años de trabajar en el mundo corporativo en Buenos Aires, a los 25 años tomó la decisión de irse a vivir al Sur y trabajar por su cuenta. “Si bien el freelance te permite manejar tus horarios y que de pronto tu lugar de trabajo pueda ser en medio del cerro o al lado del lago, la mayoría de veces es un trabajo muy exigente y solitario. Al contrario de lo que se cree, muchas veces uno labura más horas de las que haría en un trabajo en forma de dependencia”. Vivir en el Sur también conlleva unos costos de vida muy altos, convivir con las adversidades del clima: el frío, la nieve, los temporales; cortes de ruta, calles y caños de agua congelados. “Refugiarse del frío a veces lleva a una vida social un poco ermitaña, pero es ahí también donde la red de amigos y vecinos es más fuerte cuando se necesita ayuda”.

A Ana el incendio la movilizó de forma especial, por lo que no dudó en trasladarse y buscar cómo poder ayudar. “Personalmente, me tocó una fibra muy interna. Se desató el 30 de enero y el 2 de febrero me saqué un pasaje a El Bolsón y caí en lo de una amiga, sin avisarle. Su respuesta al verme con la mochila cargada de cosas fue: “yo sabía que ibas a venir”. Ese mismo día salimos a Mallín Ahogado a ver en qué podíamos ayudar. Terminamos en la zona de la Loma del Medio, ayudando a mojar los terrenos de amigos y vecinos”. Días más tarde, amigos de Ana fueron desde Bariloche a El Bolsón con la camioneta cargada de viandas, herramientas y ropa para ayudar. Salieron rumbo a la zona de ANPRALE, Wharton. Allí conocieron a Lili y a Julio que estaban desesperados porque tenían el fuego a 100 metros de su refugio. Junto con Rafa, refugiero de Cajón del Azul, estaban apagando el fuego a pico y pala porque no tenían motobombas ni mangas suficientes para traer el agua desde Los Pozones del azul.

“Ahí vi en primera persona la desesperación y la ausencia del Estado. El SPLIF no daba a basto, vos leías los reportes y solo había 400 combatientes en total para toda esa masa de bosque y en zona de interfaz.” En esa desesperación, los 7 amigos pensando en qué podían hacer y cómo podían ayudarse, se organizaron para formar una colecta entre amigos y vecinos. “Gracias a eso, logramos conseguir 4 motobombas, motosierras, cadenas de motosierras, acoples y casi 150 metros de manga. Todo a puro pulmón y bolsillo propio.” cuenta Ana.

Se logró equipar la zona de Pozones, Cajón y Playita, con lo necesario para combatir el fuego desde abajo. Mientras, el grupo de amigos también operó como puente llevando viandas de alimento desde el Centro de Educación Agropecuaria N 3 de Mallín Ahogado a quienes por la emergencia de la labor no comían. Policías de montaña, refugieros y cuadrillas de voluntarios pasaban largas jornadas sin comer porque no podían bajar a buscar las viandas.

“En esos 28 días de lucha contra el fuego, nosotros no lloramos. Se te partía el corazón, pero no llorabas. Porque si esa gente que perdió todo no llora ¿por qué vas a llorar vos? La resiliencia, el compromiso y la tremenda comunidad que tiene La Comarca Andina es inspiradora. Los acorralan con el fuego hace años, y ahí están, resistiendo.” dice Ana Escobar, diseñadora freelance que ayudó a combatir el incendio.

Hoy en la zona de Los Pozones hay equipo de sobra a disposición de los refugieros y de los vecinos si en un futuro esto vuelve a suceder. Gracias a todo el trabajo de voluntarios y pobladores ese bosque logró salvarse. Ahora en el lugar, sigue habiendo un grupo de voluntarios que están dando todo en el periodo de reconstrucción, y desde Bariloche, Ana y su red de amigos siguen siendo puente de ayuda.

“@voluntarios_el_montanes (por su nombre en redes sociales) son un grupo que actualmente están trabajando en la reconstrucción. Junto con amigos, estamos intentando conseguir los fondos para que la fundación TECHO pueda colaborar con la construcción de 20 casas de emergencia. El frío llega rápido y no hay que olvidarse de ellos.” agrega Ana.

A través de sus redes sociales @annaescbr, Ana comparte fotos y videos que registran el desastre que causó el fuego y como entre amigos y vecinos se ayudan para sanear lo acontecido, con el objetivo de generar campañas que sirvan para advertir a los vecinos sobre la situación. En uno de sus posteos como diseñadora, citando a Celine Semaan, dice: “El diseño es una extensión de nuestros ecosistemas. Cuando diseñamos, o sanamos o dañamos.” Y agrega: “Los incendios que arrasan los bosques patagónicos no son solo un desastre natural, en muchos casos son consecuencia de un diseño irresponsable del territorio: el avance descontrolado de proyectos inmobiliarios, la falta de regulación efectiva y el descuido en la gestión ambiental. Cuando se prioriza el lucro por encima de la sostenibilidad, el diseño del espacio se convierte en una herramienta de daño. Sin embargo, también existe la posibilidad de diseñar soluciones que sanen: políticas de conservación más estrictas, estrategias de reforestación con especies nativas y un desarrollo urbano que respete los ciclos naturales del ecosistema.”