Denuncias de violencia institucional a periodistas en Qatar

Desde que comenzó la Copa del Mundo las denuncias se multiplicaron. 

04 de diciembre, 2022 | 09.19

A más de 15 días del inicio del Mundial de Fútbol en Qatar hay sucesos que ocurren por fuera de lo estrictamente futbolístico que empiezan a visibilizarse y a ponerse en cuestión a pesar de la máquina de propaganda local y la complicidad de la FIFA. Ya no se trata de la reproducción de prejuicios discriminatorios sobre la cultura local o una mirada orientalista, que funciona como un sesgo en el análisis del mundo árabe y los países del Golfo, sino que en estas semanas de competencia se han multiplicado las denuncias por violencia institucional y policial, y actos de censura hacia hinchas, turistas, periodistas y trabajadores de medios de todo el mundo. 

Si bien al comienzo de la Copa se instaló el mensaje de que  "todo el mundo es bienvenido", en Qatar las normas son sumamente estrictas. El uso de adornos, elementos, o prendas de ropa que muestren el símbolo del arcoíris o los colores de la bandera LGBTIQ+ este prohibido para todos y todas, ya que en dicho país las relaciones entre personas del mismo sexo son consideradas un delito. Esta medida quedó en evidencia cuando se le impidió a los capitanes de las selecciones de Alemania,  Inglaterra, Gales, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, y Suiza  utilizar el brazalete "One love" a favor de la inclusión durante los partidos. Para asegurar el cumplimiento, desde la FIFA, anunciaron que las sanciones no serían económicas sino deportivas, disciplinarias e ilimitadas: los jugadores podrían ser amonestados o suspendidos

En señal de protesta el equipo alemán recurrió al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS)  y se tomó la tradicional foto grupal, previa al encuentro con Japón, tapándose la boca. “Prohibirnos el brazalete es como prohibirnos la boca. Nuestra postura se mantiene”, expresaron en las redes sociales. Además el arquero y capitán Manuel Neuer lució una cinta blanca con leyenda "no a la discriminación". Antes del comienzo del encuentro un árbitro asistente se acercó exclusivamente a chequear lo que llevaba en su brazo  para corroborar que no fuera la imagen del corazón. 

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Días después, durante el partido entre Portugal y Uruguay, una persona ingresó intempestivamente al campo de juego llevando la bandera de la diversidad. Las cámaras en ese instante dejaron de transmitir pero las imágenes se viralizaron gracias a los videos grabados por los fanáticos que se encontraban en el estadio. Se trata del italiano Mario Ferri, quien es conocido por este tipo de manifestaciones en distintas canchas. Además su remera mostraba un mensaje a favor de las mujeres iraníes y contra la guerra de Ucrania. Por ese gesto pasó varias horas detenido y fue liberado a las 3 de la mañana del día siguiente gracias a la intervención de Gianni Infantino.

Pero los mecanismos de control y amedrentamiento se fueron potenciando. Con el correr de los días trascendieron denuncias de periodistas de medios internacionales que relataron cómo fueron increpados por la policía mientras realizaban las coberturas deportivas. Este el caso de Roberto José Echavarría, un periodista independiente boliviano que fue reprendido ya que un agente confundió los colores del logo de Red Bolivision, uno de los medios para los que trabaja, con la bandera de la diversidad. En más de 10 años de coberturas que incluyeron el Mundial de Brasil 2014, Rusia 2018, los Juegos Olímpicos de Brasil 2016 la transmisión oficial de Turquía 2020 y otros eventos internacionales como Copa Libertadores, Copa América y Roland Garros, nunca vivió una situación similar. 

“Yo llevaba ese día una chomba con el escudo en el bolsillo y cuando entré por el centro de prensa me frenaron y  me dijeron que me quedé un rato parado ahí. No me dejaron tomar mis cosas y la mochila que habían pasado por el detector y los controles como los que hay en los aeropuertos. Se me acerca un policía que señaló mi logo y me pidió que me arrinconara. Luego vinieron dos más y todos hablaban en árabe, yo no les entendía. Trataba de explicarles que era el logo y me decían que me quedé callado, que no me mueva mientras discutían entre ellos – relata el periodista deportivo - Fue una situación muy tensa hasta que se acercó un cuarto policía, que sí hablaba inglés. Me preguntó si era un logo o era una protesta, yo le dije que era el logo y me permitió acercarme a mi mochila. Ahí les mostré el micrófono y un chaleco con el logo, y me dejaron pasar”.

 

Decidió compartir lo que había vivido y su historia se viralizó rápidamente en las redes sociales. Si bien en su caso se trata de un momento anecdótico, Echavarría cree que es importante que se conozca que hay cosas de las que se dicen que sí están pasando y no se pueden dejar pasar: “para mí es solo un logo y es una anécdota que no me afecta ni en mi vida ni en mi trabajo, pero sí hay gente que aquí está prohibida de muchas cosas, por ley, por creencias, o por lo que fuere. Lo nuestro es la copa del mundo, lo futbolístico, yo no me salgo de foco de lo que vine a hacer, pero si quiero aprovechar que se ha viralizado mi historia para que quede claro que están pasando cosas que no deberían pasar”.

