A contramano de lo que podría indicar el sentido común, Javier Milei supo entablar buenas relaciones con algunos gobernadores que, ahora, están abiertos a acordar con La Libertad Avanza en 2025 para impulsar la propuesta libertaria, floja en territorio, en el interior del país.
Si Mauricio Macri patalea por su vínculo con la Casa Rosada, dos de los tres gobernadores del PRO se encaminan a tomar decisiones por fuera del lineamiento de la cúpula del partido que, más allá de sostener una posición, no tendrá la palabra final en los armados provinciales del año que viene.
Las ausencias de Rogelio Frigerio e Ignacio Torres en el evento de fin de año del macrismo fueron resonantes, pero no rupturistas. Sin represalias, Mauricio parece haber dado margen de acción para que cada mandatario use la lapicera a su criterio y, de necesitarlo o quererlo, pacten con los libertarios en sus distritos.
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Para Macri, la batalla principal está en la Ciudad de Buenos Aires. Es el punto de inicio del PRO y, simbólicamente, la supervivencia del partido. Como consecuencia de la disputa porteña, la provincia de Buenos Aires es el otro gran desafío para los amarillos.
Mauricio está concentrado en el desorganizado armado porteño, donde podría ser candidato y donde, de acuerdo algunas variables, podría incluso ganar en la elección local y ser competitivo en la nacional. Si el PRO logra negociar con los libertarios en la CABA, también podría llegarse a un acuerdo en la provincia pero, en caso contrario, no habría forma de avanzar con un pacto. Por el momento, el último escenario es el más probable.
Los gobernadores del interior están lejos de ese desorden. Concentrados en la gestión y el cierre de año, quieren tener un 2024 lo más pacífico que se pueda. Por eso, ya encaran el cierre de paritarias pensando en lo que vendrá. Docentes y estatales son dos de los sectores con los que quieren llegar a un acuerdo, dos sectores ruidosos en caso de recibir malas propuestas económicas.
Según un estudio de CB Consultores, Frigerio tiene una buena aceptación dentro de la provincia que gobierna. En Entre Ríos, casi como un reflejo de la polarización nacional, en noviembre cosechó un 51% de aceptación y un 45% de rechazo, mejorando respecto del mes anterior. Mejor posicionado está Ignacio Torres, con casi el 62% de imagen positiva y sólo un 34% negativa, pero peor ubicado en relación a octubre.
Mientras Torres está segundo en el ránking y Frigerio en el puesto décimo cuarto, otros mandatarios de Juntos por el Cambio están incluidos en el top. Maximiliano Pullaro, de Santa Fe, más próximo a las ideas de Martín Lousteau pero no por eso alejado del gobierno, está tercero, seguido de otro radical, el chaqueño Leandro Zdero. El peor ubicado, siempre dentro de este armado político, es Jorge Macri, recién en el puesto 19.
Eso no desanima a los porteños que confían en el efecto favorable al PRO del desdoblamiento de elecciones y una mejora progresiva en la gestión de acá a los comicios.
Un factor clave a la hora de pensar la elección radica en la existencia o no de la PASO nacional. En el PRO aseguran que el gobierno necesitaba eliminar esa instancia electoral no sólo para garantizar la polarización con el peronismo sino, sobre todo, para ganar tiempo e intentar lograr mostrar resultados.
Según el macrismo, en Casa Rosada no están seguros de poder conseguir una mejora en el poder adquisitivo de la población, en la actividad económica, antes de agosto. De no existir las PASO, tendrían tiempo hasta octubre para buscar el efecto. Hay cierta creencia, en filas macristas, en que Mauricio tal vez podría haber ganado la elección en 2019 si no hubiera estado la instancia de las primarias, que le asestó un efecto psicológico negativo al armado cambiemita.
Tampoco está claro que el peronismo, como deja trascender el gobierno, esté dispuesto a dar sus votos para eliminar esa faceta electoral. En principio, son varios los dirigentes que se mostraron abiertos a discutirla pero, en muchos casos, también quieren echar mano de la herramienta para dirimir la propia interna pejotista.
La UCR no está en una situación menos complicada y, por los posicionamientos de la mayoría de los gobernadores, no de manera unificada detrás de los lineamientos de la conducción. No sólo tienen formas diferentes de mirar la gestión de Javier Milei, unos críticos y otros compañeros, sino que también se disputan internamente la visión que debería predicar la conducción del espacio.
A las expulsiones de Martín Arjol, Luis Picat y Mariano Campero se le sumará la de Pablo Cervi. El caso del neuquino tramita en expediente separado y, por haber pedido una audiencia que se hizo esta semana, recién se resolvería en una o dos semanas. Un procedimiento administrativo distinto al de sus compañeros. Federico Tournier, el otro diputado en la mira, no es afiliado por lo que zafó del procedimiento.
Los encargados de definir la desafiliación de los radicales con peluca fueron los integrantes del Tribunal de Ética, Juan Pedro Tunessi, Ricardo Barrios Arrechea y Alicia Tate. La Convención no intervino en el proceso pero funcionará como una suerte de cámara de apelación por lo que deberá confirmar el fallo cuando vuelva a reunirse, en 2025.
Para los expulsados y sus defensores, la sanción es injusta, arbitraria y selectiva. Según sus argumentos, no fueron los únicos que votaron en forma diferente al resto del bloque, poniendo de ejemplo la oposición de algunos diputados que hoy integran el bloque Democracia Federal – como Facundo Manes, siempre opositor – o la del propio presidente del espacio, Martín Lousteau que, en soledad, fue en contra de la ley Bases y, casi en iguales condiciones, del DNU 70/23.
Por el contrario, a los peluca se les cuestionan no sólo las visitas a Javier Milei sino, sobre todo, el haber modificado el sentido de su voto a la hora de enfrentar vetos, traicionando la ética partidaria y su propia elección. No sería, entonces, una diferencia interna al espacio sino un cambio rotundo de posición después de un acercamiento político.