Decenas de miles de sirios, en su mayoría musulmanes chiíes, han huido a Líbano desde que los islamistas suníes derrocaron a Bashar al-Asad, por temor a la persecución, pese a las garantías de los nuevos gobernantes en Damasco de que estarán a salvo, dijo un funcionario libanés.
En la frontera con Líbano, donde miles de personas trataban de abandonar Siria, una decena de chiíes entrevistados por Reuters describieron las amenazas proferidas contra ellos, a veces en persona pero sobre todo en las redes sociales.
Sus relatos reflejan el temor a la persecución pese a las promesas de protección por parte de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el grupo suní que se ha convertido en la fuerza dominante en la nueva Siria, pero que dista mucho de ser la única facción armada sobre el terreno.
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Las comunidades chiíes han estado a menudo en primera línea en los 13 años de guerra civil siria, que adquirió dimensiones sectarias cuando Asad, de la confesión minoritaria alauí, movilizó a aliados chiíes regionales, incluido el Hezbolá libanés, para ayudar a combatir a los rebeldes suníes.
El alto funcionario de seguridad libanés dijo que más de 100.000 personas, en su mayoría miembros de confesiones minoritarias, habían cruzado a Líbano desde el domingo, pero no pudo dar una cifra exacta porque la mayoría usó cruces ilegales a lo largo de la porosa frontera.
En el principal paso fronterizo entre Siria y Líbano, Samira Baba dijo que lleva tres días esperando para entrar en Líbano con sus hijos.
"No sabemos quién ha enviado estas amenazas por WhatsApp y Facebook", dijo. "Los rebeldes al mando no nos han amenazado abiertamente, así que podrían ser otras facciones o individuos. No lo sabemos. Pero sabemos que es hora de marcharnos".
La nueva Siria encierra incertidumbre para muchos, sobre todo para las minorías. Se cree que los chiíes representan cerca de una décima parte de la población, que era de 23 millones antes del comienzo de la guerra.
Aunque HTS, que ha cortado sus lazos con la red yihadista mundial Al Qaeda, es la más poderosa de la constelación de facciones que lucharon contra Asad, hay otros numerosos grupos armados, muchos de ellos islamistas.
Ayham Hamada, un chií de 39 años que servía en el ejército cuando cayó Asad, dijo que el colapso del régimen fue tan repentino que le dejó a él y a su hermano, también soldado, luchando por decidir si quedarse o irse.
Huyeron a Damasco, donde recibieron amenazas, dijo, sin dar más detalles. "Tememos asesinatos sectarios (...) esto será una liquidación", comentó.
Pese a las garantías expresadas por el líder del HTS, Ahmed al-Sharaa, Hamada dijo que las minorías se han quedado sin protección tras la repentina huida de Asad. "Bashar cogió su dinero y huyó y no nos prestó atención", afirmó.
Muchos de los chiíes que se encontraban en la frontera procedían de Sayyeda Zeinab, un distrito de Damasco que alberga un santuario chií donde tenían su base combatientes de Hezbolá y otras milicias chiíes. Apoyadas por la Guardia Revolucionaria iraní, las milicias chiíes procedían también de Irak y Afganistán, y reclutaron a algunos chiíes sirios.
No obstante, en partes del norte de Siria, algunos residentes que huyeron cuando HTS pasó a la ofensiva a fines de noviembre dijeron que ahora se sentían seguros para regresar.
"Mi mujer es suní. Todos somos un pueblo y una nación", dijo a Reuters Husein Al-Saman, de 48 años, chií y padre de tres hijos, junto a la mezquita principal de la ciudad chií de Nubl, donde Hezbolá estacionó combatientes en el pasado.
Elogió al líder de HTS, Sharaa, por sus esfuerzos para proteger a la comunidad, afirmando que "nos permitió volver a nuestras casas".
"Éramos una minoría y no teníamos más remedio que estar (con Asad). Pero ahora que la guerra ha terminado somos libres (...) Espero que mis hijos vivan cómodamente bajo el nuevo gobierno", agregó.
(Reporte adicional de Bulent Usta; escrito por Daren Butler y Tom Perry; editado en español por Carlos Serrano)