 

“La policía no está preparada para un evento de esta magnitud, no hablen inglés, en su mayoría. Están muy nervioso y cualquier cosa que sale un poco de lo normal los latera. Insisto, cosas que en nuestros países son graves, cuando pasan aquí son muy normales y creo que el mundial puede ser una buena oportunidad para tener esa ventana de ida y vuelta – agrega - cuando nos veníamos pensaba que el mundial debería ser una caja de sorpresas, venir con la mente abierta a ver con qué nos encontramos, sin prejuzgar. Pero nos estamos encontrando con cosas que nos contaban y no está bien que pasen”. 

El de Roberto no fue el único caso. A poco de comenzar el encuentro inaugural del certamen entre Ecuador y el combinado qatarí local, un Periodista de Dinamarca llamado Rasmus Tantholdt  fue agredido y amenazado por la policía mientras transmitía en vivo desde un móvil en Doha para el canal TV 2 NYHEDERNE . En el video se puede observar la actitud para nada pacífica de las autoridades policiales que embistieron al corresponsal, le exigieron que se moviera, y además intentaron romper la cámara. A pesar de que Tantholdt les explicaba que estaba acreditado y su identificación dice que “puede grabar en todas partes que él quiera, en el espacio público”, lograron detener la transmisión. Luego, en su cuenta de Twitter, contó que había recibido una disculpa de la Oficina Internacional de Medios de Qatar y del Comité Supremo de Qatar.

Por otro lado Víctor Pereira, un periodista de Brasil que trabaja para TV Nova,  fue abordado y violentado por un grupo de guardias de seguridad de Qatar que también confundieron la bandera de Pernambuco, el estado carioca, con la insignia del orgullo gay. En su perfil de Twitter el reportero relató que los agentes “ recogieron la bandera de Pernambuco, la tiraron al suelo y la pisaron. Cuando algunas personas intervinieron y suavizaron la situación”. De hecho tuvieron que buscar en internet fotos de la insignia para demostrar que en realidad el arcoíris de tres colores es parte de la misma. 

Además Pereira detalló que le quitaron el celular y se lo devolvieron recién cuando borró la grabación que había hecho. Afortunadamente se puede ver en dos videos que fueron grabados por testigos y aparecen en el hilo que compartió en sus redes. "Quiero que la FIFA y las organizaciones del Mundial pidan disculpas al pueblo de Pernambuco y sobre todo, a la comunidad LGBTI porque en realidad la agresión iba dirigida a ellos", expresó luego .

Jon Pagh, otro periodista deportivo danés de la cadena TV 2 Sport, estaba transmitiendo en vivo desde las afueras del hotel donde concentraba la selección nacional de su país y fue interrumpido por dos policías para que se quitara el brazalete con el corazón de OneLove. Pagh intenta conversar con las autoridades y pedirles una explicación, pero no recibe respuesta. Luego del episodio explicó que se trataba de una defensa a los derechos humanos, y aclaró que no fue un intento de provocar ni se imaginó jamás que podía generar un problema.

"El guardia de seguridad se niega a dejarme entrar al estadio para el Estados Unidos-Gales. 'Tienes que cambiarte de camiseta. No está permitida'", escribió Grant Wahl, un famoso periodista de la CBS en su twitter luego de sufrir un episodio de violencia institucional en las puertas del estadio Ahmed bin Ali antes del partido Senegal-Países Bajos . Estuvo detenido durante casi media hora por usar una remera con el arcoíris que los qataríes consideraron “política”.

En su página web relató que pidió ayuda a Andrew Was, un periodista del New York Times que pasaba por allí, y luego de contarle lo que estaba ocurriendo, también lo detuvieron a él. Posteriormente desde la FIFA se comunicaron para pedirle disculpas: "¿Qué les ocurre a los qataríes comunes que usan una camiseta arcoíris cuando el mundo no está mirando?", se pregunta.

La denuncia de la violación a los derechos humanos en medio del Mundial de Qatar y la difusión de estos episodios de censura es completamente válida y necesaria. Pero en medio de la polémica no puede evadirse la discusión acerca del respeto a otras culturas y tradiciones diferentes a lo que ocurre en Occidente. ¿Cuál es el límite entonces entre una postura relativista extrema que puede tolerar violaciones a DDHH y violencia de género, y un ejercicio de imposición permanente de una cosmovisión blanca y euro centrista de la forma de ver el mundo? ¿Por qué este tipo de expresiones rebeldes y políticas no ocurren con tanta frecuencia o intensidad en países de occidente donde tampoco se respetan los derechos humanos de las minorías sexuales, las personas afro descendientes, o los migrantes?