Tensión, incertidumbre y cansancio. Movilizaciones de un lado, del otro y acusaciones cruzadas trazaron el camino para llegar a este 10 de enero cuando está prevista la juramentación del presidente electo en Venezuela. Los ojos del mundo se vuelven a posar en el país sudamericano luego de que las elecciones de julio pasado dejaran un sabor amargo y un escenario sin certezas: el oficialismo y un sector de la oposición, una vez más, se disputan la conquista del voto popular. En ese contexto, Nicolás Maduro, proclamado ganador por el consejo Nacional Electoral (de mayoría oficialista) prevé reasumir ante la Asamblea Nacional, pero la mayor expectativa está en torno a cuál será el plan que emprenderá el candidato opositor a la presidencia Edmundo González Urrutia, autoproclamado ganador después de realizar un conteo extraoficial de las actas. González Urrutia dijo que planea llegar a Caracas para reclamar su posesión a pesar de que pesa sobre él una orden de captura. Mientras, se replican las internas en la oposición y se mueven las fichas en el mapa internacional.
“No hay un panorama a corto plazo que nos permita ver qué va a suceder y eso se traslada a la población, que es una población que ya está agotada, cansada físicamente, emocionalmente cansada del conflicto venezolano y que espera que en Venezuela no se genere una situación de calamidad, de conflictividad, realmente eso tiene una aprobación bastante baja”, dijo ante El Destape el politólogo venezolano y director de Log Consultancy, Pablo Quintero, para describir cómo se vive en los últimos días en el país.
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Y no sólo eso, según aclaró, “la gente no está a favor del conflicto, simplemente lo que está es ansiosa” a propósito de los anuncios hechos de un lado y del otro en un escenario que rememora a 2019, cuando la oposición practicaba el abstencionismo en las elecciones presidenciales, pero presentaba candidaturas a diputados y para los gobiernos y alcaldías. Entonces, Juan Guaidó, entonces electo presidente de la Asamblea Nacional por el partido Voluntad Popular, fue proclamado “presidente encargado” en un movimiento permitió la apertura de una suerte de doble comando en el país -fue reconocido por unos 50 países, entre ellos la Unión Europea y Estados Unidos-, pero años después fue una estrategia considerada como un fracaso por los propios.
¿Cómo se llegó hasta acá?
El 28 de julio pasado Venezuela realizó las elecciones en las que Maduro apostó a ser reelecto para un tercer mandato y para las que se presentaron otros diez candidatos. Entre ellos, González Urrutia, afiliado a la democracia cristiana del partido Copei en representación de la Mesa de la Unidad Democrática-Plataforma de Unidad Democrática (MUD-PUD), con el espaldarazo de la dirigente antichavista María Corina Machado inhabilitada para ejercer cargos públicos por 15 años acusada por cargos de corrupción. El camino para llegar hasta allí no fue sencillo: fueron meses de negociaciones en las que participaron oficialismo y oposición en acompañamiento de actores internacionales como Noruega, Brasil, México y Colombia.
La falta de transparencia en el escrutinio, al final, tiñó el proceso de un manto de dudas. El Consejo Nacional Electoral (CNE) declaró el triunfo de Maduro por el 51,95% de los votos contra el 43,18% y, judicializados los resultados, el máximo tribunal del país también proclamó al actual presidente. La diferencia para esta ocasión fue que parte de la oposición organizada en lo que denominó “comandos” se encargó supuestamente de recolectar las actas del escrutinio documentos que ahora utilizan para denunciar fraude y asegurar que González Urrutia ganó por el 68% de los votos contra el 30% que habría cosechado Maduro.
Los movimientos desde la oposición y sus contradicciones
Una semana antes de llegar al 10, el sector de la oposición más cercano a Machado y a González Urrutia anunció una gira latinoamericana encabezada por el candidato opositor. Visitó y se reunió con los presidentes de Argentina, Uruguay, Estados Unidos, República Dominicana y Panamá. También se encontró con el asesor en Seguridad del electo presidente de Estados Unidos Donald Trump, Mike Waltz.
El mismo González Urrutia en conferencia de prensa justo con el canciller argentino y la ministra de Seguridad, Gerardo Werthein y Patricia Bullrich, respectivamente, dijo que buscará llegar a su país, pero no develó cómo hará para sortear su detención por la denuncia en su contra por usurpación de funciones, forjamiento de documento público, instigación a la desobediencia de las leyes, conspiración, sabotaje de sistemas y delitos de asociación. “Mi intención es ir a Venezuela simplemente a tomar posesión del mandato que me dieron los venezolanos con más de 7 millones de votos”, dijo.
