Con su llegada a la presidencia de Uruguay, Luis Lacalle Pou, rompió con 15 años de administraciones del Frente Amplio (FA). Durante su gestión, consiguió la aprobación de la Ley de Urgente Consideración (conocida como la LUC) con la que implementó diversas modificaciones en términos de seguridad y educación y una reforma de la seguridad social, criticada por regresiva desde la izquierda. Debió enfrentar la pandemia y una sequía histórica que dejó a medio país sin agua. Entre tanto, hizo de aglutinador de la alianza de la Coalición Republicana -que agrupa desde la derecha hasta la extrema derecha- que lo llevó al poder. Más allá de los traspiés y de haber implementado políticas caracterizadas como antipopulares, se retira con un 50% de aprobación. Sin embargo, no parece haber podido transferirle ese apoyo a su delfín, Álvaro Delgado, quien peleará el balotaje este domingo con Yamandú Orsi del FA.
Lacalle Pou y la popularidad
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“Él es un buen político”, sintetizó ante El Destape el profesor y doctor en ciencia política por la Universidad de la República (UdelaR), Daniel Chasquetti, para explicar la buena imagen del mandatario. El analista, además, destacó los atributos que cultivó desde que Lacalle Pou fue diputado: declara bien, recorre el país, está en contacto con la gente, enumeró. De esa manera, logró en estos cinco años “separarse, descalzarse, de la imagen del gobierno”. Con esos atributos que también le permitieron negociar puertas adentro, logró imponer a su delfín político para competir en el balotaje este domingo: Álvaro Delgado.
También, explicó que el hecho de retirarse de la Presidencia con números altos es algo que sucede en general con los mandatarios uruguayos, que arrancan con una popularidad alta, luego baja y vuelve a subir un poco hacia el final lo que en un gráfico se vería como una U.
Los puntos flacos de la gestión nacionalista
Más allá de sus atributos personales para mantener una buena imagen, Chasquetti marcó que hay encuestas que cuando preguntan por políticas, economía, salarios o jubilaciones, “no le da tan alto”. Y es cierto.
Según los últimos números oficiales difundidos por el Instituto Nacional de Estadística, en octubre bajó el desempleo al 7,3%, la tasa de desempleo fue del 6,5%, mientras que en el interior del país fue el 7,8%, lo que significa que la desocupación se encuentra “en el valor mínimo del 2021”. Mientras que hubo un aumento del empleo, que se ubicó en el 59,6%.
Sin embargo, hay otros estudios que lo contradicen. Una encuesta de Factum publicada en agosto, indicó que el 64% de la población tiene una mirada negativa sobre el desempeño del gobierno en el tema pobreza y el 61% sobre el trabajo realizado en seguridad, dos de los caballitos de batalla de la gestión nacionalista.
Por otro lado, desde el Instituto Cuesta Duarte de la central obrera PIT-CNT criticaron los cambios en la metodología del INE que dificultan la comparación anual. En una de sus últimas presentaciones, apuntaron a la distribución de la riqueza. Según sus datos, hubo un aumento en el último año -que pasó del 81,6% al 86,3%-, pero todavía se mantiene por debajo del valor de 2019, que fue del 88,8. Y se encuentra muy por debajo de lo alcanzado en la gestión frenteamplista, en 2014, cuando alcanzó el 93,6%.
Ley de Urgente Consideración
Es conocida como la LUC, una suerte de Ley Ómnibus con 135 artículos que sirvió para hacer reformas en varios aspectos. Desde seguridad, educación y protestas, con una mirada fuertemente punitivista y conservadora. Entre ellos, amplió el término de legítima defensa y aumentó las penas a quien “obstaculice, agravie, atente, arroje objetos amenace o insulte policías” y otorgó el derecho a portar armas a los efectivos policiales retirados. Impuso penas comunitarias para quienes protesten con acampes o pernoctes. En educación, los cambios introducidos ponen en duda la obligatoriedad. También, impusieron cambios en la regla fiscal, con la que se le otorgó al Poder Ejecutivo definir la política en ese aspecto e introdujo un tope. Ese fue uno de los artículos fuertemente criticados por el FA.
“Si gana el Frente Amplio va a haber algunos cambios”, asumió Chasquetti que, a la vez, reivindicó el “estilo uruguayo” de la continuidad de las políticas públicas más allá del color partidario del gobierno. “Yo lo que espero es que no use el mecanismo combinado con un proyecto ómnibus, que eso es una tentación porque va a tener mayoría en la Cámara”, apuntó para tener en cuenta.
