Las entregas de drogas y armas en las cárceles británicas por medio de drones se han convertido en una amenaza para la seguridad nacional, advirtió el martes el inspector jefe de prisiones del país, que pidió medidas urgentes para hacer frente a la floreciente actividad ilegal dentro de las cárceles.
En la prisión de Manchester, en el norte de Inglaterra, los reclusos hacían agujeros en las ventanas para recibir entregas de drones con grandes cargas que podían causar graves perturbaciones o fugas, según un informe del inspector jefe de prisiones, Charlie Taylor.
La actividad de los drones en torno a las prisiones británicas se ha hecho cada vez más común en los últimos años, a pesar de que hace un año se introdujeron zonas de vuelo restringido en torno a las prisiones.
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Las cárceles también se enfrentan a una crisis de hacinamiento y a una población reclusa récord en Reino Unido, que tiene la tasa de encarcelamiento más alta de Europa occidental.
Las advertencias de Taylor se producen tras las inspecciones realizadas en septiembre y octubre en dos de las prisiones más violentas de Reino Unido: Manchester y Long Lartin, en el centro de Inglaterra.
En ambas había una "floreciente" economía ilícita de drogas, teléfonos móviles y armas, mientras que las medidas básicas de seguridad, como las redes de protección y los cámaras de seguridad, estaban en mal estado, según Taylor.
"Es muy alarmante que la policía y el servicio penitenciario hayan cedido el espacio aéreo sobre dos prisiones de alta seguridad a bandas de delincuencia organizada", afirmó.
"La seguridad del personal, de los reclusos y, en última instancia, de los ciudadanos, se ve gravemente comprometida por la incapacidad de hacer frente a lo que se ha convertido en una amenaza para la seguridad nacional"
Taylor describió las condiciones de las dos prisiones como "deprimentes", señalando la suciedad, la humedad y la basura generalizadas, y una infestación crónica de roedores en Manchester, donde los presos también utilizaban espuma desgarrada de los colchones para mantenerse calientes y el 39% había dado positivo en drogas.
En Long Lartin, los reclusos que carecían de retretes dentro de las celdas utilizaban cubos y arrojaban bolsas de excrementos por las ventanas, que a menudo no se limpiaban, según el inspector jefe. Aproximadamente la mitad de los reclusos dijeron en una encuesta que era fácil conseguir drogas y alcohol.
Con información de Reuters