Una de las pistas al respecto la dio el ex presidente de Colombia Andrés Pastrana, que dijo que lo acompañaría una comitiva de ex mandatarios latinoamericanos, entre los que estarían Vicente Fox y Felipe Calderón, de México; Jamil Mahuad, de Ecuador; Jorge Quiroga, de Bolivia; Mario Abdo Benítez, de Paraguay; Ernesto Pérez Balladares y Mireya Moscoso, de Panamá; y Laura Chinchilla, de Costa Rica.
Otra, la dio el jefe de Gabinete de Argentina, Guillermo Francos: "Lo importante es lo que pase esta noche", dijo la tarde del jueves.
En paralelo, se hizo un llamado a movilizarse en las calles del país y, también, sumaron a la diáspora venezolana alrededor del mundo que consta de unas 8 millones de personas que salieron del país en los últimos años.
Sin embargo, dentro de Venezuela, no toda la oposición que en un momento había apoyado a González Urrutia respondió a las convocatorias. Al contrario: en los últimos días de diciembre renunció a su cargo el secretario general de la MUD, José Luis Cartaya. Mientras que varios de los partidos firmaron un comunicado conjunto. “En la búsqueda de un camino que nos conduzca a la Venezuela que queremos y ante la perspectiva de nuevas confrontaciones que afecten aún más la paz en la República, las organizaciones que nos oponemos al gobierno nacional nos manifestamos democráticamente al país”, dicen.
A continuación, llamaron a la unidad, a la paz, a fortalecer la institucionalidad democrática para “avanzar hacia la participación organizada”, pidieron “alternatividad” y “promoción de nuevos liderazgos”. “Queremos una Venezuela de paz, de libertad y de progreso”, cierra el comunicado firmado, entre otros por históricos partidos como Acción Democrática, Copei, Primero Venezuela y Primero Justicia, de cara a un año que también será de elecciones al Parlamento, alcaldes, gobernadores y concejales.
“No veo que tengan un plan más allá de la presión internacional, no los van a dejar aterrizar, hasta ahí va a ser el show, han metido presa a mucha gente, ya tienen controlada cualquier situación de alzamiento”, dijo ante El Destape una fuente cercana a las filas opositoras que prefirió resguardar su identidad por seguridad. Según ella, los planes de Machado afectan las negociaciones con el Gobierno, además aseguró que se pergeñan en absoluto secreto y, cuanto mucho, son apoyados por líderes radicales como Julio Borges y Leopoldo López, que viven en España.
“Existen inconsistencias, incoherencias y también inconsecuencias de la ultraderecha de cara a este 10 de enero. Hubo varios intentos fallidos de calle, de manifestaciones y se desistió de ellas después de una oleada muy fuerte de arremetidas del neofasicmo desde el 28 de julio. Entendemos que la mayor parte de quienes dicen liderar esto están ocultos, fuera del país, hasta desentendidos de la misma militancia de quien adversa la presidencia de Nicolás Maduro”, analizó sobre la oposición ante El Destape la secretaria internacional del Movimiento Futuro Venezuela -segunda fuerza dentro del Polo Bolivariano que llevó a Maduro como candidato-, Jennifer Mujica. Para ella, el escenario que quieren crear es justamente “a lo Guaidó”.
“La verdad que Venezuela quiere seguir en paz. Nosotros vamos a estar en la calle defendiendo la asunción del Presidente porque creemos en la democracia participativa protagónica”, cerró Mujica.
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Juramentación y la primera promesa de Maduro
Según confirmaron las autoridades venezolanas, el acto se llevará a cabo en la Asamblea Nacional, que también dará inicio a su año legislativo.
“El primer decreto que firmaré será constituyendo una amplia comisión nacional e internacional para ir a una gran reforma constitucional de todos los sectores políticos, sociales, culturales, económicos del país”, dijo dos días antes de llegar a este 10 de enero. El epicentro del debate, dijo, será justamente la Asamblea Nacional.
“Creo que saben que están en un periodo de desgaste muy grande, van a hacer una transición acomodada, para que no los perjudique, como hicieron los chilenos con (el dictador Augusto) Pinochet”, avizoró la fuente cercana la oposición, que también señaló que “hay un sector del chavismo que quiere recuperar las dos cámaras en el Congreso -ahora unicameral- para recuperar las figuras de presidente y senador vitalicio”.
Un actor clave: Fuerzas Armadas
Uno de los actores centrales en la política venezolana son las Fuerzas Armadas. A ellos le enviaron mensajes tanto Machado como González Urrutia: “Muchísimos policías y soldados están enviando mensajes y están tomando decisiones. Lo más importante es que en todos los hogares de la familia militar están invitándolos a ser parte de esto”, aseveró Machado en conferencia de prensa el martes 7 de enero.
