El Gobierno anunció su tercer programa monetario y cambiario en dos años de gestión, que implicará una aceleración de la devaluación del peso y una mayor presión sobre el mercado de cambio para la acumulación de reservas, en línea con lo que le exigió el Fondo Monetario Internacional y reclamaba el mercado, y que acelerará otra vez el proceso inflacionario a una tasa que se espera se mantenga por encima de 2% todo el próximo año.
El cambio de rumbo se precipitó la semana pasada, cuando la administración de Javier Milei intentó volver al mercado local de deuda con un bono corto en dólares con el que esperaba recaudar entre 1.500 millones y 2.000 millones a una tasa menor a 9% y terminó obteniendo 910 millones de dólares a 9,47% de Tasa Efectiva Anual.
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Ese fue el último intento de Milei y Caputo de desoir los planteos del FMI y del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y las recomendaciones de los bancos internacionales y fondos de inversión que pedían un plan consistente de acumulación de reservas internacionales y una devaluación del peso para mejorarla competitividad de la economía, favorecer las exportaciones y frenar importaciones.
Llamativamente, justo este lunes uno de los voceros predilectos del mercado, Robin Brooks, en su cuenta de la red social “X” (@robin_j_brooks) planteó el problema del atraso del peso: “Durante la crisis de Argentina de 2019, la fuga de capitales del país fue de $15 mil millones. Antes de las elecciones del 26 de octubre, la fuga de capitales fue de $30 mil millones. ¿Cuándo dejará Argentina de hacerse esto a sí misma? Nada de esto sucedería si se permitiera simplemente que el Peso flotara…”, puiblicó.
Cerradas las tres fuentes de financiamiento: FMI, Tesoro estadounidense y mercado, el Gobierno de Milei empezó la semana pasada como contó El Destape a arriar banderas y comprar divisas en el mercado para hacer frente al fenecimiento de amortización de capital e intereses de los Bonos Globales (GD de legislación extranjera) y Bonares (AL de legislación nacional) del 9 de enero.
El Tesoro compró la semana pasada 350 millones de dólares y este lunes otros 320 millones, que sumado a los 910 millones del bono y el pequeño saldo que tenía le permite acumular cerca de 2.000 millones de dólares frente a la necesidad de pagar 4.000 millones en enero.
Se espera que el Tesoro siga comprando en las nueve jornadas hábiles que restan hasta fin de año los dólares que le faltan y deje que a partir de 2026 empiece a comprar el Banco Central para acumular reservas.
El Tesoro compra dólares con el superávit fiscal y la colocación de deuda en el mercado local y los utiliza para pagar las deudas en divisas con los bonistas privados, los organismos internacionales y el Club de París.
El Banco Central compra dólares con emisión monetaria, que luego esteriliza para mantener el equilibrio de la base monetaria, y los utiliza para reforzar las reservas internacionales que se utilizan para financiar por ejemplo una salida de capitales generada por una inestabilidad financiera.
Durante la administración de Milei, las compra de divisas del Tesoro se hicieron en la mayor opacidad, nunca se informó ni volumen ni precio pactado, y ahora esa falta de transparencia de traslada al Banco Central, que anunció que comprará dólares “en bloque” es decir en forma directa a una contraparte, en lugar de hacerlo por el mercado o a través de licitaciones.
Las medidas serán tomadas por el Banco Central de la República Argentina, cuyo titular Santiago Bausili se hizo cargo del cambio de rumbo que presentó como la “Profundización del esquema de agregados monetarios: fase de re-monetización 2026” y se preocupó en mostrar independencia de su amigo personal y socio en la actividad privada, el ministro de Economía, Luis Caputo.
En la estrategia de comunicación, debe haber pesado el recuerdo de la foto de Caputo como ministro de Finanzas, Federico Sturzeneger como presidente del Banco Central, Nicolás Dujovne como ministro de Economía y Marcos Peña como jefe de Gabinete aquel 28 de diciembre de 2017 anunciando la meta de inflación de 10% +/- 2% para el año siguiente.
Ahora fue solo Bausili el que explicó el nuevo programa monetario y cambiario como consecuencia del “avance exitoso en la resolución de los desequilibrios macroeconómicos y la convalidación de la fortaleza del programa económico” que crearon “condiciones favorables para el crecimiento, la re-monetización de la economía y la acumulación de reservas internacionales”.
Bausili llegó a hablar del colapso de la inflación, aunque en los últimos seis meses hubo una aceleración inflacionaria desde el piso de 1,5% alcanzado en mayo a 2,5% en noviembre pasado, mes que también marcó por primera vez en el gobierno de Milei un incremento de la inflación interanual.
El plan que arrancará en enero básicamente reconoce los planteos del FMI y el mercado, incrementa las bandas de flotación del dólar según la inflación del último mes disponible, es decir dos meses atrás, y anuncia un programa de compra de divisas de 10.000 millones a 17.000 millones de dólares el próximo año, con emisión monetaria.
El Tesoro tendrá que obtener otros 14.000 millones de dólares en 2026 para hacer frente a vencimientos con bonistas y organismos internacionales, que espera obtener vía colocación de deuda pero que si no logra bajar el riesgo país tendrá que hacerlo también con compras en el mercado, compitiendo con el BCRA y el sector privado por los pocos dólares que aporta la economía real y el endeudamiento del sector público y privado.
Esa combinación de acelerar la devaluación en enero será de 2,5% correspondiente a la inflación de noviembre y en febrero se espera otro tanto por la inflación de diciembre, se espera que tenga un impacto fijando un piso alto a la evolución del Índice de Precios al Consumidor, que pasaría a tener un piso de 2% a 3% mensual.
Si el gobierno logra mantener la devaluación por encima de la inflación permitirá mejorar la competitividad de la industria local que quedó expuesta a la competencia internacional con la eliminación de barreras arancelarias y paraarancelarias en un contexto de apreciación del peso.
Pero esa industria abastece mayoritariamente al mercado interno, por lo que dependerá de que los ingresos de la sociedad también muestren una recuperación frente a la inflación, una idea que no parece por ahora estar en los planes de Milei y Caputo.
Bausili también dejó otra incógnita, además de la opacidad en la compra en bloques de divisas: prometió una tasa de interés positiva, pero a la vez mantienen la idea de que la tasa la fije el mercadeo y el BCRA opere administrando liquidez con títulos públicos además de los pasivos remunerados vía la rueda de REPO, o volviendo a subir los encajes no remunerados.
En el mercado la opinión es que no está claro que van a hacer con la tasa, pero que debería ser real alta en pesos y en dólares para frenar una nueva rueda de fuga de divisas.
