Casi toda Gaza tuvo que abandonar su hogar, muchos cambiaron de refugio hasta 6 veces

Según una organización de derechos humanos israelí, más del 90% de los palestinos de la devastada Franja de Gaza tuvo que huir de su hogar para sobrevivir a los bombardeos israelíes. Pero como las fuerzas de Israel atacaron una y otra vez campos de desplazados, escuelas y hospitales donde se refugiaban, muchos tuvieron que escapar con lo puesto varias veces.

23 de diciembre, 2025 | 22.17

Uno de los datos que desnudan la tragedia palestina tras dos años de constantes ataques y bombardeos israelíes contra la Franja de Gaza es que más del 90% de la población tuvo que abandonar sus hogares con lo puesto para sobrevivir a las bombas y tanques, según relevó la organización de derechos humanos israelí B'Tselem. Casi todos tuvieron que desplazarse de un lugar a otro más de una vez. En promedio, cambiaron de refugio seis veces, debido a que Israel no perdonó ningún objetivo: ni campos de refugiados ni escuelas ni hospitales. 

Israel defendió en estos dos años sus ataques porque, minutos antes de lanzar sus bombas o misiles, emitía órdenes de evacuación en zonas completamente abarrotadas de civiles, muchas veces de niños, adultos mayores o heridos. Algunos lograban escapar a tiempo y otros no, como demuestran los más de 70.000 muertos confirmados, una cifra que organizaciones y expertos internacionales consideran conservadora y advierten podría quedarse corta, especialmente dado que aún quedan toneladas de escombros en toda la Franja de Gaza y nadie sabe cuántos cadáveres hay allí abajo. 

El informe, publicado el viernes en inglés, señala que Israel emitió al menos 161 órdenes de evacuación durante el conflicto, repartidas en cinco grandes oleadas, cubriendo casi la totalidad del enclave palestino. Según B'Tselem, las evacuaciones no solamente fueron sanguinarias por las víctimas fatales, sino también fueron graves porque expusieron a la gente a enfermedades, al clima, al hambre, a accidentes y a la violencia doméstica.

Las primeras oleadas de desplazamiento

De acuerdo al informe de la fundación israelí, la primera oleada de desplazamiento ocurrió el 13 de octubre de 2023, una semana después del ataque de Hamas. Dicha acción forzó el desarraigo de más de 1 millón de palestinos en el norte de la Franja, teniendo apenas un plazo de 24 horas para mudarse al sur. El ejército declaró una zona segura en "toda el área al sur del Wadi Gaza", tal como indicó un sobreviviente a B'Tselem.

La segunda oleada ocurrió en diciembre de 2023, cuando el ejército instruyó a unos 500.000 gazatíes a abandonar la zona de Khan Yunis, la mitad de los cuales ya habían sido trasladados en la oleada anterior. Esta vez, las tropas federales israelíes declararon a al-Mawasi como zona franca, una región costera arenosa poco agradable a la vida comunitaria. La tercera oleada, que ocurrió en mayo de 2024, también apuntó hacia esa zona, llevando a alrededor de un millón de palestinos desde Rafah. Fueron incluidos además otros miles de desplazados anteriores que estaban instalados en campamentos de refugiados.

Desarraigo y exilio: la historia de Nibal y Ahmad

Rita al-Hisi nació en septiembre de 2023. Es la hija mayor de Nibal y Ahmad, de Jabalya, en el norte de la Franja de Gaza. Ahmad recién conseguía un permiso de trabajo para dedicarse a la construcción en Israel y, con su esposa y su hija recién nacida, empezaron una vida de familia joven, hasta que seis meses después todo cambió: Ahmad fue detenido, condenado a la tortura y al hambre, mientras que Nibal y Rita tuvieron que desplazarse hacia el sur de la Franja. Ahmad fue liberado recién en febrero de 2024 y abandonado en Rafah, en el otro extremo de la Franja.

Cuando Ahmad fue detenido, el Ejército ordenó la evacuación de Jabalya. Nibal se mudó a la casa de sus padres, por temor a tener que irse sin su esposo. Tras la liberación de Ahmad al sur, Nibal sintió que su destino estaba sellado y se unió a él en una carpa en Rafah. “Fue un tormento constante, probablemente el período más duro de mi vida”, contó Nibal a B’Tselem. "No les dije a mis padres que vivía en una carpa, porque estaban en contra de que me fuera al sur desde el inicio. Me daba vergüenza contarles cómo estaba viviendo", contó Nibal.

En mayo de 2024, el Ejército comenzó a bombardear Rafah. Ahí fue cuando Nibal, Ahmed y Rita fueron desplazados por segunda vez. Se dirigieron al campamento de refugiados de al-Bureij, en el centro de Gaza, donde se encontraron con una amiga que les permitió instalarse en el depósito de la familia. "Nos quedamos allí unos cinco meses", relató Nibal, hasta que se tuvieron que ir de la peor manera: en el primer aniversario del ataque de Hamás, las tropas israelíes bombardearon el campamento de al -Bureij. Nibal recuerda que se fue a dormir y, cuando despertó en el hospital, ya no tenía manos. Después de estar 40 días internada se desplazó por tercera vez con su familia, esta vez a al-Mawasi. "Fue difícil aceptarme en mi nueva condición y afrontar el distanciamiento con Rita", recordó Nibal. "Sentía que apenas me reconocía y que le costaba volver a acostumbrarse a mí", agregó.

Recién en enero de 2025, en el alto al fuego firmado en ese entonces, la pequeña familia pudo volver a Jabalya durante un mes. Se quedaron un mes con los padres de Nibal e incluso lograron volver a su casa por un breve período. Sin embargo, Israel violó el alto el fuego poco después y bombardeó la casa vecina en abril. Una de las bombas mató a tres sobrinos de Nibal, todos niños: Wasim, de 10 años; Muhannad, de 8; y Khawlah, de 5. Y en agosto, otro ataque aéreo en su barrio mató a su prima Nur, de 30 años, e hirió a otros familiares. Tuvieron que desplazarse por cuarta vez, regresando a Gaza capital, donde se alojaron en un pequeño departamento. "Nos dijeron que el Ejército israelí había ordenado evacuar la zona en 15 minutos. Salimos aterrados, llevando casi nada", explicó Nibal.

Un mes después, el Ejército lanzó una nueva gran ofensiva sobre la ciudad, desplazando a la familia por quinta vez. Encontraron otra carpa en el campamento de desplazados internos de Deir al-Balah, por el que pagaron 5.000 shekels (poco más de 1.500 dólares). Poco después se enteraron que la casa de los padres de Nibal había sido bombardeada y destruida por completo.

"Cada parte de mi vida ahora está llena de sufrimiento. El calor en la carpa es insoportable. Transpiro constantemente, pero no puedo bañarme si nadie me ayuda, y a veces no hay agua", contó Nibal, angustiada. "El sudor me provoca erupciones y sufro las picaduras de mosquitos porque ni siquiera puedo rascarme", concluyó en su testimonio.