La crisis económica llevó al cierre de muchas fábricas que dejaron de ver a la Argentina como un lugar rentable para continuar con su producción. Detrás de cada persiana baja se esconden las historias de los trabajadores que no sólo perdieron sus empleos, sino también una vida construida en torno a ese lugar de trabajo. Muchas de esas historias se unen con otras: hijos, nietos, hermanos que también formaron parte de ese entramado y que en los últimos meses vieron el final del recorrido.
El 24 de septiembre, la empresa de calzado y textil Alpargatas cerró su histórica planta de Santa Rosa, con 34 años de funcionamiento en la capital pampeana. Con más de 20 años de trayectoria, más de 100 trabajadores, los últimos que quedaban, debieron abandonar sus empleos ante el cierre de la empresa que decidió llevar sus producciones a Brasil, por falta de rentabilidad en la Argentina.
Nerio Medina entró a trabajar a la planta de Santa Rosa en 1989, casado y con un nene de dos años y medio. Con Alpargatas de fondo, su familia creció, tuvo tres hijos más y uno de ellos también trabajó en la empresa, 17 años más tarde.
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Hay “muchas historias en una fábrica que funcionó durante 34 años y que tuvo una plenitud, por los años 90, de 1300 trabajadores”, dijo a El Destape. Esa plenitud se rompió con la última parte del gobierno de Carlos Menem y el de Fernando De la Rúa, tiempos en los que la planta “se fue achicando tanto que llegó a quedar con 200 trabajadores”. Sin embargo, “a partir del 2003 empezó a reactivarse y llegó a tener en 2015 casi 500” empleados pero, con el Gobierno macrista, comenzaron los retiros voluntarios, la no renovación de contratos y el cierre final de esa dependencia hace menos de un mes.
Nerio entró a trabajar a Alpargatas hace casi 30 años por un aviso en el diario. “En ese tiempo, en el parque industrial de Santa Rosa había dos mil trabajadores de distintas empresas pero hoy veo un parque industrial fantasma”. En aquél entonces “había muchas fábricas y la más importante era Calzar S.A., que pertenecía al grupo Alpargatas”. El nombre fue mutando con el correr del tiempo, pero siempre bajo Alpargatas.
Por ese entonces, “estaba haciendo mi casita, éramos un matrimonio joven y ahí (en Alpargatas) pude cumplir todos mis sueños”, contó Nerio a El Destape. “Tenía 31 años” cuando empezó a trabajar en esa fábrica, “hice todo ahí”. En Alpargatas vio crecer a su familia, entró a trabajar cuando el mayor de sus hijos “tenía dos años y medio y, 17 años después, él entró a trabajar en la fábrica” por otros siete años.
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Su historia no es la única. “Los últimos 130 trabajadores que se fueron despedidos tienen una historia ahí, se enamoraron ahí, tuvieron hijos” e “hicieron toda su vida acá adentro, entonces la tristeza de ver esa fábrica cerrada, para Santa Rosa, es muy grande”, dijo. Al respecto, Nerio apuntó que “gracias a este Gobierno nos quedamos” sin trabajo “y no podemos echarle la culpa a nadie” porque los capitales brasileños entendieron que “no les conviene fabricar en Argentina y de a poco se están llevando todo de vuelta”.
“Tengo una vida para contar, recorriendo los pasillos como operario, como delegado y como Secretario General del gremio, donde pasamos de todo”, dijo Nerio que ingresó como trabajador pero, con los años, también se metió en el mundo político y gremial de la fábrica. En 1998 se convirtió en delegado de planta y en el 2005 pasó a ser titular de la Asociación Obrera Textil, puesto que le implicó tener que dar la noticia de cierre a los trabajadores.
El gremialista explicó que el sindicato anticipó los despidos porque la empresa pasó a tener, en “una estructura para 1300 trabajadores, a 120 personas” y “te dabas cuenta que mucho no iba a durar”. Con la decisión de cierre, Nerio fue el encargado de comunicarles la decisión de la empresa a los trabajadores.
“Fue muy feo porque tuve que entrar a los sectores a decirle a los compañeros que Alpargatas tenía que hacer una comunicación de forma urgente, que habían iniciado el procedimiento preventivo de crisis”. Nerio sacó a los trabajadores “al patio para que el gerente les comunicara que a partir de ese día la fábrica cerraba, que iban a ser indemnizados al cuarto día de recibir el telegrama”.
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“No hubo hechos violentos”, recordó Nerio sobre aquél lunes 24 de septiembre, “fueron muchos llantos porque le estaban sacando a la gente el trabajo y para mi significó y significa una tristeza tremenda”.
Pese a ello, aclaró que “no estamos enojados con Alpargatas” porque “nos dio la posibilidad de hacer nuestras casas, de criar nuestros hijos” y remarcó que en Santa Rosa todos conocen a alguien que trabajó en Alpargatas o en Calzar S.A., empresas que supieron unificar a los habitantes de la capital pampeana.
Si bien el cierre es reciente, el vaciamiento fue sostenido durante los últimos dos años y medio. En diálogo con El Destape, Nerio, que es titular del gremio, aún atiende por la obra social a quienes fueron trabajadores de Alpargatas y el diálogo es el mismo, a pesar de las semanas, de profunda tristeza.
“Muy pocos” pudieron encontrar un nuevo trabajo para sostener a sus familias y aún mantienen en su recuerdo el despertador de las cinco de la mañana, el que indicaba el inicio de la jornada laboral a la cual, contó Nerio, quisieran volver.