El doctor Carlos Trotta tiene 82 años, ha dedicado los últimos 16 a la ayuda humanitaria en conflictos bélicos y es optimista: confía en que finalmente la Flotilla de la Libertad, los buques a los que Israel impidió llegar en 2024 a la Franja de Gaza con alimentos, enceres y medicamentos, si obtendrán permiso para llegar a las necesitadas costas del territorio palestino ocupado. Si eso sucede, él podrá sumarse. En diálogo con El Destape, contó que su anhelo es volver a la región.
Hijo de un trabajador ferroviario, Trotta se crió en las cercanías de la Estación Norte, tal vez el barrio obrero más antiguo de Mar del Plata. Se formó como médico en la Universidad de Buenos Aires y luego hizo sus primeros dos años de residencia en Medicina Rural en el Ingenio Ledesma de Jujuy. También pasó por el Hospital Eva Perón de San Martin y, ya como cirujano, estuvo en la Cleveland Clinic, de Estados Unidos, antes de recalar en el Hospital Interzonal Oscar Alende de Mar del Plata, donde llego a ser Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular.
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- ¿Hay fecha para la salida de la Flotilla?
- Aún no pero se sigue peleando el permiso y creo que finalmente se va a lograr.
- ¿En qué momento empezó su vínculo con la ayuda humanitaria?
- Durante más de 10 años fui parte de Médicos Sin Fronteras. Aclaro que lo que digo y hago ahora es de mi total responsabilidad. Trabajé en diversos países de Medio Oriente. Como en mis primeros años los pasé en el Ingenio Ledesma haciendo la residencia en Medicina Rural, creo que de allí me quedó la impronta por la Medicina Social o Salud Colectiva, como se la llama también.
- ¿Conoció al doctor Luis Aredez, desaparecido por la última dictadura por denunciar los abusos de los Blaquier a sus trabajadores en el ingenio Ledesma?
- No lo conocí personalmente al doctor Aredez, pero entiendo el porqué de su lucha y la comparto totalmente.
- ¿Cuál es su percepción sobre la situación actual en Gaza?
- Es un tema que tiene que ser tratado con mucha cautela porque más allá de los análisis políticos, económicos e históricos, que son muy importantes para saber cuál es el origen de todo esto, estamos en presencia -como dijo el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres- de una crisis de humanidad. Porque en el contexto actual ya no se puede hablar de otra cosa más que de eso, por el número de muertos y de heridos que es impresionante.
- ¿Con qué se encontró al llegar a Gaza?
- Estuve trabajando como médico en el hospital Al Shifa que quedó reducido a escombros por los bombardeos. Debo decir honestamente que cuando fui allí, a Gaza, como la mayoría de los argentinos no tenía mucha idea sobre el tema palestino. Necesitaban un cirujano -no fui el único, fuimos un grupo- y me encontré con una realidad que me golpeó muy fuerte, que me sigue doliendo hoy en día. Por eso cada vez que puedo dar testimonio, no como analista político porque no lo soy pero sí como médico, lo doy. Durante el tiempo que estuve en la organización médico humanitaria, me ha tocado estar en conflictos armados: en Yemen dos veces, en Sudan del Sur, en Siria...pero en ningún sitio vi la perversidad y el dolor tan tremendo que presencié en Gaza. Lo primero que quiero dejar bien en claro es que esto no empieza el 7 de octubre de 2023. Se lo enfoca como si fuera así, pero yo estuve en 2009 y el ataque a hospitales, a ambulancias y la destrucción eran los mismos. En aquel momento, Israel llevo a cabo la operación denominada Plomo Fundido que mato a 340 chicos y a 1400 personas en total, o sea esto no empieza el 7 de octubre. Empezó mucho antes y hay que ponerlo en contexto.
- ¿Cuál fue la situación más difícil que le tocó vivir en ese contexto de ataque permanente?
