Foster Gillett, de las promesas a los incumplimientos en el fútbol argentino

El empresario estadounidense es uno de los principales responsables de que el tema de las SAD se haya convertido en un tema recurrente. Sin embargo, por sus incumplimientos los capitales extranjeros sumaron una nueva publicidad negativa.

21 de febrero, 2025 | 00.05
Foster Gillett, de las promesas a los incumplimientos en el fútbol argentino Foster Gillett, de las promesas a los incumplimientos en el fútbol argentino

Uno de los temas del verano en el deporte argentino volvió a ser la implementación -o no- de las Sociedades Anónimas Deportivas, pero ahora no con el desarrollo de solo una empresa. Si no, en este caso, con el hombre que parecía haber llegado a Argentina con el deseo de poner en práctica esta alternativa y, lentamente, fue cambiando sus objetivos hasta irse en una especie de fade out del fútbol argentino. Se trata del empresario estadounidense Foster Gillett.

El empresario estadounidense es el segundo intento grande que tienen los acompañantes de Javier Milei para tratar de desarrollar las SAD -o un modelo de negocio similar- en el fútbol argentino. La búsqueda de Gillett pasó de entrar como una tromba a través de frases grandilocuentes y de una búsqueda del Gobierno para avanzar con esta agenda hasta, finalmente, empezar a quedar olvidado en la agenda. Sin embargo, esta salida lenta no es la primera derrota de aquellos que buscaban instalar las Sociedades Anónimas Deportivas en el país. 

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

El primero de ellos, ahora olvidado, fue el 777 Partners Group que, a principios de 2024, tuvo reuniones con la diputada Juliana Santillán y con el secretario de deportes, Daniel Scioli con el ideario de empezar a invertir en el fútbol argentino. Desde ese momento a la actualidad, ese grupo entró en una decadencia total en todo el mundo y, entre otras cosas, tuvo que deshacerse de muchas de las utilidades que tenía en Europa y en Brasil. Perdió el control del Vasco da Gama y de un club belga, además de tener que vender múltiples activos alrededor del mundo. Desde ese momento a la actualidad, se dejó de conocer el nombre en Argentina hasta, finalmente, no estar más. 

En el caso de Foster Gillett, uno de los temas más llamativos es cómo fue cambiando la narrativa con el pasar de los días, de los meses. Empezó con un aire potentoso para implementar las Sociedades Anónimas Deportivas en el país, producto también de los dichos del oficialismo en el Gobierno quienes impulsaban esta agenda. La idea, en principio, era embarcar en un club para luego desarrollar una onda expansiva. Sin embargo, el primer gran freno fue la Asociación del Fútbol Argentino que cerró filas, se movió políticamente y encontró en la Justicia (y en la FIFA) un respaldo para imponer condiciones y no permitir que le fuercen un modelo de club que -en los papeles- no entra en su estatuto. 

Luego encontró en Estudiantes de La Plata un aliado, provisorio, en el cual halló la posibilidad de un acuerdo comercial que trajo muchísima polémica en el fútbol nacional. No por ser una Sociedad Anónima Deportiva -porque no lo sería- pero si por los detalles opacos y desconocidos de ese contrato. Y los límites además de las retribuciones para Gillett. Hasta el momento con un preacuerdo firmado, pero no respaldado en una Asamblea que va corriendo su fecha con el correr de las semanas, todavía no se conocen detalles. Sin embargo, estos últimos dos meses ocurrieron situaciones que se convirtieron en la principal publicidad negativa para cualquier tipo de acuerdo con un empresario extranjero que trae capitales. 

Foster Gillett, el hombre que iba a traer una catarata de inversiones, arrancó el año con una compra del pase de un jugador de Boca que quedaba libre en pocos meses. Pagó 15 millones de dólares en la cláusula de rescisión para que vaya a otro club, pero además lo hizo de una manera desprolija -en principio- porque lo quería pagar desde su cuenta, cosa que está prohibida por los estatutos. Finalmente encontraron una solución y Medina llegó a Estudiantes. En el medio, una catarata de jugadores que podrían haber llegado al León, otros que lo hicieron con un mecanismo financieron y la inversión del club. El caso paradigmático fue el de Ezequiel Piovi, el jugador proveniente de la Liga de Quito. Lo habían comprado al club ecuatoriano, pero el pago nunca había llegado a las cuentas de ese equipo, por lo cual -tal cual reveló Verón-  la habilitación del jugador "salió de los fondos del club, no son premios de la Conmebol". Esto lo dijo a Radio Provincia

Esta desaparición en fade de Foster Gillett mostró, además, otros dos temas. Uno el de Valentín Gómez, el mejor defensor del fútbol argentino en 2024, que fue transferido a Italia desde Vélez, pero el club de Liniers nunca recibió el pago. Entonces se entrenó en una plaza de Udine con un preparador físico porque ese club italiano, en realidad, nunca estuvo del todo interesado. Nada apareció. Mismo caso para Rodrigo Villagra, el jugador de River que fue tentado con la misma idea por Foster Gillett, pero la plata y las promesas se demoraron. En este caso, el club millonario se cansó y este mismo miércoles empezó a escuchar ofertas -ya sin el nexo del empresario- para ubicarlo, como sea, en otro club. De esa promesa de pago por el 100% del pase a cambio de 11 millones de dólares, nada ocurrió. Todo fue lento. Así, este verano, la imagen del hombre que quería cambiar el fútbol se desdibujó y no solo acá. Tan solo queda ver el país vecino que, tras haberse quedado con Rampla Juniors, la primera decisión fue cambiar los colores del escudo.