Entre las cenizas del mausoleo de la familia Asad, los rebeldes sirios prometen borrar su legado

12 de diciembre, 2024 | 15.50

Cubierto ahora de cenizas y casquillos de bala vacíos, el gran mausoleo de la familia del derrocado presidente sirio Bashar al-Asad se erigió a ojos de los rebeldes como símbolo de la injusticia que los sirios soportaron bajo su largo gobierno.

El mausoleo de mármol de Qardaha, ciudad natal de los Asad en el oeste de Siria, fue asaltado, saqueado e incendiado por los rebeldes tras tomar la capital, Damasco, poniendo fin a una dinastía familiar que comenzó cuando el padre de Asad, Hafez, se hizo con el poder en un golpe de Estado en 1970.

Casquillos de bala ensuciaban el suelo del mausoleo mientras combatientes y civiles disparaban armas al aire, coreaban eslóganes y pisoteaban el monumento incendiado de Hafez al Asad mientras el viento esparcía cenizas. La tumba de la esposa del anciano Asad también fue quemada y destruida.

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Ahmet al-Abdullah, un rebelde de Alepo que ayudó a saquear el mausoleo, dijo que, aunque tenía sentimientos encontrados al ver arder los monumentos, los nuevos dirigentes sirios estaban decididos a eliminar cualquier signo del legado de Asad de la vida pública.

"Si Dios quiere, limpiaremos todas las calles de Siria de la familia Asad y de sus injusticias. Nos convertiremos en un país civilizado sin la imagen de nadie, sea cual sea su estatus", afirmó, refiriéndose a los omnipresentes retratos y estatuas públicas de Hafez y Bashar al Asad que marcaron su gobierno.

Mientras hablaba el jueves, hombres armados y familias locales paseaban por el recinto de Qardaha y garabateaban eslóganes en sus paredes.

"Nuestra bandera será la bandera de la revolución, no será la bandera terrorista del régimen (de Asad) que se dedicó al terrorismo contra el pueblo sirio", dijo al-Abdullah. "No quedará ninguno de los restos de la familia Asad".

En la cercana Latakia, la principal ciudad de la región costera que fue durante mucho tiempo el epicentro de la secta minoritaria alauita de los Asad, los residentes celebraron la caída de la familia gobernante.

Decenas de personas con banderas y armas posaron frente a un monumento en el centro de la ciudad, haciendo fotos y videos mientras pasaban coches tocando el claxon.

(Reportaje de Tuvan Gumrukcu, Bulent Usta y Umit Bektas; edición de Mark Heinrich. Editado en español por Natalia Ramos)