- Hubo muchas. Una de las cosas que hay que tener presente es que la mayor parte de la gente en Gaza es joven, más del 50 por ciento. Uno puede ver que hay gente mayor, que parece de más edad de la que tiene porque están bajo estrés permanente, controlados por drones todo el tiempo. Hay muchos chicos con quemaduras y más de mil amputados; otros con secuelas psicológicas que van a quedar para siempre. Una multitud de chicos huérfanos que han perdido a sus familias. Desde el punto de vista geografico, tenemos que ubicarnos en una lonja de tierra pequeña, eso es la Franja de Gaza, un territorio de 43 kilómetros de largo -la distancia entre Mar del Plata y Miramar- por 10 kilómetros de ancho. En ese estrecho terreno se amontonan 2 millones 300 mil palestinos. Ahí los fue arrinconando Israel desde 1948. Sistemática y planificadamente se fue expulsando y sometiendo a la población. Por eso hablan de una cárcel a cielo abierto, porque no pueden salir, están encerrados. Hacia el lado del mar, los gazaties no pueden pescar ni salir porque está la Armada de Israel; hacia el lado de Israel, hay un muro gigante de ocho metros, electrificado y con torres de vigilancia, y el otro paso que queda es el de Rafah, en la frontera con Egipto, que esta siempre cerrado, se abre en muy raras ocasiones. De modo que están encerrados. En otros conflictos uno ve que la población puede escapar, en Gaza no, es un campo de concentración.
- Se ha denunciado en muchas oportunidades el trato inhumano al que someten a los palestinos en los puestos de seguridad (checkpoints) en los territorios ocupados, ¿ustedes, en tanto personal sanitario extranjero, podían pasar?
- Nosotros no podíamos pasar por los checkpoints. Intentamos entrar por Egipto, pero es muy difícil acceder. Tampoco a Israel le interesa mucho que nosotros estemos ahí.
- Usted estuvo del lado de Israel y del lado de Palestina, ¿cuáles son las diferencias en materia de desarrollo humano y calidad de vida, y cómo impacta eso en la salud de la población?
- Llama poderosamente la atención porque cuando estás en Gaza ves la destrucción de su infraestructura, de los cuerpos, y cuando pasas a Israel ves un país del primer mundo con sus carreteras hiper iluminadas. El contraste es una cachetada.
- ¿Qué tipo de trabajo hacen los palestinos en Israel?
- En este momento ninguno, pero tengo entendido que hacían trabajos subalternos. Era la posibilidad de tener algún tipo de ingreso.
- No hay muchas posibilidades de trabajo en la Franja de Gaza...
- Pudiera haberlas porque la Franja de Gaza esta sobre el Mediterráneo, tiene unas playas enormes y existe la posibilidad de desarrollar los cultivos, los cítricos y de lo que es característico de toda esta zona como son los olivos. Si no estuviera la Armada de Israel podrían comerciar y exportar a todos los países de Europa que están sobre el Mediterráneo, pero ya han dicho los funcionarios israelíes, el primer ministro, sin ningún pudor, que no quieren un Estado Palestino. En la práctica todo aquello de la convivencia de dos estados era una mentira, siguen avanzando sobre el territorio palestino como un Pac Man.
- ¿Cómo fue el bloqueo de la Armada de Israel a la ayuda humanitaria?
- En abril, estaba en Estambul porque quería ser parte, junto a 500 observadores de derechos humanos de todo el mundo, de la Flotilla de la Libertad. Tres grandes buques que pretendían llegar a Gaza con 5.500 toneladas de ayuda, grupos electrógenos, medicamentos, alimentos. Estábamos allí todos preparados. Nos movíamos en aguas internacionales pero fue imposible, no lo permitieron. No nos dejan entrar con ayuda por mar pero tampoco por tierra. Hay escenas que son indignantes. Camiones que son atacados por los israelíes para que no lleguen a Gaza. Eso es muy triste porque la religión judía ha sido atacada -eso nadie lo niega- y justamente un pueblo que tiene ese antecedente, del martirio del Holocausto, debería comportarse de otra manera. Si uno ve la historia, los judíos fueron perseguidos por los zares en Rusia, por los alemanes en Europa... ¿cuándo aparece un árabe o un palestino en esa triste historia? En realidad, quienes tendrían que pagar por esas persecuciones deberían ser los europeos y no el pueblo palestino. Convivencia sí, expulsión de los palestinos no.
