Pasaron dos años desde la partida de Marciano Cantero, líder y alma de Los Enanitos Verdes, pero su legado sigue resonando con fuerza gracias a su hijo, Javier Cantero. Con una profunda conexión personal y artística, el también músico, decidió sacar a la luz Marciano 2001, un álbum inédito que su padre grabó hace más de dos décadas. Este disco, íntimo y experimental, no solo muestra otra faceta del icónico músico, sino que también ofrece un retrato de un momento crucial en su vida, marcado por la crisis económica del 2001, cambios personales y su capacidad para transformar la adversidad en arte.
En diálogo con El Destape, Javier comparte cómo fue redescubrir estas canciones y reconectarse con la figura de su padre. Desde los recuerdos de su infancia en un pequeño departamento donde se gestaron estas piezas, hasta el trabajo minucioso de producción y remasterización, Marciano 2001 emerge como un homenaje sincero y emotivo.
¿Qué significó para vos compartir con los seguidores de tu padre este álbum inédito y tan personal como Marciano 2001?
- La verdad, poder trabajar en este disco fue como un regalo para mí. Poder compartir con todos mi disco favorito desde que tengo 9 años, todo lo que significó la salida del álbum, desde la producción, armar el lanzamiento y ahora la recepción tan cálida de la gente, es casi surreal. Es más que solo compartir canciones, para mí fue como mostrarle mi corazón y mi infancia al mundo, y también me mantuvo estos dos años conectado con mi papá, trabajando todos los días en mi disco favorito de él.
El álbum refleja una etapa introspectiva y experimental de Marciano. ¿Cómo fue descubrir esta faceta de su creatividad al escuchar las canciones después de tantos años?
- Bueno, en realidad, mi papá y yo escuchábamos el disco relativamente seguido a lo largo de los años. Yo siempre lo tuve muy presente, y creo que en gran parte forjó mis gustos musicales. Las influencias del disco son ahora mis bandas favoritas: Beatles, Jellyfish, Radiohead, Oasis. Ahora de grande, me deslumbra lo fresco que suena y el delicado equilibrio que se necesita para hacer un disco de rock pop tan experimental, ambiental y texturado.
El videoclip de Para mal, para bien muestra un retrato muy íntimo de la relación entre vos y tu padre. ¿Qué emociones te generó trabajar en ese proyecto y revivir esos recuerdos?
- Cuando el director del vídeo, Pablo Lira, me propuso plasmar cómo eran nuestros días en 2001 y me mostró su visión para el video, me quedé como en shock, de felicidad, de emoción. Estoy eternamente agradecido con Pablo porque se sintió una caricia al alma el video, una celebración de mi relación con mi papá, que es la idea del disco entero. Desde el set ambientado a 2001, a verlos jugando al Nintendo y con los autitos, no puedo verlo sin llorar.
En el texto que escribiste para el arte del disco, mencionás cómo tu papá transformó las adversidades del 2001 en música llena de luz y humor. ¿Cómo creés que logró canalizar esa resiliencia en sus composiciones?
- Queda mal que lo diga yo, porque soy su hijo, pero también soy su fan (se ríe). Mi papá tenía un don para transferir sus vicisitudes a las letras y que el oyente pueda apropiarse del sentimiento y encarnarlo. Y él siempre me decía que la música tiene que darle alegría y vida a la gente, incluso las canciones tristes, porque escucharlas es como hacer catarsis. Era un poeta.
El álbum incluye colaboraciones con artistas como Coti Sorokin, Horacio Gómez y Dani Martín. ¿Cómo surgieron y cómo influyeron en el sonido del disco?
- Me encanta que ellos tres eran buenos amigos de mi papá, y las canciones suenan a eso, amigos divirtiéndose haciendo música nueva. Dani Martin es un genio de las texturas y los loops, en esa época estaban copados con Portishead. Me contaba Dani hace un tiempo que algunos estribillos, al contrario de explotar, implosionaban bajando la energía, y eso le da un sonido casi claustrofóbico a Marciohead, que amo. Por otro lado, Horacio Gómez es un virtuoso de los teclados y se puede apreciar en especial en el solo de Polka. Finalmente, Coti sabía sacar lo mejor de mi papá. Juntos hacían magia. Para mal, Para Bien; Sola; No Puedo Olvidarte. ¡Qué bestias! Qué más te puedo decir.