Nació para ser el "refugio" de varias familias y hoy en día es un pueblo fantasma perdido en el desierto argentino

Existe un pequeño pueblo fantasma, olvidado en medio del desierto argentino, que en el imaginario fue diseñada para ser el refugio de varias familias.

13 de marzo, 2025 | 17.27
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Dentro de la gran extensión de Argentina, lleno de ciudades e importantes puntos turísticos, se encuentra un pueblo fantasma olvidado en medio del desierto. Se trata de una construcción estatal que pretendía ser el refugio de varias familias y el epicentro de la producción agrícola, pero no logró su cometido y hoy en día lleva más de 40 años abandonado y convertido en ruinas.

Se trata de Tucunuco, un pueblo de la Provincia de San Juan, ubicado sobre Ruta 40, a 50 kilómetros de San José de Jáchal. A mediados de los 70, se lanzó una convocatoria estatal para invitar a 16 familias a mudarse a este pequeño pueblo, pero nunca llegó a cumplir su objetivo y hoy en día solo quedan los vestigios de aquellas construcciones que pretendían ser parte del futuro, pero solo viven en el imaginario social.

Hoy en día, si se camina por el pueblo, se pueden ver las casas abandonadas, las paredes de piedra de lo que fue la iglesia del lugar con su columna que en algún momento sostuvo la campana, y también el piletón que originalmente pertenecía al Ferrocarril y que fue limpiado y usado por quienes vivieron en el lugar como reservorio de agua. Sin embargo, no queda ningún rastro de lo que fue la actividad del pueblo, ya que lleva 47 años inactivo.

En 1975, el Gobierno de San Juan lanzó un comunicado en donde invitaba a varias familias a vivir dentro de una "comunidad agrícola". Según los archivos, las intenciones del entonces gobernador eran "atraer nuevos pobladores a la provincia para que desarrollaran emprendimientos en zonas que no estaban habitadas". El proyecto fue un éxito: un total de 16 familias se inscribieron y para diciembre de ese mismo año llegaron al recién inaugurado pueblo de Tucunuco para iniciar su nueva vida. La propuesta, en ese entonces, era que las familias trabajaran las tierras y pusieran la mano de obra para la construcción de las viviendas, mientras el Gobierno les enviaba alimentos y materiales.

Cómo llegó a convertirse en un pueblo fantasma 

El principal problema de la mudanza de las familias era cómo se iban a ceder las tierras a la familia, a lo que los miembros de esa pequeña comunidad decidieron crear una cooperativa para que el pueblo fuera una "propiedad común", una propuesta aceptada por el Gobernador. Sin embargo, meses más tarde se dio el golpe de estado militar y los habitantes se vieron afectados por el accionar del gobierno de facto.

Mientras que el pueblo seguía con sus plantaciones, las casa aún no estaban terminadas, pero el Gobierno frenó el envío de materiales de construcción y solo les brindaban yerba, azúcar y harina. Además, la idea de trabajo en cooperativas no "les convencía" a los militares y comenzaron a tildar de subversivos a los habitantes. Incluso, comenzaron las visitas de gendarmes al lugar: controlaban las zonas y revisaban las propiedades de los habitantes.

Antigua estación de Tucunuco.

La situación se mantuvo hasta septiembre de 1976, cuando la paz del pueblo fue interrumpida por un camión y patrulleros que llegaron de forma violenta al pueblo, dispararon al aire y revolvieron hogares, para finalmente llevarse detenidos a 6 hombres. Cuando ellos lograron salir, volvieron al pueblo, pero el panorama era desalentador: la gente tenía miedo, hambre y muy pocos recursos para trabajar. Así, empezaron a irse para nunca más volver.