Las catastróficas inundaciones repentinas que provocaron la muerte de al menos 217 personas en España están ocasionadas por un sistema meteorológico destructivo en el que el aire frío y el caliente se encuentran y producen potentes nubes de lluvia, un patrón que se cree que es cada vez más frecuente debido al cambio climático.
El fenómeno se conoce localmente como DANA —depresión aislada en niveles altos— y, a diferencia de las tormentas o borrascas comunes, puede formarse independientemente de las corrientes en chorro polares o subtropicales.
Cuando el aire frío sopla sobre las cálidas aguas mediterráneas hace que el aire más caliente se eleve rápidamente y forme densas nubes cargadas de agua que pueden permanecer sobre la misma zona durante muchas horas, aumentando su potencial destructivo. En ocasiones, este fenómeno provoca grandes tormentas de granizo y tornados, como se vio la semana pasada, según meteorólogos.
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El episodio que azotó la zona de Valencia fue el más mortífero de la historia moderna de España y el más catastrófico relacionado con inundaciones en Europa desde 1967.
El este y el sur de España son especialmente susceptibles al fenómeno debido a su posición entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Masas de aire cálido y húmedo y frentes fríos se encuentran en una región donde las montañas favorecen la formación de nubes de tormenta y precipitaciones.
La DANA de la semana pasada fue una de las tres tormentas de este tipo más intensas registradas este siglo en la Comunidad Valenciana, según Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
Las previsiones se ajustaron a lo ocurrido, pero en una zona entre Utiel y Chiva, en la provincia de Valencia, se formaron y regeneraron continuamente sistemas tormentosos y las precipitaciones superaron los 300 litros por metro cuadrado, explicó Del Campo.
Según meteorólogos, el 29 de octubre llovió en ocho horas lo equivalente a un año en algunas zonas de Valencia. La infraestructura para evacuar tanta agua estaba en una zona generalmente seca, hasta el punto de que depende de la desalinización del agua de mar para parte de su consumo de agua dulce.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), unos sistemas eficaces de alerta de inundaciones contribuyen por lo general a evitar el nivel de destrucción y el número de víctimas mortales de este tipo de sucesos.
"HUELLAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO"
Aunque los expertos afirman que llevará tiempo analizar todos los datos para determinar si esta DANA en concreto fue causada por el cambio climático, la mayoría coincide en que un aumento de la temperatura del mar Mediterráneo y unas condiciones atmosféricas más cálidas y húmedas contribuyen a producir episodios extremos más frecuentes.
"Vamos a ver más inundaciones repentinas de este tipo en el futuro. Las huellas del cambio climático están ahí, en estas lluvias terriblemente intensas y en estas inundaciones devastadoras", afirmó Hannah Cloke, catedrática de hidrología de la Universidad de Reading.
Según Cloke, incluso las alertas tempranas de lluvias torrenciales basadas en previsiones fiables sirvieron de poco para evitar las víctimas mortales y es necesario que la gente entienda el peligro real.
"No basta con decirle a la gente que va a llover mucho. (...) Nos dimos cuenta de que la gente se ponía en peligro conduciendo bajo las aguas y había tanta agua que estos lugares estaban desbordados".
Antes de que se acuñara el término DANA a principios de la década de 2000, cualquier lluvia fuerte en otoño, característica del clima mediterráneo, solía recibir el nombre popular de gota fría en España y partes de Francia. El término sigue utilizándose coloquialmente.
Su origen se remonta a 1886, cuando científicos alemanes introdujeron la idea de "kaltlufttropfen", o gota fría, para describir una perturbación a gran altura, pero sin reflejo aparente en la superficie.
AEMET afirma que el concepto de gota fría está anticuado y define la DANA como una depresión cerrada a gran altitud que ha quedado aislada y separada de una corriente en chorro asociada. La Agencia afirma que las DANA a veces se vuelven estacionarias o incluso retroceden, de este a oeste.
(Información adicional de Raúl Cárdenas; edición de Charlie Devereux y William Maclean; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)