La industria textil atraviesa su peor momento en los últimos dos años y el impacto se siente con especial crudeza en La Rioja, una de las provincias más dependientes de este sector productivo. Según datos oficiales del INDEC, las empresas textiles del país utilizan apenas el 32,5% de su capacidad instalada, el nivel más bajo de los últimos 24 meses.
El indicador refleja una caída profunda y sostenida. En comparación con noviembre de 2023, cuando la utilización de maquinaria alcanzaba el 59,1%, el nivel actual es 26 puntos porcentuales inferior. Incluso frente a 2024, la merma es significativa: el uso de capacidad instalada está 15% por debajo de los registros del año pasado. Solo entre septiembre y octubre de este año, el descenso fue de casi cinco puntos, al pasar de 37,1% a 32,5%.
Este derrumbe productivo se vincula directamente con la caída del consumo de indumentaria y textiles, fenómeno que redujo de manera abrupta las ventas internas. Con menos demanda, las fábricas producen menos, utilizan menos maquinaria y ajustan costos para sobrevivir, lo que se traduce en suspensiones, reducción de turnos y despidos.
En La Rioja, el impacto es particularmente grave. El sector textil concentra cerca del 50% del empleo del Parque Industrial provincial, lo que lo convierte en un pilar central de la economía local. A nivel nacional, La Rioja y Catamarca explican en conjunto alrededor del 40% de la producción textil del país, por lo que cualquier contracción del rubro tiene efectos directos sobre el empleo y el entramado industrial regional.
Desde la Secretaría de Trabajo confirmaron que en el último año y medio se produjeron más de 460 despidos en el sector textil riojano. A ese escenario se suman los procesos de suspensión que atraviesan la mayoría de las empresas, según señalaron los gremios, como mecanismo para evitar cesantías masivas. En muchos casos, la reducción de horas de trabajo se volvió la norma, afectando de manera directa los ingresos de los trabajadores.
El contexto nacional explica buena parte de esta crisis. La apertura de importaciones, especialmente en el rubro indumentaria, presionó sobre la producción local, mientras que la caída del poder adquisitivo redujo el consumo interno. El resultado es un sector funcionando muy por debajo de su potencial, con plantas prácticamente semiparalizadas.
El índice de utilización de la capacidad instalada que elabora el INDEC mide, en términos porcentuales, qué parte del aparato productivo industrial está efectivamente en uso. El relevamiento se realiza sobre un panel de entre 600 y 700 empresas de todo el país y es uno de los principales termómetros para evaluar el nivel de actividad industrial.
Los datos correspondientes a octubre de 2025, tomados del informe mensual del organismo nacional, confirman que la producción textil se encuentra en un piso histórico reciente, con consecuencias directas sobre el empleo y la economía de provincias como La Rioja, donde el sector cumple un rol estratégico.
