Por sus negocios en China, Musk debuta como jefe de Trump

Antes de asumir el gobierno, el dueño de X  exhibió su poder sobre el republicano. El lado oculto del proyecto que naufragó en el Congreso y afectaba los intereses de Tesla en Shanghai. Lobby descomunal y final impredecible.

26 de diciembre, 2024 | 00.05

La sociedad de Donald Trump y Elon Musk puede ser tan exitosa como explosiva. El multimillonario que financió la campaña del republicano que asumirá el 20 de enero ocupa un lugar que no tiene precedentes en la historia. Con un poder global sin igual y un protagonismo exacerbado, Musk acaba de demostrar que puede condicionar al presidente electo. Más todavía, que puede convertirlo en un actor secundario de un experimento impredecible. 

Aunque Trump todavía no asumió, Musk ya empezó a actuar de oficio. Sucedió la semana pasada, cuando el dueño de X salió a denunciar el acuerdo bipartidista que aprobaba la ley de presupuesto para 2025 y evitaba lo que se conoce como el cierre del gobierno por falta de fondos. Lo que pasó debajo del radar y solo algunos advirtieron fue que lo hizo para proteger sus intereses en China.  

Entre las propuestas adjuntas al proyecto de ley de 1547 páginas, el acuerdo aprobado en el Congreso incluía una disposición para limitar y controlar las inversiones estadounidenses en China. Musk produce la mitad de sus autos eléctricos en la megafabrica que Tesla abrió en Shanghai en 2019 y de ahí provienen gran parte de sus ganancias. Además, entre sus planes figura la posibilidad de construir una segunda planta de Tesla en China, precisamente lo que dificulaba el proyecto de ley original que Musk salió a dinamitar desde X con decenas de mensajes que incluían información falsa. 

La ofensiva del magnate nacido en Sudáfrica sorprendió a casi todos, incluido a Trump, que no había objetado el acuerdo bipartidista y tardó 13 horas en pronunciarse sobre el tema, en sintonía con la postura de su gran sponsor. El proyecto aprobado en primera instancia -presentado por el senador republicano, John Cornyn, y el demócrata, Bob Casey- fijaba grandes exigencias para las empresas estadounidenses que quieran invertir en “tecnologías sensibles” en China, incluidos semiconductores e inteligencia artificial. Era una forma de ampliar restricciones que el Departamento del Tesoro propuso en las normas regulatorias y buscaba llevarlas a la categoría de estatutos para que no pueden ser modificadas por futuros gobiernos.

Trump es el mayor enemigo de las empresas manufactureras que trasladan puestos de trabajo al extranjero, en especial a China. Sin embargo, actuó a pedir de Musk, en un primer movimiento que no lo dejó bien parado. El establishment de republicanos y demócratas coincide en señalar que China obliga a las empresas que quieren instalar fábricas en el gigante asiatico a transferir su tecnología y propiedad intelectual, algo que después las empresas chinas utilizan como insumo para una carrera global en la que el Estado tiene un rol decisivo.

La campaña de Musk en X y el viraje de Trump derivó en un nuevo proyecto de ley de presupuesto que benefició a Musk pero ignoró el pedido de Trump. Eliminó cualquier alusión a la inversión en el extranjero y todas las disposiciones relacionadas con China, pero no incluyó la eliminación o ampliación del techo de la deuda que reclamaba el republicano para evitar condicionamientos en el gasto.

Entre los expertos en el tema, piensan que la cláusula eliminada podía haber complicado la ecuación de Tesla en Shanghai y sus planes de inteligencia artificial. Según publicó el editor ejecutivo de The American Prospect, David Dayen, Musk está trabajando con el gobierno chino para llevar la tecnología de “conducción autónoma total” a China y para importar una tecnología que puede considerarse sensible. Dueño de fábricas de baterías y paneles solares radicadas en otras partes del mundo, es posible que el futuro funcionario de Trump esté pensando en instalar otras en China.

El caso fue tan sintomático que hasta la administración Biden, en sus últimos estertores, salió a denunciarlo. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, denunció que los republicanos estaban incumpliendo su compromiso de firmar un acuerdo que “reduciría los costos de los medicamentos recetados y dificultaría la deslocalización de puestos de trabajo a China”. Así Trump quedó asociado a la protección de los intereses del hombre más rico del mundo en China y de las ganancias de UnitedHealth Group, el administrador de beneficios farmacéuticos que ocupa el segundo lugar en el mercado de Estados Unidos.

La principal demócrata del Comité de Asignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes, Rosa DeLauro, acusó a Musk de propiciar el cierre del gobierno “para proteger su billetera y al Partido Comunista Chino a expensas de los trabajadores, innovadores y empresas estadounidenses”. “Es extremadamente alarmante que el liderazgo republicano de la Cámara de Representantes, a instancias de un multimillonario no electo, haya desechado un acuerdo de financiación negociado bipartidista y bicameral que incluía esta disposición crítica para proteger los empleos estadounidenses y las capacidades críticas”, escribió DeLauro. 

El representante demócrata Richard Neal también expresó su sorpresa. “Llegamos a un acuerdo… ¿y un tuit lo cambió todo? ¿Se imaginan cómo serán los próximos dos años si cada vez que el Congreso hace su voluntad y luego hay un tuit… de un individuo que no tiene una cartera oficial que amenaza a los miembros del lado republicano con una primaria, y sucumben?”, dijo.

El sorpresivo choque en el cierre del año expuso el doble rol que ya empieza a ocupar Musk y expone un conflicto de intereses para la administración Trump: entre el director ejecutivo y mayor accionista de Tesla que busca maximizar sus ganancias y el funcionario que oficia de codirector del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (DOGE). Entre los intereses particulares del hombre más rico del planeta y las decisiones del gobierno en un país de 335 millones de personas.

Aunque el republicano todavía no asumió, el caso ya es tratado como el primer escándalo del segundo mandato de Trump. Más todavía, el poder sin precedentes de Musk y el temperamento de Trump llevan a presagiar que se convierta en un tema de agenda permanente en los próximos cuatro años. 

La reconocida historiadora Heather Cox Richardson escribió en su newsletter que la necesidad de frenar la inversión estadounidense en tecnologías sensibles que podrían ayudar a China está al tope de la agenda de los expertos del partido republicano y el partido demócrtata. En esa cuestión, Musk apareció como ganador y Trump como derrotado. Todavía es temprano para saber si es parte de un acuerdo táctito en el que el dueño de Tesla oficia como mediador debido a sus multiples intereses o si arrastra a Trump. 

Para Richardson, identificada con los demócratas, los movimientos autoritarios clásicos de Trump en el poder hoy se ven desplazados por un dato más llamativo: la incidencia determinante del dueño de Tesla, X y Space X en su rumbo de gobierno. “Musk parece haber sustituido a Trump como presidente entrante”, afirmó. La oposición demócrata ya comenzó a apuntar contra el magnate sudafricano en el rumbo del gobierno, como si hoy su poder fuera mayor al de Trump. Entre sus denuncias, apuntan contra los condicionamientos que un “multimillonario no electo” puede ejercer sobre el sistema político y la democracia estadounidense.