Gisele Pelicot, víctima de una violación masiva organizada por su marido durante 10 años, condenó el martes la cobardía de las decenas de hombres acusados de abusar de ella que afirman no haberse dado cuenta de que era un ultraje, y añadió que la sociedad patriarcal francesa debe cambiar.
Dominique Pelicot, su marido, ha admitido haber drogado a su esposa, de 71 años, y haber invitado a desconocidos a su casa para violarla mientras estaba inconsciente, en un juicio que ha atraído la atención mundial.
La mayoría de los otros 50 hombres juzgados han declarado que no se dieron cuenta de que la estaban violando, que no tenían intención de hacerlo o culparon de todo al marido, que, según ellos, los había manipulado.
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"Para mí este es el juicio de la cobardía, no hay otra forma de describirlo", dijo Gisele Pelicot, quien añadió que no había excusa para abusar de ella cuando estaba inconsciente.
Los vídeos grabados por su marido y mostrados ante el tribunal en las últimas semanas la han mostrado repetidamente inmóvil, a veces roncando, mientras los acusados, incluido su marido, abusaban de ella.
"Cuando entras en un dormitorio y ves un cuerpo inmóvil, ¿en qué momento decides no reaccionar?", dijo, dirigiéndose a los acusados, muchos de los cuales se encontraban en la sala. "¿Por qué no se marcharon inmediatamente para denunciarlo a la policía?".
Gisele Pelicot no supo de los abusos hasta hace cuatro años, cuando la policía se topó con vídeos e imágenes que su marido grabó de los abusos que orquestó y también llevó a cabo.
Pelicot declaró ante el tribunal que estaba enfadada con los acusados, entre otras cosas porque cualquiera de ellos podría, en cualquier momento, haber puesto fin a su calvario si hubieran denunciado a su marido.
"Deben asumir la responsabilidad de sus actos. Violaron. Una violación es una violación", añadió.
Es la tercera vez que Pelicot habla ante el tribunal de Aviñón, en el sur de Francia, en un juicio que se encamina a tener veredictos y sentencias hacia el 20 de diciembre.
Según la legislación francesa, podría haber pedido que el juicio se celebrara a puerta cerrada. En lugar de ello, pidió que se celebrara en público, con la esperanza de que sirva para que otras mujeres hablen y demuestren que las víctimas no tienen de qué avergonzarse.
(Reporte adicional de Manuel Ausloos, Antony Paone en Avignon y Juliette Jabkhiro en París, redacción de Ingrid Melander; edición en español de Javier López de Lérida)