Ganar dinero fácil sin trabajar: quiénes son los "cripto bros" a los que les habla Javier Milei

22 de febrero, 2025 | 19.00
Ganar dinero fácil sin trabajar: quiénes son los "cripto bros" a los que les habla Javier Milei Ganar dinero fácil sin trabajar: quiénes son los "cripto bros" a los que les habla Javier Milei

La estafa de $LIBRA que involucra al presidente Javier Milei y parte de su gabinete, además de abrir un nuevo capítulo de la crisis de representación en nuestro país, constituye una evidencia más de un entramado poderoso que viene creciendo en los últimos años, a espaldas de la política tradicional, alimentado por la combinación de los submundos de las finanzas, la tecnología, el antifeminismo y la industria ‘blockchain’. Todo eso en un contexto pos pandémico de crisis social y económica que condenó a los más jóvenes a autonomizarse en medio de las ruinas del sistema laboral clásico, la inflación descontrolada y la uberización del trabajo.

Los ‘Cripto-bros’, protagonistas del escándalo de turno, son una de las figuras nacidas en esta era bajo la necesidad y el imaginario de ganar dinero fácil sin trabajar. Según datos de Chainalysis, que figuran en el informe Estado de la Industria Cripto 2024, elaborado por Lemon, Argentina encabezó la adopción de criptomonedas en 2024 dentro de América Latina, tanto en la cantidad de usuarios como en el valor de activos recibidos, y se calcula que son cerca de 2,5 millones de personas que invierten en plataformas como Binance, eToro, BingX, HTX, y Bitget.

Hace 10 años casi nadie hablaba en medios, en la radio o en el mundo de la política de Cryptomonedas, Blockchain, Bitcoin, 'Rug pull' o Bull Markey, y que hoy forme parte del glosario es en parte mérito de Javier Milei y La Libertad Avanza. Hay fenómenos y lenguajes que son generacionales, es decir que pertenecen a una época dada y son hablados y pensados por determinados grupos etarios. Posibilitado por los cambios tecnológicos, la masificación de los nuevos dispositivos, la multiplicación de aplicaciones, el uso indiscriminado de las redes sociales, el acceso masivo a los datos, técnicas y herramientas de cálculo, actualmente los más jóvenes pueden operar en el mercado con su celular o computadora desde su casa. A eso se suma que gracias a una resolución de la Comisión Nacional de Valores (CNV), los adolescentes argentinos tienen vía libre para invertir en el mercado de capitales a partir de los 13 años.

Desde los techbros de Silicon Valley a los cryptobros, hablar un lenguaje es de alguna manera habitar una realidad, ser parte de ella o intentar serlo y moverse como pez en el agua. Desde la creación de monedas digitales descentralizadas y sin respaldo de bancos centrales hasta la posibilidad de comprar acciones, bonos o apostar a lo que se ocurra en casinos digitales, existe cada vez mayor variedad de instrumentos financieros y técnicas a disposición para invertir, ahorrar, apostar y especular online para ganar dinero sin trabajar o ”poner el dinero a trabajar”. Y aquella sofisticación impone un muro simbólico para quien no forma parte.

Detrás de $Libra, la moneda virtual promovida desde la presidencia de la Nación, no hay nada, es el invento de un activo digital que tomó la forma de clásica estafa piramidal en la que unos poquitos hicieron dinero a costa de la pérdida de muchos. Se trata en este caso, como afirma el exministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, de un “delito escandaloso” por haber sido promovido por el presidente e importantes funcionarios en sus redes sociales. Se conoce el mecanismo como 'rug pull': atraer a compradores ingenuos para luego dejar de operar y huir con el dinero. Bajo el argumento de que ayudaría a financiar nuevas empresas e incluso proyectos de personas que están en la informalidad, se incentivó a sus seguidores a comprar, colocar su dinero en algo meramente especulativo sin existencia real. No se trataba por caso de un fondo de desarrollo con el respaldo del Estado o de algún organismo internacional.

El lenguaje, las palabras y su uso son un reflejo de los cambios que ocurren a nivel económico y cultural, y que impactan en las relaciones, las prácticas de los individuos, y los imaginarios sociales. El fenómeno de los libertarios tanto a nivel global, como local con la referencia en Milei, está inmerso en ese mundo y el uso de un lenguaje como si fuera natural, intuitivo. No necesitan impostar ni traducir, son auténticos incluso en sus ataques de ira y la sobreactuación de una masculinidad, y por eso pueden representar en gran medida a los jóvenes varones de todas las clases sociales, incluso en los sectores populares que pueden encontrar una posibilidad de ascenso social rápido “pegándola” en el mundo de las finanzas.