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Reforma previsional
Una de las políticas más criticadas desde la oposición, pero sobre todo desde la central sindical PIT-CNT fue la reforma previsional. De hecho, llegaron a impulsar un plebiscito para introducir nuevos cambios. Pese a las fuertes críticas por parte de sectores obreros, no alcanzó el 50+1% de los votos que necesitaban para concretarlos: se quedaron un un 40,6%.
Con la Ley 20.130 la edad jubilatoria pasó de 60 a 65 años y, además, modificaron los montos que los trabajadores entregan a los fondos privados de pensiones (similar a las AFJP, que funcionaban en Argentina). "Debía ser reforma de seguridad social y terminó siendo un ajuste fiscal encubierto que hizo una reforma de jubilaciones y pensiones", denunció ante El Destape el secretario general de la PIT-CNT, Enrique Fitil.
La sequía y la entrega de la gestión del agua a los privados
En mayo del año pasado, la mayor represa que abastecía de agua a más de 50% de la población -ubicada en Montevideo, Canelones y San José- quedó prácticamente sin agua. Era algo que muchos especialistas habían previsto por la sequía generada por múltiples factores, que van desde el cambio climático hasta la forma de producción del hombre con el avance de la frontera agropecuaria, la forestación con especies no originarias y desecación de humedales, como se contó en esta nota.
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La crisis se extendió durante meses y el Gobierno de Lacalle Pou impulsó una iniciativa rechazada por sectores de la sociedad: el proyecto Azaratí, más conocido como Neptuno. Se trata de la construcción de una planta de toma y potabilización de agua sobre el Río de la Plata, cuya puesta en marcha está judicializada por tratarse de una iniciativa que se busca adjudicar a privados.
Eso es considerado como “ilegal” desde organizaciones como la Comisión Nacional por el Agua y la Vida o Redes Amigos de la Tierra (REDES), porque en Uruguay el acceso al agua potable es un derecho humano establecido por Constitución. También, señalaron los problemas que arrastraría ya que consideran que el lugar no es adecuado para llevar adelante ese tratamiento a esa altura del río, que es compartido junto con Argentina, Brasil y Paraguay.
Hasta este 20 de noviembre, las cautelares presentadas ante la Justicia habían conseguido frenar la firma del proyecto entre los privados y Obras Sanitarias del Estado, pero un Tribunal Administrativo dio luz verde a último momento. Desde la empresa manifestaron que esperarán a los resultados del balotaje para decidir qué hacer. El problema será si inician las obras: “Después frenarlo es más difícil y, además, implica costos para el Estado”, advirtió ante este medio María Selva Ortíz, integrante de la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida y de la organización Redes Amigos de la Tierra.
Lacalle, la Coalición y el después
Para llegar a la Presidencia, Lacalle Pou puso en práctica una estrategia: conseguir el apoyo de todos los partidos opositores al Frente Amplio. La idea no fue de él, sino del dos veces presidente José María Sanguinetti por el Partido Colorado, que le había llevado la iniciativa de unir a los dos partidos históricos del país al senador blanco Jorge Larrañaga.
Por esa movida, Sanguinetti es considerado el padre de la alianza que, finalmente, de la mano de Lacalle Pou, sumó al PN y el PC, a los partidos Independiente (PI), De la Gente (PG) e, incluso, al entonces recién nacido Cabildo Abierto (CA), que se constituyó como el primer partido militar en la historia de la democracia con el despedido jefe del Ejército Guido Manini Ríos.“Nosotros los analistas, los politólogos en general, pensábamos que no iba a durar los 5 años y la verdad es que Lacalle Pou nos ganó porque mantuvo unida a la Coalición. Eso es un logro”, reconoció Chasquetti.
Con ese éxito en las manos, el analista apuntó que a su entender Lacalle Pou “tiene objetivos que van más allá, como crear un partido que se llame Coalición Republicana”. En su visita a Buenos Aires, el diputado Eduardo Lust (CA) y el senador electo Sebastián da Silva (PN) reconocieron la intención de construir ese camino, cuyo primer paso sería en las elecciones a intendente del próximo año. “No sé si lo va a lograr, va a depender del resultado del balotaje. Capaz que si pierde Delgado ahí hay unos incentivos para avanzar en la transformación en un partido, como el hecho de que pueden aparecer cosas como que perdieron bancas por competir separados”, dijo.
En los dos últimos comicios, la estrategia fue que cada uno de los partidos se presentara de manera autónoma en las generales y unirse, incluso, con un programa conjunto, de cara al balotaje. En caso de concretarlo por primera vez en la historia quedarían relegados colorados y blancos, partidos creados en 1836.