“Nuestras Fuerzas Armadas está llamadas a ser garantía de nuestra soberanía y de respeto a la voluntad popular, es nuestro deber actuar con honor mérito y conciencia”, dijo González Urrutia en un mensaje que les dirigió en la semana. Sin embargo, no pareciera haber quien responda el teléfono desde ese lado: “Rechazamos de manera categórica y profunda” dijeron integrantes del Ejército en un video que difundieron en las redes sociales y en el que afirmaron que “juran lealtad” a Maduro.
“No hay posibilidad de que el ejército venezolano y las fuerzas armadas venezolanas apoyen a Edmundo González Urrutia”, afirmó Quiroga ante la consulta de este medio. “Están comprometidos desde el punto de vista comunicacional, práctico y en la defensa de todo el territorio nacional” señaló y sumó que “rechazan con muchísima vehemencia” a grupos opositores “que han promovido intervenciones militares en Venezuela”, como lo hizo Machado en 2019.
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Los apoyos en la arena internacional y los movimientos en un jueves de tensión
Tras las elecciones fueron varios los países que rompieron relaciones diplomáticas con Venezuela: Argentina, Panamá, Uruguay, Ecuador y Costa Rica, entre otros. Chile, que se había mantenido expectante, decidió la salida de la comitiva diplomática del país; y Paraguay también rompió relaciones en los últimos días.
Cuba, Nicaragua, Honduras y Bolivia fueron de los países que reconocieron a Maduro.
Brasil, Colombia y México optaron por mantener los vínculos, pero ninguno de sus presidentes asistirá al acto que proclamará a Maduro presidente nuevamente por los próximos cinco años, sino que se limitarán a enviar representaciones diplomáticas. El país -con la mayor reserva de petróleo del mundo pareciera ser punto vórtice de la geopolítica mundial en donde todo se define- es clave para Brasil como para Colombia por la extensa frontera común en un contexto de fuerte polarización social e internacional, y en donde la estabilidad allí suena a estabilidad interna para sus vecinos y, por ende, para Sudamérica.
Antes de llegar al jueves, el presidente colombiano, Gustavo Petro, fue el que se manifestó más fuertemente: reclamó por la detención del excandidato a presidente Enrique Márquez (Centrados) y puso en duda la legitimidad de los comicios. “Las elecciones pasadas en Venezuela no fueron libres. No hay elecciones libres bajo bloqueos”, sostuvo por las sanciones económicas que pesan sobre el país, por ejemplo, desde Estados Unidos, que le limitan la posibilidad de comerciar petróleo. La posición en la que se encuentra no es sencilla: comparte más de dos mil kilómetros de frontera y Venezuela hace parte de los diálogos de paz con la última guerrilla en Colombia, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con facciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Para anotar: a última hora del jueves el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, compartió una publicación dando cuenta de que estaba en Caracas.
La gira de González Urrutia y las movilizaciones se convirtieron en el telón de fondo del escenario ya cargado de tensión.
"Entramos a partir de hoy en una nueva fase, nos estuvimos preparando estos días y estas semanas, vivimos una Navidad de profunda reflexión, muchos estuvimos solos sin nuestras familias, pero unidos. Hagan lo que hagan se terminan de enterrar. Lo que hagan mañana sentencia el final del régimen”, dijo Machado que salió de la clandestinidad en la que se mantuvo durante estos meses para encabezar una movilización en Carcas. Una vez más, no aclaró cuáles serán sus pasos a seguir, pero la líder es reconocida por haber participado de todos los intentos desestabilizadores en el pais desde 2002.
Unos minutos después el Comando Venezuela encendió las alertas: “Urgente. María Corina Machado fue violentamente interceptada”, alertaron y denunciaron que fue secuestrada por fuerzas de seguridad, algo que el Gobierno luego catalogó como "fake news".
La situación desató la reacción de dirigentes de la derecha internacional y de otros diferentes países. El ex presidente argentino Mauricio Macri y el electo Donald Trump salieron en apoyo a Machado: “¡Estos luchadores por la libertad no deben sufrir daño y DEBEN permanecer SEGUROS y CON VIDA!”, dijo el próximo presidente de Estados Unidos.
Más allá de eso, los apoyos y las disidencias, podría decirse que acompañan al enfrentamiento geopolítico que mantienen China y Estados Unidos. Entre las potencias, China, Rusia e Irán, apoyaron a Maduro. Del otro lado, González Urrutia no pareciera tener demasiado acompañamiento: Estados Unidos, Canadá y Argentina reconocieron a González Urrutia, pero en la Unión Europea el espaldarazo es más bien débil: sólo Italia lo reconoce.