Es que el capitalismo viene transformándose hace años, y si algo lo define es la aceleración del cambio tecnoproductivo motivado por la competencia. Esta característica hace que tarde o temprano derribe valores, territorios, leyes, obstáculos y resistencias que se le impongan a su movimiento, a su valorización. El estilo de vida dado por la certidumbre del Estado de Bienestar, y los horizontes predictivos de la estabilidad laboral, la seguridad social, salud y educación están en extinción. Ya casi no existe lo que conocíamos como la sociedad salarial que define un tipo de relaciones entre empleadores y trabajadores. La tendencia, por el contrario, es al aumento de la precarización de las relaciones laborales que difumina las proyecciones a futuro y exige una vida atada a la sobrevivencia del presente inmediato.

La figura del empresario de sí mismo es la traducción subjetiva o la forma que toma esta nueva manera de explotación en la conciencia. Uberización del trabajo y criptobros son parte del mismo ecosistema económico y cultural. El “salario”, el trabajar para otro, es una forma de dependencia en la literatura de la autoayuda financiera, e implica estar atado y estancado en un rol. La educación formal o el valor de un título universitario, en esa visión, significa una suerte de sumisión a una institución que no fomenta la iniciativa privada. En esta visión del mundo la meritocracia está dada porque te valore y reconozca exclusivamente la abstracción del mercado.

Como sostiene Daniel Fridman en “El sueño de vivir sin trabajar”, la autoayuda financiera es un proyecto que postula un lenguaje de realización personal, libertad y autonomía con un componente motivacional emocional. Se trata de un conjunto de técnicas y saberes sobre “cómo hacerse rico”, que jugó un rol fundamental en la creación de una nueva subjetividad neoliberal:  “La producción del yo neoliberal que se opera en el mundo de la autoayuda financiera no es un proceso de arriba hacia abajo, sino algo que ocurre en forma cotidiana, en grupos autoorganizados, con ayuda de libros que son éxitos de ventas y otros recursos prácticos (...) como un modo de lidiar con las tensiones y dificultades que encuentran en sus propias vidas cotidianas”. Según el autor, más que un método para ganar dinero, la autoayuda es una tecnología del yo orientada a producir un tipo sujeto.

Los políticos libertarios corren con ventaja porque le hablan a los jóvenes en su mismo idioma, y traducen en gestión las emociones comprimidas de quienes vieron en la cuarentena y las restricciones de la pandemia una forma de entender al Estado como una organización de control y una institución conformada por privilegiados que viven del aporte de “mi” trabajo. Por detrás de ese puente y ese diálogo fluido se filtra una eficaz estrategia de comunicación y producción de sentido que tiene como objetivo a un grupo particular, varones jóvenes, estimulada por el deseo de salvación propia y reestablecimiento del lugar de privilegio y poder perdido por el avance de los feminismos y el progresismo. Por eso la misoginia y el sexismo son elementos claves de este discurso.

Para un individuo desanclado de los lazos sociales y comunitarios, que vive en el presentismo de la sobrevivencia diaria, el libertario le ofrece las ilusiones del dinero rápido, fácil y por cuenta propia. La batalla cultural que encabeza Milei empuja a los jóvenes a convertirse en traders, los abraza como cryptobros y los invita a ser actores del mercado financiero. Precisamente uno de los objetivos de la autoayuda financiera, caracterizado a la perfección en el libro “Padre rico y padre pobre” de Robert Kiyosaki, es de carácter moral, un deber ser vinculado a la autotransformación individual, que promueve disfrutar la incertidumbre y demostrar las habilidades en el mercado.

Pero como vimos con $LIBRA, detrás de ello todo está vacío, no hay creación ni objetivos colectivos, no hay largo plazo, no hay futuro posible. La perversidad de esta cultura del capital financiero es que, como el mismo presidente Milei lo dijo al comparar el caso con la acción de ir al casino o jugar a la ruleta rusa, el individuo es pleno responsable de sus actos, de sus resultados, de su éxito o fracaso, de perder su dinero. Incluso existe en el mensaje una oda al fracaso como paso previo al éxito futuro, y dicho espíritu emprendedor del riesgo adquiere un componente moral de superioridad, tanto como para ser considerado el sujeto legítimo del mundo de hoy. Para esta subjetividad resocializada en la cultura digital financiera, no hay determinantes sociales, no se pueden echar culpas afuera, ni a estructuras económicas, existe solo el individuo abstracto y su capacidad de hacerse valer en el mercado.