Milei: negacionismo climático y episodios cada vez más extremos

Aeroparque, la autopista Panamericana y Corrientes, en la última semana, dan cuenta de la acumulación cada vez más seguida de episodios climáticos extremos. Para Javier Milei, sin embargo, el cambio climático no existe. Un discurso que impacta en la gestión de su gobierno, sin medidas para mitigar la crisis.

30 de diciembre, 2025 | 00.05

El sábado fue un episodio de calor extremo que provocó un desprendimiento de asfalto mientras un avión despegaba en la cabecera 31 del Aeroparque Metropolitano. El martes anterior había sido la inundación súbita en la autopista Panamericana, adonde cayeron 80 milímetros de agua –un volumen que, por lo general, se acumula a lo largo de un mes entero– en apenas 58 minutos. Y por estas horas son las inundaciones en Corrientes, con más de 300 evacuados y una situación difícil de prever: en apenas dos días cayeron cerca de 400 milímetros de agua, casi el triple del promedio habitual para esta época del año. Los eventos climáticos extremos comienzan a presentarse con más asiduidad y en la Argentina conviven con un Gobierno y un Presidente que niegan el cambio climático y rechazan tomar medidas para mitigarlo o revertirlo.

En su libro “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica”, el presidente Milei asegura sobre el cambio climático: “Estamos en un momento de alta temperatura pero no difiere del ciclo natural”. No fue la única vez que pronunció ese enunciado completamente falso. Durante la campaña presidencial, había asegurado que la crisis climática es un invento y que culpar al ser humano del calentamiento global es faltar a la verdad. La investigación científica lo contradice sin rodeos: la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático han demostrado que la temperatura global aumentó sin precedentes desde 1970 y que la influencia humana ha calentado el planeta a un ritmo sin precedentes en los últimos dos mil años.

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Sin embargo, el gobierno de Milei censuró discursos, documentos y pronunciamientos públicos de la Cancillería, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), a los que les impide hablar de o usar la expresión "cambio climático". Y tras retirar a la delegación argentina de la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2024, envió una delegación reducida a la de 2025, evitando que participen funcionarios de rango en la materia como el secretario de Ambiente y Turismo, Daniel Scioli, o el subsecretario de Ambiente, Fernando Brom.

La oposición de Milei a la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas es conocida y parte central de su militancia y su batalla cultural como presidente y figura de la ultraderecha mundial. Eso provoca que la Argentina vaya a contramano de las decisiones que están tomando países como Chile, sin ir más lejos, reconocido como un líder global en acción climática.

Más allá de las postulaciones falsas del presidente argentino, organismos como la ONU y la OCDE advirtieron este año que las emisiones globales siguen siendo demasiado altas y que la acción climática actual es insuficiente para cumplir los objetivos del Acuerdo de París –cuyo objetivo primordial es limitar el aumento de la temperatura media mundial a 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales–. La hoja de ruta que ha presentado la Argentina en la materia fue criticada por especialistas locales e internacionales, por no respetar el principio de que esos planes de reducción de las emisiones sean, cada cinco años, siempre más ambiciosos que los anteriores.

Mientras en Mendoza continúan las marchas y las presentaciones judiciales en contra del proyecto minero que en Uspallata buscará extraer cobre, el gobierno argentino avanza también con la modificación que propuso a la Ley de Glaciares y que intentará sancionar en el Congreso entre febrero y marzo del año entrante. En los últimos siete años, los organismos nacionales especializados detectaron una reducción del 17% en la superficie de los glaciares y del 23% en los manchones de nieve perennes como consecuencia del cambio climático y el aumento en la temperatura global del que Milei no responsabiliza a la acción humana. En la discusión que el oficialismo plantea en el Congreso, sin embargo, no han sido consultados ni escuchados los especialistas que el Estado argentino tiene para monitorear el tema. Y es que, reconocido por el propio gobierno, la decisión de modificar la Ley de Glaciares no tiene nada que ver con cuestiones ambientales ni conservacionistas. Más bien todo lo contrario.