- ¿Qué posibilidades hay de tener una vida convencional en la franja? ¿Cómo es el día a día de los gazatíes?
- En este momento es difícil. El caos es absoluto porque la Franja de Gaza ha sido arrasada. Creo que el 80 % de la infraestructura existente está totalmente destruida. Pero las posibilidades de industrializarse serían muchas, también en turismo. Aparte de la destrucción física y humana han sido destruidos los lugares de enseñanza, las mezquitas. Se pretende borrar toda la historia. El pueblo judío busca la solución final del problema palestino. Por eso hay que hacer un llamado a la cordura. El papa Francisco lo dijo: 'Ya basta porque esto es abrumador'. En nuestro país, los medios financieramente hegemónicos no tratan el tema, hablan de judeofobia, desvirtúan el eje de la discusión, están desviando la atención.
- ¿Qué le parece la posición pro Israel del gobierno de Milei?
- En base a mi experiencia de trabajador de la salud y después de haber sido testigo de la situación en Gaza, me indigna, me da vergüenza, me pone muy mal. Me parece que está absolutamente equivocado. Merece el mayor de los rechazos. Estaba leyendo un libro que se llama Palestina, Anatomía de un genocidio, que tiene una edición chilena y otra argentina. En el prólogo de ese libro hay una aclaración que llama la atención. Allí señalan cúal es la diferencia en el abordaje del tema entre Chile y Argentina. En Chile, hay una colonia de descendientes de palestinos que es muy importante. Entonces, el tema ha sido tratado en profundidad y hubo marchas de apoyo al pueblo palestino. En Argentina, pasa todo lo contrario. Están en el aire los atentados a la embajada de Israel y la AMIA, muchos judíos emigraron a Israel en las diferentes crisis argentinas y son muchas las familias judías que tienen familiares viviendo allá. Entonces, eso también explicaría por qué el tema se trata de diferente manera, lo que es una verdadera pena. Y por otro lado, a nosotros los argentinos, a los latinoamericanos, nos imponen otras prioridades. Tenemos problemas políticos y económicos, y alguien podría abordarme y decirme: '¿Qué me vas a hablar de Palestina con los problemas que tenemos acá? Y es cierto. Pero si uno profundiza en el tema hay un paralelismo entre lo que le sucede a Palestina y lo que nos pasa a nosotros. Si estamos hablando de pérdida de soberanía y apropiación de territorio, nosotros tenemos el caso concreto de Malvinas. En el año 1833, los habitantes fueron expulsados y, desde ese momento, tenemos ahí un enclave de la OTAN. Golda Meir, que fue primera ministra de Israel, decía: Nosotros los judíos somos un pueblo sin tierra y vamos a ir una tierra que no tiene pueblo, como si aquello hubiera estado desocupado. Bueno, podemos hacer una homologación con nuestra Campaña del Desierto y los pueblos originarios. Cuando uno ahonda en estas cuestiones encuentra paralelismos, a pesar de los 12 mil kilómetros de distancia.
- ¿En algún momento se sintió en riesgo o presionado por Israel por estar en la Gaza?
- Por Israel no, pero el afecto y el cariño que recibimos del pueblo palestino, sobre todo por como nos pintan a los árabes -que son brutos, ignorantes, terroristas- a mí me emocionó y todavía me sigue emocionando. Es lógico que cuando uno se entera de lo que está pasando tenga un sentimiento de compasión, pero mas allá del dolor, hay un pueblo que resiste y, por esa razón, es digno de todo nuestro respeto.