Los supermercados digitan la inflación y la pobreza de Argentina

10 de febrero, 2021 | 18.18

Las recientes declaraciones del presidente Alberto Fernández, con respecto a la suba de precios y la posibilidad de establecer un cupo en la exportación, marcan la preocupación del Gobierno por poder garantizar la adquisición de los alimentos necesarios para la mesa de los argentinos y argentinas. Para eso es importante analizar el rol de los grandes jugadores en el mercado de exportación de estos productos y las cadenas de hipermercados.

Pensamos que es necesario un Estado fuerte que pueda intervenir sobre este esquema con sectores que, ante la necesidad y situación que atraviesa el país, prefieren mantener y potenciar la especulación sobre los precios. Precisamente sobre este tema, recibimos en estos días la información del Índice de Precios al Consumidor, que arrojó un aumento del 4% para el mes de diciembre de 2020. Confirmamos con pesar lo que ya era palpable en las góndolas de los distintos supermercados del país: un aumento generalizado en los precios de los alimentos.

Por otro lado, la batalla contra la inflación en nuestro país lleva años sin poder resolverse. No vamos a encontrar una solución a este problema sin transformar las estructuras que están imbricadas en la cadena de distribución. En sencillas líneas: las grandes cadenas de supermercados tienen la capacidad de fijar el precio que tienen que pagar los argentinos para poder llevar la comida a su mesa. Así es como apenas seis grandes cadenas concentran más de la mitad de la superficie de venta de los supermercados en Argentina. Situación que distorsiona el precio original y hace que el productor sea el que menos recibe del precio final. Resulta ridículo que un productor lácteo reciba cerca de $22 por litro y que el sachet más barato en góndola sea de $50. Algo similar sucede con la carne: el kilo vivo en el Mercado de Liniers ronda un promedio de $150, mientras que el kilo de asado en Coto o Carrefour no baja de los $500. Esa diferencia de precios en costos de comercialización es intolerable y sólo se entiende en función de la avaricia de un puñado de empresarios que hoy en día abusan de su posición dominante.

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Así mismo, alarma y mucho que esta brecha se haya incrementado en el último tiempo: durante diciembre, los consumidores pagamos 4,68 veces más de lo que cobró el productor, cuando en noviembre la diferencia fue de 4,31 veces. Basta con hacer el siguiente ejercicio: podemos ver los precios mayoristas del Mercado Central de Buenos Aires y sus respectivos precios sugeridos ¿por qué entonces las grandes cadenas, que tienen un poder de compra y un margen superior al resto, venden por encima de esos precios? Es evidente que es pura especulación y manipulación de precios.

En definitiva, para encontrar una explicación a todo el fenómeno, alcanza con observar las pocas manos que digitan la inflación y la pobreza de millones de argentinos y argentinas. Solo saldremos de este callejón sin salida, fortaleciendo los mercados populares y de cercanías y multiplicando la cantidad de bocas de venta donde los productores puedan llegar de forma directa al consumidor. Frente a esta situación y para empezar a ponerle límites a este abuso cotidiano que lleva a la pobreza a nuestra población, el sábado 13 las organizaciones sociales realizaremos una jornada nacional de protesta y concientización frente a cada hipermercado a lo largo y a lo ancho de todo el país.

*Subsecretario de Políticas de Integración y Formación de la Secretaría de la Economía Social, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.