Si Javier Milei consigue finalmente el respirador artificial del Fondo Monetario Internacional, tendrá que agradecerle en primer lugar a Donald Trump, el mismo presidente que gatilló el endeudamiento demencial que Mauricio Macri y Nicolas Dujovne le pidieron hace menos de 7 años al acreedor privilegiado de la Argentina. En segundo lugar, el presidente tendrá que darle las gracias, una vez más, al abogado sanjuanino Leonardo Madcur, el ex jefe de asesores del ministro Sergio Massa que hoy cobra como representante de Milei ante el directorio del Fondo.
Hijo de un ex miembro de la Cámara de la Construcción que tributaba a la Fundación Mediterránea, Madcur es un actor central en el proceso de endeudamiento que ahora reabre la extrema derecha gubernamental montada sobre la amnesia colectiva. Milei ya le debe un favor a su hombre en el FMI: acostumbrados a ir y venir entre sector público y sector privado, Madcur y su suegro Guillermo Nielsen -hoy embajador libertario en Paraguay- compartían la consultora Strategic Capital Partner y fueron los que lo conchabaron como economista de Eduardo Eurnekian. De hecho, el presidente que combate desde X a las ratas de la casta lo menciona a puro elogio en su hit “El camino del libertario”.
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Con un sueldo en dólares que le paga el prestamista de última instancia, pero designado por Luis Caputo, Madcur está entre los técnicos que -como Nielsen- llegó a la costa de Massa colgado de la teta de Roberto Lavagna. A pesar de haber tributado durante los últimos 20 años a los gabinetes del peronismo, el nexo de Milei con Gita Gopinath y Kristalina Georgieva tiene un ADN que lo liga al mundo empresario. No solo trabajó para Eurnekian: también lo hizo para José Luis Manzano y para su gran amigo, el ahora canciller Gerardo Werthein.
Madcur y Werthein comparten bastante más que la pasión por los caballos y los torneos de equitación. En 2017, cuando la petrolera canadiense Madalena Energy se asoció con el grupo Werthein para competir por los activos de la china Sinopec en Santa Cruz, Madcur era el director de Desarrollo Corporativo de los Werthein. La apuesta salió mal pero Madcur no se sintió tan huérfano: el que se quedó con la empresa fue Eurnekian en 2021 y a través de su petrolera CGC. Hasta antes de asumir como jefe de gabinete económico del Frente de Todos, Madcur era el CEO de la financiera Calwaro Capital, una empresa del grupo W. Además, figuraba como presidente del Consejo de Administración y director titular de la Estrella Seguros, la compañía propiedad de los Werthein y Rodolfo D’Onofrio.
Camuflado en el punto ciego que une a sectores del peronismo con el mundo de los negocios, Madcur hoy puede decir con orgullo que no hace más que volver a las fuentes. Primero se graduó como Milei en la Universidad de Belgrano y después asesoró a los equipos de aquel Domingo Cavallo que, hace un cuarto de siglo, se lanzó a pelear por la jefatura de gobierno en una lista memorable que incluía a Lorenzo Borocotó, Alberto Fernández, Victor Santa Maria y Diego Santilli. Ese origen cavallista es el que llevó a que sus amigos lo definieran como el “Liendo de Lavagna”, en referencia a Horacio Tomás Liendo, el ex asesor de Patricia Bullrich que conoce bien a Milei. Madcur, que estaba entonces en la secretaría de Coordinación Técnica de Lavagna, hoy es funcionario estrella de la Libertad Avanza. Un perfecto desconocido que, sin embargo, estuvo en las dos fotos que el presidente se sacó con Georgieva en Washington. En una incluso se lo ve con los pulgares arriba, sonriente.
Con el decreto endeudador que se prepara para enviar al Congreso, Milei no deja nicho libre en el cementerio de promesas. La obscenidad es su fuerte. Un presidente capaz de decir en LN + que acepta las reglas del juego en el mismo instante en que se prepara para violarlas. Milei y Caputo quieren emular a Macri y actuar como antes del endeudamiento irregular que Dujovne firmó con Christine Lagarde, un yunque irremontable que desde entonces condiciona las decisiones de cualquier gobierno. Para eso, el presidente y su ministro necesitan violar la ley 27612 que aprobó el Frente de Todos. También pisotear la Constitución de Alberdi que, en su artículo 75 inciso 7, determina que el Congreso es el encargado de “arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación”.
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Caputo, el mismo al que Milei acusaba de fugarse irresponsablemente 15 mil millones de dólares, se dispone una vez más a hacer lo mismo, producto de una adicción que financian cada día millones de argentinos. El otro actor que vuelve a pura impunidad es el FMI, que no pagó costo alguno por haber entregado un préstamo que triplicó lo aceptado para un Stand By standard y haber violado su propio estatuto para asegurar el final -traumático- del gobierno de Macri. La simpática Georgieva, que le garantizó al organismo de crédito que se lavara la cara en tiempo récord bajo el mandato del peronismo de la unidad, ahora es socia de la estrella abollada de la alt-right global.
Si el peronismo se partió al medio por el acuerdo que firmaron Fernandez y Martín Guzmán, la pregunta es qué hará ahora la oposición realmente existente si la película se repite. El gobierno de la extrema derecha dice que esta vez es distinto porque va a endeudarse para cancelar la deuda del Tesoro con el Banco Central. Pero lo innegable es que no acumula reservas suficientes para cumplir con las metas del Fondo y quema los dólares que no tiene para sostener la ficción de la inflación descendente en el año electoral. El cuento de la buena deuda también le cierra a la burocracia del Fondo, donde prima un criterio particular. “Para ellos, la deuda del Tesoro es ajena, pero la del Banco Central es casi propia”, dice un economista que los conoce de memoria.
