Elecciones en CABA: el PRO afina su estrategia frente a un desafío por la supervivencia

El macrismo salió a recorrer las calles sin las prácticas tradicionales, priorizando la calidad de las conversaciones con los vecinos por sobre la cantidad. Los problemas a los que se enfrenta el PRO tras años de gestión y los dos caminos posibles para la fuga de votos.

30 de marzo, 2025 | 00.05
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Conversación. Calidad por sobre cantidad. Fidelidad. Escucha. Gestión. Tan solo algunos de los conceptos de la estrategia electoral que comenzó a desplegar el PRO en la Ciudad de Buenos Aires y que se profundizará con el transcurrir de la campaña. Sin saber con lo que se iban a encontrar, los funcionarios, militantes y figuras amarillas salieron a las calles, recibieron críticas propias de una relación con cierto desgaste pero, de momento, el balance es positivo.

La estrategia, pensada por el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, ordenó el armado de la campaña electoral. Los ejes son, en resumidas cuentas, dos: escucha y gestión, orientados a tres áreas sensibles y de alto impacto como la seguridad, la higiene y el orden público.

El macrismo, en sus recorridas 2025, se propuso abandonar las prácticas más tradicionales, como repartir folletos, adornar con globos o disponer sombrillas. Ahora, el funcionario, el dirigente, el militante están mano a mano, cara a cara, con el vecino envuelto en una charla de calidad. Le dedican tiempo. El objetivo dejó de ser hacer doscientos llamados por día para tener conversaciones auténticas con las personas que quieren ser escuchadas.

A principios de marzo, cuando se hizo la primera salida, la dirigencia del PRO no sabía cuál iba a ser la respuesta de la calle. Si bien la intención no es saltar al vacío, tampoco es asistir al metro cuadrado estudiado y protegido sino encontrarse un poco con la realidad. A esta estrategia se le dio el nombre de "La gran conversación".

Después de 17 años al frente de la CABA, recibieron de todo pero el balance no fue, hasta ahora, tan negativo. Hubo mucho, mucho reclamo. Algunas puteadas, pero en el macrismo esperaban un panorama aún más complejo, en especial después de casi dos décadas de gobernar el mismo distrito, con un desgaste más que evidente. A estas demandas, con la ventaja de comandar la gestión, el PRO buscará darles respuesta.

Las recorridas se coordinaron, hasta ahora, gracias al esquema de ordenamiento por comunas que tiene la CABA, con rotación de funcionarios para encarar las visitas de aproximación. Las personas entendidas en cada área (cada barrio tiene su problema y un área protagónica para encararlo. Por ejemplo, en el sur de la Ciudad está más orientado a la seguridad que en otras zonas) se acercan para conversar con los vecinos, escuchar sus inconvenientes y ensayar soluciones. Luego, la figura política baja al territorio ya con conocimiento de las principales demandas y un plan de acción.

Para la campaña de un PRO gobernante, la escucha está íntimamente vinculada a la gestión. Con cada llegada a los barrios, se activa un sistema de respuesta para poder resolver los problemas cotidianos de los vecinos, como puede ser algún auto abandonado o un contenedor problemático. Siempre que pueda generar una solución a la demanda, este operativo político, administrativo y electoral intentará avanzar por ese camino.

El macrismo no atraviesa su mejor momento en la Capital Federal, gracias a múltiples factores. Al desgaste por casi 20 años de gestión se le suman las pedreadas del gobierno nacional en la Legislatura, la obsesión de Karina por hacer perder al PRO en la CABA, los dirigentes amarillos que se fugaron hacia las filas violeta y la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta.

El macrismo enfrentará un solapamiento de votos con La Libertad Avanza, todo un desafío novedoso, pero también con el ex jefe de Gobierno, probablemente la partición de Juntos por el Cambio que más afectará al PRO en la Ciudad. Su decisión de ir por fuera del partido amarillo fue entendida más como una cuestión personal y de revancha que como un deseo real, más que nada por el perfil de Horacio, vinculado a la gestión y no a la tarea legislativa.

En el caso del radicalismo, a quien ya le ganaron en 2023, el macrismo no ve un enemigo de gran peso porque, considera, no le come demasiado voto pero, además, porque el PRO decidió hacerles un guiño con el cierre de listas de este fin de semana, para mantener el vínculo y evitar una gran competencia. La Coalición Cívica tampoco les pareció un problema a la hora de pensar en la estrategia. Como piensa el larretismo, ni la UCR ni los lilitos están enemistados con el gobierno porteño, son sus aliados y forman parte de él.