Con la llegada del calor hay una fruta que se encuentra en su mejor momento y millones de argentinos la consumen por día: la frutilla. Pero muy pocos saben cómo limpiarlas bien, y, de hecho, hacerlo de forma incorrecta puede traer consecuencias, sobre todo en niños y adultos mayores.
No se trata de ninguna ciencia, sino de paciencia y un método efectivo. Y es que, una parte importante de las intoxicaciones se relaciona justamente con frutas y verduras mal higienizadas. Aunque la frutilla no suele asociarse a grandes brotes, sí puede acumular restos de tierra, pesticidas o bacterias que llegan desde el campo hasta la heladera. Por eso, la forma de lavarlas influye directamente en la seguridad alimentaria.
Cómo lavar las frutillas de forma correcta
Al crecer cerca del suelo y tener una superficie irregular, las frutillas requieren de una limpieza cuidadosa antes de consumirlas. Hacerlo mal puede derivar en problemas digestivos o en la ingesta de microorganismos que se eliminan fácilmente lavándolas bien. A continuación, te contamos cómo hacerlo:
- Lavarlas siempre justo antes de consumirlas: si se lavan y luego se guardan, se humedecen, pierden firmeza y aparecen hongos con más rapidez.
- Retirar hojas, tallo o partes dañadas recién después del lavado: quitarlos antes facilita que el agua entre y las deteriore.
- Colocarlas en un bowl con agua fría y una cucharada de vinagre blanco o jugo de limón: esta mezcla ayuda a reducir carga microbiana y desprender suciedad sin afectar el sabor. Dejar reposar 5 a 10 minutos.
- Enjuagar suavemente una por una bajo el chorro de agua: dado que su superficie es porosa y tiene pequeñas semillas, el enjuague directo ayuda a eliminar restos que quedaron adheridos.
- Secarlas con papel de cocina o un repasador limpio: la humedad favorece la formación de moho, por lo que secarlas bien es clave.
- Guardarlas en un recipiente hermético con papel absorbente: si no se van a consumir en el momento, este paso prolonga su vida útil.
Qué riesgos traen las frutillas mal lavadas
Los principales riesgos de lavar mal las frutillas se relacionan con la posibilidad de ingerir microorganismos que pueden causar molestias gastrointestinales. Al crecer a ras del suelo, las frutillas pueden transportar bacterias provenientes de la tierra, del agua de riego o de las etapas de manipulación y transporte. Si no se higienizan correctamente, esos microorganismos pasan directamente al consumo y pueden provocar dolor de estómago, diarrea o vómitos, especialmente en personas con defensas más bajas.
Otro riesgo está vinculado a la presencia de restos de pesticidas. Un lavado superficial no alcanza para removerlos y, aunque los niveles suelen ser bajos, una higiene inadecuada aumenta la probabilidad de ingerir residuos que se podrían haber reducido fácilmente con un remojo y enjuague adecuado.
