En primavera, el canto del cabecita negra (Spinus magellanicus) se destaca entre todos. Este pequeño pájaro, es uno de los animales sudamericanos más populares por su voz melodiosa y su presencia activa en plazas, parques y jardines.
De vuelo ágil y carácter sociable, el apodado cabecita negra suele formar bandadas y cantar sin descanso durante los meses más templados, especialmente en la temporada de reproducción. Tiene la capacidad de adaptarse a diferentes hábitats: desde zonas urbanas hasta áreas rurales y boscosas en casi todo el continente.
Además, cumple un papel importante en los ecosistemas naturales, ayudando a dispersar semillas y controlar pequeñas poblaciones de insectos.
Cómo reconocer al cabecita negra
El cabecita negra es un ave pequeña —mide entre 11,5 y 13,5 cm—, con un plumaje llamativo que combina tonos amarillos y verdes. Los machos presentan una capucha negra brillante, mientras que las hembras son de un verde más suave y con tonos grisáceos en la cabeza.
Su canto, alegre y constante, es una de las características que más lo distingue. En primavera, los machos cantan para atraer pareja y marcar territorio, generando esa melodía continua que muchos asocian con el inicio de la estación.
Este pájaro se distribuye ampliamente desde Venezuela hasta el sur de Argentina y Chile, adaptándose tanto a bosques y matorrales como a entornos urbanos, donde suele alimentarse de semillas e insectos pequeños.
En Argentina, a su vez, se identificó una mutación única del cabecita negra conocida como Dilución Sudamericana. Esta variación genética suaviza el color negro de su capucha y plumas, dándole un aspecto más opaco y distintivo. Es una rareza que lo diferencia de las versiones europeas de su especie y que lo hace especialmente valorado entre los criadores locales.
Otras características del cabecita negra
Durante el resto del año, el cabecita negra se mueve en grupos, pero en primavera cambia su rutina: los machos se separan y comienzan a entonar su canto característico para atraer a las hembras. Este, es el momento en que su presencia se hace más notoria.
La hembra construye el nido con fibras vegetales y ramitas, generalmente en arbustos o árboles bajos. La puesta es de entre tres y cinco huevos, y los pichones nacen tras unos quince días de incubación.
Aunque no está en peligro de extinción, su población puede verse afectada por la pérdida de hábitat o la captura para el comercio. Por eso, su observación responsable y la preservación de sus espacios naturales son esenciales para garantizar su presencia.
Un símbolo de la primavera
Pequeño, vivaz y musical, el cabecita negra es uno de los símbolos más reconocibles de la primavera argentina. Escucharlo cantar es una forma sencilla de conectar con la naturaleza en medio de la ciudad.
Hacé silencio y prestá atención durante esta época del año y seguramente puedas reconocerlo.