Lo que el gobierno omite no es solo que cambia el acreedor y ahora se le debe a un organismo que está asociado a los recuerdos más traumáticos de las últimas décadas. Además, se paga una tasa de interés muy superior (6%) a la que se abona en el mercado doméstico. En esa diferencia, se oculta una nueva estafa de Milei.
Todavía está por ver si la soga del Fondo sirve para lo que pretende LLA o termina, como ya le pasó a Macri, ahorcando al presidente. De acuerdo al último informe del Banco Provincia, en lo que queda de 2025 hay vencimientos por 19.000 millones de dólares, de los cuales solo U$ 6.700 se pueden refinanciar. Hay que pagar U$12.300 millones, casi la mitad de lo que hoy conserva Santiago Bausili como reservas brutas en el Central.
El informe coordinado por Matías Rajnerman sostiene que el objetivo de Milei es reabrir el crédito en dólares con el sector privado, pero choca con un riesgo país que, en los últimos dos meses, aumentó de 350 a 500 puntos su spread con la región. A la opacidad que rige las negociaciones se suman las dudas o tensiones que todavía persisten sobre los términos del acuerdo.
El Fondo reclama desde hace casi un año eliminar el llamado dólar blend, la herramienta principal del gobierno para contener la brecha y la canaleta por la que se fueron el año pasado 19.000 millones de dólares. ¿Aguanta este esquema económico sin devaluar hasta las elecciones?
El politólogo Pablo Salinas explicó el dilema de la oposición ante el decreto de la buena deuda. Afirmó que si la bicameral no trata el DNU, cualquiera de las dos cámaras puede convocar a una sesión para tratarlo y no hace falta una mayoría especial para rechazarlo. Si las dos cámaras lo rechazan, señaló, el tema no puede ser tratado en este periodo parlamentario. Pero el cálculo del gobierno es otro: tener el apoyo de los gobernadores aliados y bloques dialoguistas para avanzar con el nuevo programa. Salinas apuntó al talón de Aquiles del bloque legislativo que rechaza el plan Milei. Recordó que, pese a sus promesas en el aire, la oposición sigue sin derogar la ley 26.122, la norma que impulsó Cristina desde el Senado cuando gobernaba Néstor Kirchner y que hoy le permite a Milei gobernar por decreto, con el Congreso de adorno.
Ante un oficialismo que gobierna por decreto y va camino a su segundo año de gestión sin debate sobre el presupuesto, la mayor parte del establishment, las dirigencias y las grandes empresas de comunicación garantizan complicidad, entre la cobardía, la afinidad ideológica y la especulación. Con un presidente de otro signo, los guardianes de la republicana ya hubieran hecho explotar el indignometro. Ahora ninguno de ellos advierte sobre la autocracia y el fascismo.
El ex panelista pretende un cheque en blanco del mismo Parlamento que hasta ahora le permitió avanzar con el megadecreto 70 sin que la Corte Suprema interviniera. El fracaso del operativo para copar la Corte con tropa propia es parte del amateurismo oficial. Después de un año de insólitas negociaciones que no llevaron a ningún lado, Milei no logró sentar en el Palacio de Tribunales al juez con el que pensaba sellar un pacto de impunidad y vio como el candidato de la pureza ideológica lo traicionaba en un trámite express.
Ricardo Lorenzetti es el gran derrotado pero no el único: Sebastian Americo y Santiago Caputo, que se intoxicaron con el humo del rafaelino, también quedaron tocados. Por ese error de principiantes difícil de justificar, debería rodar la cabeza de alguna figura superflua como Mariano Cuneo Libarona. En apenas unas horas, Manuel Garcia Mansilla demostró su concepto de lealtad. El ex decano de la Universidad Austral solo puede ser considerado intachable si le hacen el favor de compararlo con Lijo.
Doctorado en forma tardía en la misma Facultad de Derecho de la que era decano desde hacía años, García Mansilla fue un desconocido hasta que durante la pandemia se plegó al coro de los que denunciaban el autoritarismo del gobierno. En 2024 puso la cara en el Congreso para decir que no asumiría por decreto y, después de hacerlo, batió el récord de deslealtad tirando al sinuoso Lijo abajo de un tren. Su mérito mayor es haber sido confiable para las petroleras que lo pusieron al frente de la Cámara de Hidrocarburos y le entregaron la estrategia para quedarse con las concesiones de Santa Cruz. De ahí, admiten en el sector privado, viene su vínculo con el Grupo Techint, la familia Bulgheroni y Hugo Eurnkian. Mientras algunos lo consideran un bonsai de Carlos Rosenkrantz, otros señalan que su trayectoria provoca retorcijones en totems del constitucionalismo conservador como María Angelica Gelli y Alfonso Santiago. Como prueba documental, solo queda la crítica despiadada que el mendocino Dardo Perez Ghilou publicó en el suplemento La Ley de Derecho Constitucional sobre “Las fuentes de la Constitución Nacional”, el libro en el que García Mansilla y su socio Ricardo Ramirez Calvo señalan como fuente de inspiración de la constitución argentina a la de Estados Unidos. Perez Ghilou no tenía un pelo zurdo y había sido ex ministro de Educación de Ongania, pero no les tuvo piedad.
Si el pescado se pudre por la cabeza, es lógico que nadie quiere pelearse con el poder de turno. La casta judicial tiene motivos adicionales. Según dice un constitucionalista que se mueve desde hace décadas en ese universo, en la Argentina de Milei un juez de primera instancia puede ganar hoy 12 millones de pesos libres de impuestos.