Benito Fernández volvió a ocupar el centro de la conversación pública tras una entrevista en Olga donde habló sin rodeos del clima que atraviesa el mundo de la moda. Allí, el diseñador cuestionó el rol de algunas figuras de televisión que opinan sobre looks sin haber transitado el oficio y fue categórico contras quienes opinan con "mala leche".
“Hay mucho bullying en la moda. Hay muchas panelistas que están criticando… Al pasar de la moda a panelista, porque les rinde, critican y ofenden y hacen bullying aunque digan que no. Eso para mí no está bueno, pero me chupa un huevo porque yo las miro y sé que son gente con mala leche”, lanzó, contundente.
Durante la charla, Nati Jota sumó una reflexión que abrió otro capítulo de la conversación: “¿Por qué en todos los ámbitos criticar y bardear suma más y a la gente le tira más para ese lado…?”. Fernández, lejos de retractarse, reforzó el punto y sostuvo que el problema no es que guste la crítica, sino que se convirtió en un recurso para generar repercusión. “No es que gusta”, respondió, marcando que la lógica mediática termina afectando incluso a quienes trabajan dentro del rubro.
La preocupación de Benito Fernández por la industria textil local
En paralelo a su enojo con las panelistas, Benito Fernández atraviesa un momento complejo por el impacto que la apertura de importaciones está teniendo en la industria textil argentina. Días atrás, en una entrevista con Chiche en vivo, el diseñador contó que debió cerrar su línea Prêt-à-porter durante 2024 debido a la llegada masiva de prendas extranjeras ofrecidas a precios imposibles de competir. Según explicó, la irrupción de productos chinos está afectando directamente a talleres, diseñadores y trabajadores locales.
Fernández remarcó que la situación se volvió crítica después de que grandes marcas internacionales comenzaran a fabricar en China bajo el mismo estándar que sus líneas originales. Esa dinámica —sostuvo— terminó por desdibujar el valor de la producción nacional y dejó al mercado argentino expuesto a una competencia desigual. “Que Argentina se haya abierto tanto a importar me da pánico”, admitió, al señalar que la industria local podría perder décadas de desarrollo.
