Los partidos ultraortodoxos de Israel, ya enfrentados con sus socios de coalición por la exigencia de alistar a jóvenes religiosos en el ejército, vuelven a poner a prueba la unidad del Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu con un desafío sobre la financiación de la educación.
Las últimas desavenencias se centran en la presión de los ultraortodoxos para que las escuelas de su sistema educativo independiente reciban los mismos beneficios que las escuelas estatales, especialmente su programa "Nuevo Horizonte", que añade horas lectivas y aumenta considerablemente el sueldo de los profesores.
"Llevamos un año luchando por la entrada de 'Nuevo Horizonte' en los centros ultraortodoxos. No hay ninguna razón para que nuestros profesores sean discriminados", dijo el ministro de Educación ultraortodoxo, Haim Biton.
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Biton, miembro del Shas, uno de los dos partidos ortodoxos de la coalición de derechas, dijo que no abandonaría el Gobierno por este asunto. Pero el otro partido ultraortodoxo, Judaísmo Unido de la Torá (JUT), notificó al jefe de la coalición que boicotearía las votaciones en el Parlamento hasta que se resolviera la cuestión de la financiación.
El jefe de la coalición, Ophir Katz, dijo que estaba trabajando para evitar un enfrentamiento antes de la votación sobre un aumento presupuestario de 3.400 millones de shekel (918,35 millones de dólares) para ayudar a financiar a decenas de miles de israelíes desplazados de sus hogares por el lanzamiento de cohetes desde el Líbano.
La disputa es la última de las muchas que han puesto de manifiesto la tensión en el seno de la difícil coalición de Netanyahu durante casi dos años de crisis constante, salpicada por protestas masivas contra las reformas judiciales y la guerra de Gaza.
Con una agrupación de partidos religiosos y nacionalistas-religiosos de línea dura y su propio partido de derechas, el Likud, Netanyahu controla 64 de los 120 escaños del Parlamento, pero las relaciones entre los ministros han sido tensas desde el principio.
Los partidos de extrema derecha liderados por el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, han sacudido repetidamente la coalición por asuntos como la gestión de la guerra de Gaza, amenazando con abandonar la coalición ante cualquier paso –respaldado por el ministro de Defensa, Yoav Gallant– hacia un acuerdo que pusiese fin al conflicto.
Los partidos ultraortodoxos no se han pronunciado tanto sobre la conducción de la guerra, pero han luchado con ahínco por obtener beneficios para su comunidad haredí, que representa alrededor del 13% de la población.
La tensión ha sido especialmente fuerte por la reciente abolición de una exención de la que gozaban desde hace tiempo los varones haredíes del servicio militar obligatorio, en virtud de una sentencia de la Corte Suprema, pero el presupuesto de educación también ha causado problemas.
"Los partidos haredíes tienen la sensación de que la extrema derecha ha conseguido todas sus exigencias del Gobierno y Ben-Gvir consigue lo que quiere del primer ministro, mientras que ellos fracasan", dijo Gilad Malach, director del programa ultraortodoxo del Instituto para la Democracia en Israel.
Dado que es probable que el Gobierno de Netanyahu se enfrente a un castigo electoral en las urnas por los fallos de seguridad que permitieron el ataque transfronterizo de Hamás desde Gaza el 7 de octubre, ninguno de los partidos ha mostrado verdadera inclinación a abandonar.
Pero aun así, estas tensiones encierran la semilla de futuros problemas, según Malach. "Podría iniciar un proceso que todas las partes no desean ahora, pero que podría ser el resultado".
Con información de Reuters