“Necesitamos Groenlandia por el bien de la seguridad nacional y la libertad en todo el mundo, los Estados Unidos de América creen que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta”, dijo en conferencia de prensa el electo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al ser consultado sobre la idea de comprar la isla más grande del mundo, territorio autónomo de Dinamarca. Horas después, su hijo mayor, Donald Trump Jr aterrizó en la isla en una visita privada y despertó aún más las suspicacias sobre las intenciones que manifestó su padre. "Groenlandia es nuestra. No estamos, y nunca estaremos, a la venta. No perderemos nuestra larga lucha por la libertad", declaró el primer ministro, Múte Bourup Egede.
La idea no es nueva, Trump ya había pronunciado en voz alta la iniciativa durante su primer mandato, pero ahora la reavivó junto con la de hacerse con Canadá y, también, con el Canal de Panamá.
La respuesta por parte de las autoridades no demoró en llegar: "Groenlandia es de los groenlandeses", declaró por su parte el martes la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, en consonancia con el gobierno groenlandés y en defensa de la soberanía del territorio. "Como dijo el jefe de gobierno local Mute Egede, Groenlandia no está en venta", afirmó Frederiksen en una entrevista con la cadena de televisión TV2, al tiempo que señaló que Estados Unidos es su “aliado más cercano".
Aún así se dio la visita del hijo mayor. Hasta donde se sabe, es de orden privado y según indicó el diplomático Mininnguaq Kleist, a la televisión pública danesa, Trump Jr no tiene previsto reunirse con miembros de las autoridades de la isla durante su estancia.
La riqueza de la isla
Groenlandia es un territorio autónomo del reino de Dinamarca y es un tesoro en recursos naturales, incluidos los metales de tierras raras que son de difícil acceso por las características del territorio.
Tiene 57.000 habitantes en 2,2 millones de km2, lo que significa la más baja densidad de población en el mundo, la inmensa isla ártica está geográficamente más cerca del continente americano que de Europa, a donde pertenece.
Históricamente fue considerada clave para la seguridad de Estados Unidos, sobre todo a partir de la ruta marítima del paso del Noroeste que une Groenlandia, Islandia y Reino Unido. De hecho, la idea de Trump no es del todo original: en 1867, el entonces presidente Andrew Johnson compró Alaska y consideró la compra de Groenlandia. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la administración Truman ofreció a Dinamarca 100 millones de dólares por la isla, según documentos divulgados por primera vez por medios daneses.
Ninguna llegó a puerto, pero en el marco del tratado de defensa de 1951, Estados Unidos logró instalar una base aérea llamada Base Espacial Pituffik, en el noroeste del país.
Por otro lado, la isla es rica en recursos naturales: cuenta con petróleo, gas y metales de tierras raras que son base para la construcción de autos eléctricos -como los Tesla que fabrica el magnate y futuro jefe del Departamento de Eficiencia del Estado, Elon Musk- y de turbinas eólicas para la transición ecológica, así como para la fabricación de equipos militares. Esos metales, además, tiene como punta de lanza China, el mayor enemigo comercial de Estados Unidos y de Trump.