Uno de los embutidos más utilizados para armar una picada es el salame porque puede disfrutarse en soledad, mezclado con quesos o combinarse de mejor manera con aceitunas. Aunque su proceso de conservación varía bastante y mucho más después de que fue comprado. Dependiendo de su estado, se debe sacarlo de la heladera para que no se estropee.
Es bastante común observar que en determinados lugares, como fiambrerías, supermercados o carnicerías, algunos embutidos se encuentran colgados y fuera de la heladera. Para ciertas personas puede ser una señal negativa, debido a que se lo está exponiendo sin ningún tipo de conservación pero para otras es una elección correcta.


"La ruta del tentempié", expresaron desde The Walking Conurban en Instagram. En la imagen, se puede apreciar que hay gran variedad de salamines que están a la venta y colgados en uno de los caños de pasa mano del tren. "El furgón de los fiambres", expresó una persona en los comentarios. "Un tranvía llamado deseo", señaló otra. "Pasa el del pan casero y te armas un negocio", agregó una mujer.
Lejos de generar rechazo, la imagen fue más que bien recibida por las personas. Esto es producto de que el salame, jamón serrano y determinados chorizos deben estar fuera de la heladera si se encuentran cerrados, en lugares secos, sin contacto directo con el sol, con una muy buena ventilación y en sitios donde la temperatura no cambie de manera abrupta con el paso de los minutos.
"Lo que no se puede hacer es guardarlos en la nevera, ya que se ponen duros. Si se da el caso de que hay temperaturas muy altas y no disponemos de una zona lo suficientemente fresca para conservarlos, podemos ponerlos en la nevera, pero después de sacarlos deberemos colocar encima de los embutidos un trapo húmedo para conseguir que se ablanden", expresan desde El Graner.
¿Y si fue abierto?
Todo cambia de forma sustancial en caso de que el salame haya sido cortado y rebanado para disfrutar de una porción. Es que la capa protectora se ha corrompido y el interior se encuentra en contacto directo con el aire. Dejarlo expuesto de esta manera va a provocar que polvo, suciedad e insectos se posen sobre el alimento. Algo que puede alterar su sabor y acelerar el proceso de descomposición.
La mejor solución es mandarlos al frío de la heladera pero con un papel film de plástico. Se debe envolver lo que queda de manera completa y cuando se quiera volver a consumirlo se aconseja sacarlo con cierta anticipación. Las bajas temperaturas generan que el salamín se endurezca, pero al estar un rato en un clima natural recuperará su estado original.